cañadastomaweb El obispo de Getafe, D. Joaquín María López de Andújar, presidió el domingo 25 de septiembre, la toma de posesión de D. Francisco Cañadas como párroco en La Inmaculada (Alcorcón) en una celebración multitudinaria.
A la ceremonia, en la que participaron los miembros de los distintos grupos parroquiales, asistieron, además de amigos y familia de D. Francisco, más de una decena de sacerdotes de los municipios cercanos, muchos feligreses de sus parroquias anteriores, la Anunciación de Nuestra Señora, en Fuenlabrada, en Pelayos de la Presa, Cadalso de los Vidrios y Cenicientos, así como alumnos, empleados y profesores del Seminario Menor de Rozas de Puerto Real, donde fue rector hasta el pasado mes de julio. 
Invitado por D. Francisco, D. Javier Rodríguez, concejal del Ayuntamiento de Alcorcón y presidente de la Junta del Distrito, acudió en representación del alcalde, D. David Pérez.
La celebración se inició a las 19.30 horas con la eucaristía presidida por el obispo y concelebrada por los sacerdotes D. Alberto Royo -vicario judicial de la Diócesis y encargado de leer el nombramiento, D. Jesús Enrique García -delegado de Liturgia- D. Antonio Soler -primer párroco de la Inmaculada- y D. Ramón Campos, entre otros.
Estuvieron acompañados del vicario parroquial, D. Ramón Alfredo Mirada, y del diácono permanente, D. José Sánchez.
En la homilía, D. Joaquín destacó que el párroco tiene que ejercer cuatro ministerios: de la palabra, de la liturgia, de la reconciliación y de la comunión.
La función del sacerdote, explicó, “es ser luz del mundo y sal de la tierra”. Con su figura, tiene que “ser guía y pastor en el pueblo de Dios, porque la presencia del Buen Pastor está en el cura” y, para ello, “el Señor elige a unos pocos, a sus discípulos”.
Durante la celebración, el obispo entregó a D. Francisco la llave de la iglesia. Con ella debe tener siempre abiertas las puertas, para que quien entre pueda encontrar al Señor.
A continuación, le ofreció al nuevo párroco el agua bendita, impregnando con ella a todos los allí presentes, como signo del bautismo.
A través del Evangelio, el párroco, como dijo D. Joaquín, debe ser el medio de salvación, para enseñar a llevar la vida en nombre de Dios.
Tras la homilía, se dio paso a la renovación de las promesas de ordenación de D. Francisco. Después, se le hizo entrega de los lugares de la celebración del templo: la sede, la pila bautismal y el lugar penitencial. Como rito final, recibió la llave del sagrario.
Al finalizar, D. Francisco tuvo unas palabras de agradecimiento hacia su nueva comunidad parroquial, donde afirmó sentir “una alegría desbordante” desde que llegó.
Pidió a los parroquianos oraciones por él, para que sepa ejercer correctamente su nueva misión como párroco. Se encomendó a la Virgen María, para que, “viviendo la fe en esta comunidad, demos gloria a Dios y muchos frutos de santidad”.