Paul Schneider

El sacerdote Paul Schneider, vicario parroquial en la Parroquia San Carlos Borromeo, en Villanueva de la Cañada, se fue a Gode (Etiopía) –donde hay una iglesia ortodoxa, 56 mezquitas y una pequeña población católica- para pasar un mes junto con el sacerdote Christopher Hartley al frente de la pequeña comunidad católica de aquel lugar. Desde allí nos ha enviado su testimonio.

"La paz de Cristo habite en vuestros corazones.

Me han dejado un portátil y escribo para contaros algo desde esta misión antes de volver a Madrid.

No sé bien analizar la experiencia de estas tres semanas que llevo. Tardaré tiempo en asimilarlo.

El ser humano necesita a Cristo, eso lo sé. Pero, cuando te rodea una población de más del 99% de musulmanes, y de musulmanes muy poco aptos para el diálogo cultural o incluso de amistad, te preguntas por qué Cristo tarda tanto en ‘infiltrarse’ en la vida de estas personas en pleno siglo XXI.

Aunque algunos tienen móviles y camisetas modernas, esto es un mundo muy primitivo, lleno de polvo, burros y carretas, donde lo colectivo y las figuras de autoridad (los ancianos de la ciudad) prevalecen muy por encima del juicio individual o de lo que llamaríamos los cristianos occidentales "los reclamos y deseos del corazón".

Hay pocas sonrisas -excepto en los niños-, poca alegría en general. La gratitud, si la hay, se demuestra muy poco.

Aquí, en Gode, hay una iglesia ortodoxa y 56 mezquitas. La minoría ortodoxa, de la etnia de los amhara, por un lado tiene su religiosidad muy ritualista, de ceremonias extensas (hasta cuatro horas los domingos), pero, por otro lado, son, para la mayoría musulmana somalí, el ejemplo de la decadencia y la corrupción moral. Las prostitutas públicas son las cristianas, y al sida lo llaman "la enfermedad de los cristianos". Aunque también ellos, los hombres somalíes, se contagian en la prostitución y luego se lo pegan a sus mujeres.

Este pueblo-ciudad de Gode está en medio de una especie de desierto. La gente tradicionalmente es ganadera trashumante, aunque algunas ONG están intentando fomentar la agricultura de regadío como remedio para la gran sequía que siempre hay, secundando planes gubernamentales.

El Ejército etíope -se dice que financiado por EEUU- vigila fuertemente esta región cercana a la frontera con Somalia, porque el grupo terrorista Al-Shabab ha vuelto a aparecer y a actuar en muchas ocasiones, con la pretensión de ocupar y conquistar toda esta región. De enero a este tiempo han muerto 200 soldados etíopes a cien kilómetros de aquí, donde está el conflicto.

El padre Christopher siempre nos exhorta a extremar la cautela para no hacer manifestaciones imprudentes de nuestra fe cristiana, ni mucho menos decir cosas que puedan ser interpretadas como crítica del islam o de sus elementos religiosos, porque los radicales pueden estar en cualquier sitio, y luego lo podrían interpretar del peor modo y se servirían de ello para cerrar toda esta misión. El demonio aprovechará cualquier cosita para detener esta obra.

Lo mejor de todo es, sin duda, la comunidad católica que lleva el padre Christopher. Está compuesta por él y por una religiosa llamada sister Joachim y una joven española, Belén, que lleva un año haciendo experiencia misionera para discernir si Dios la llama a la consagración religiosa. Y luego hay voluntarios que van y vienen.

Los católicos africanos en esta misión son muy poquitos, unos cinco, pero también vienen a misa unos seis ortodoxos, dos musulmanes y un protestante. Ésos son los que acuden a la eucaristía los domingos. Después, todos se quedan y se comparte un aperitivo de pan dulce y un refresco.

Los frutos de la fe se ven sobre todo en el ‘Proyecto Tamara’, donde Belén y sister Joachim enseñan costura a mujeres a las que fueron a buscar a los mismos prostíbulos para convencerlas de que dejaran esa profesión. No fue fácil, porque con lo de la costura solamente ganan 1.200 birr al mes (unos 48 euros), mientras que con la prostitución ganaban unos 15.000 birr al mes.

Hay mucho negocio, porque, entre otras cosas, está muy militarizado este lugar, y por toda Etiopía corre el rumor de que "en Gode hay trabajo", y llegan chicas pensando que podrán ganarse la vida de camareras o lavando ropa, pero luego la necesidad y el estar lejos de su familia hacen una mala mezcla.

Ahora hay unas 15 mujeres que vienen todas las mañanas a ‘Tamara’ de lunes a viernes. Lo hacen con sus bebés y todo, a los que se cuida en una sala-guardería aparte. Algunas completaron el curso de formación de seis meses y ya viven de ello. Alguna se marchó y se cree que volvió a la mala vida. Otras dos han muerto recientemente (una en diciembre y otra, Fatuma, el viernes pasado), a causa del avance de las enfermedades.

El sida que contrajeron en la prostitución les deja sin defensas y, luego, la tuberculosis o la malaria, o lo que sea, avanza a pasos de gigante.

Para mí ha sido un ejemplo que me ha dejado sin palabras ver a sister Joachim ir dos o tres veces cada día al hospital para lavar a Fatuma (desangrándose y con diarrea ya crónica), cambiarle la ropa, atender a todas sus necesidades (con la precariedad de aquí) y darle un cariño constante de madre, pese al mal carácter de Fatuma.

Los jueves por la tarde hay un grupo al que vienen seis de ellas y se lee un trozo del Evangelio y se relaciona con la vida, y ellas se abren un poco y cuentan sus problemas y sus esperanzas.

Así como en Villanueva de la Cañada, Cristo está en este lugar llamado Gode. Claramente. Con la diferencia de que aquí es muy poco conocido y amado por la gente. Lo importante siempre es hacer la voluntad de Dios e imitar a Cristo dando la vida. Descubrir su Amor y el sentido de nuestra existencia.

Con la ayuda de Dios volveré a esta misión para periodos cortos y largos.

Ya ha finalizado mi búsqueda; he descubierto, en los ratos que cada día he pasado delante de la Eucaristía y mirando el lugar y las gentes, que aquí hay algo que me espera. A mí y a mi Parroquia San Carlos, de Villanueva de la Cañada, a mi Diócesis de Getafe, a vosotros.

¡Un abrazo y hasta pronto!”.