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Carta del Obispo de Getafe, D. Joaquín María a los monaguillos

Lunes 2 de febrero de 2009, Presentación del Señor

Queridos monaguillos:

Cuando os veo en vuestras parroquias ayudando en el altar a los sacerdotes, me da mucha alegría y me recuerda los años en los que yo también fui monaguillo y el Señor me fue descubriendo lo que quería de mí. Los monaguillos tenéis el privilegio de estar muy cerca de Jesús, y de sentir el gran amor que Él os tiene. Podéis estar seguros de que Él os mira con mucho cariño y, como a los apóstoles, os dice: vosotros sois mis amigos.

Jesús es vuestro amigo, no lo dudéis. Esto es algo estupendo: tener un amigo que siempre va a estar a vuestro lado y que nunca os va a fallar. No os separéis jamás de Él. Cultivad esta amistad y hablad mucho con Jesús. Cuando lleguéis a la Iglesia, lo primero que tenéis que hacer es dirigiros al Sagrario para decirle a Jesús: “Aquí estoy Señor, quiero hacer siempre lo que a Ti te gusta. Ayúdame a conocer tu voluntad. Gracias, por poder estar contigo, muy cerca de Ti, en el altar. Me gusta mucho estar contigo. Quiero estar siempre contigo. No permitas, Jesús, que me separe de Ti. Ayúdame a
servirte hoy y siempre como Tú mereces”.

Esta amistad con Jesús la tienen que notar todos los que os vean actuar en el altar. La tienen que notar en vuestro recogimiento y en vuestro modo de comportaros. Tienen que darse cuenta enseguida de que ese monaguillo que está ayudando en el altar hace las cosas, con cuidado, sin distraerse, no para que le vean, sino porque le brotan del corazón; tienen que darse cuenta de que ese monaguillo trata a Jesús con una intimidad muy especial

El vínculo de amistad con Jesús tiene su fuente y su cumbre en la Eucaristía. Vosotros estáis muy cerca de Jesús en la Eucaristía y éste es el mayor signo de su amistad para cada uno de nosotros. No lo olvidéis. Y por eso os pido que, aunque ayudéis muchas veces a Misa, no caigáis en la rutina, ni hagáis las cosas de una manera automática. Que cada día descubráis, como si fuera la primera vez, que lo que sucede en el altar es algo muy grande. Pensad que el Dios vivo está ahí, junto a vosotros y que Dios os ha puesto a su lado para que otras personas viendo vuestro comportamiento sientan también el deseo de estar junto a Él.

Cuando realizáis vuestro servicio con plena conciencia os convertís en verdaderos apóstoles y los frutos de vuestro apostolado lo notarán en vuestra familia, en el colegio, y en el trato con los amigos.

El amor de Jesús que recibís en la liturgia llevadlo a todas las personas, especialmente a aquellas a quienes os dais cuenta de que les falta el amor, que no reciben bondad, que sufren y están solos. Como amigos íntimos de Jesús tenéis que ser los mensajeros de su amor en todas partes. Así el Pan, que veis partir en el altar, haréis que se multiplique más y más y comprenderéis que vosotros, lo mismo que los Apóstoles, podéis ayudar a Jesús a repartir su Pan de Vida y de Amor a mucha gente.

La amistad con Jesús es el don más maravilloso de la vida y vosotros tenéis la alegría de renovarlo cada vez que ayudáis a Misa. Permaneced siempre fieles a esta amistad, leyendo y meditando el Evangelio, alimentándoos de la Eucaristía y dedicando tiempo a la adoración de Cristo en el Sagrario. Así seréis auténticos discípulos del Señor, dispuestos siempre a responder con alegría y confianza a lo que os pida, especialmente si algún día os pide que estéis aún mas cerca de Él, llamándoos a ser “pescadores de hombres”

Queridos monaguillos, rezaré mucho a Jesús por vosotros para que crezca vuestra amistad con Él y también os pido que recéis por mi.

Os abraza y bendice, vuestro Obispo:
+ Joaquín María. Obispo de Getafe