Historia de la diócesis
EXTENSIÓN
4.192 km2
POBLACIÓN
1.705.371 habitantes
DISTRIBUCIÓN
127 parroquias
La Diócesis de Getafe fue erigida canónicamente por Su Santidad el Papa Juan Pablo II el día 23 de julio de 1991. Desmembrada de la Archidiócesis de Madrid-Alcalá, de la que es sufragánea, abarca toda la zona sur de la Comunidad de Madrid, desde Chinchón-Aranjuez hasta Brunete-San Martín de Valdeiglesisas.
Nuestra Señora de los Ángeles
Nuestra Señora de los Ángeles es la Patrona de la diócesis. Su ermita, situada en el Cerro de los Ángeles, acoge la imagen durante la mayor parte del año, a excepción del período de las fiestas patronales, durante las que se traslada en romería a la ciudad de Getafe, albergándose entonces en la Catedral.Una tradición que se realiza desde 1616.
La tradición cuenta que unos pastores encontraron la imagen de la Virgen en el Cerro de los Ángeles durante una tormenta y la llevaron a Pinto, desde donde la imagen regresó inexplicablemente al Cerro por la noche; ocurriendo lo mismo cuando la trasladaron a Getafe. Por ello, se le construyó una ermita.
Posee con una Hermandad, la Real e Ilustre Congregación de Nuestra Señora de los Ángeles.
La bajada de la Virgen coincide con la Solemnidad de la Ascensión del Señor y la fiesta litúrgica se celebra cada 2 de agosto.
Santos y Beatos
Santa Maravillas de Jesús

Carmelita Descalza
1891-1974
Nace en Madrid el 4 de noviembre de 1891. Bautizada el día 12 del mismo mes y año, en la parroquia de San Sebastián con el nombre de María Maravillas Pidal y Chico de Guzmán.
Hija de don Luis Pidal y Mon y de doña Cristina Chico de Guzmán y Muñoz, Marqueses de Pidal. El padre era a la sazón Embajador de España ante la Santa Sede; había sido Ministro de Fomento. Se distinguió siempre por sus gestiones a favor de la Iglesia. Con su hermano, el filósofo Alejandro Pidal, creó la Unión Católica, un partido político que agradó mucho al Papa León XIII y a la mayoría de los obispos españoles. En un ambiente de tanta religiosidad y distinción, la educación de la Santa fue esmeradísima. Recibió el sacramento de la confirmación en 1896 y la primera comunión en 1902.
Dotada de grandes cualidades humanas, entre las que destacaban una inteligencia clara y profunda, y una voluntad siempre orientada hacia el bien. Desde niña, ella misma lo diría, que su vocación a la vida consagrada había nacido con ella. En su juventud, además de cultivar su vida de piedad y de llevar a cabo sus estudios privados de lengua y cultura general, se dedicó a las obras de beneficencia y caridad, ayudando a muchas familias, pobres y marginados.
El 12 de octubre de 1919 entró en el carmelo de El Escorial (Madrid). Tomó el hábito en 1920 e hizo su primera profesión en 1921.
Lo que llevó a la Santa Madre Maravillas al Carmelo fue el amor a Cristo, sus deseos de pagarle amor con amor. Centenares de veces en sus cartas expresa este anhelo de amarle con locura, de corresponder con excesos al infinito amor a Cristo. Este amor a Jesucristo está íntimamente unido a su devoción al Corazón de Jesús. Sabemos de sus largas vigilias ante el sagrario, en sus primeros años de carmelita, en El Escorial. En esas horas, a solas con Dios, se forjó la fundación del carmelo del Cerro de los Ángeles, que había de ser “lámpara viva que se consumiese en amor y reparación ante el Corazón de Cristo”.
El Cerro de los Ángeles, centro geográfico de España, donde se había levantado un monumento al Sagrado Corazón de Jesús, se consagró en él la nación el 30 de mayo de 1919, por el Rey Alfonso XIII.
El 19 de mayo de 1924, la hermana Maravillas y otras tres religiosas de El Escorial se instalan en una casa provisional del pueblo de Getafe para, desde allí, atender la edificación del convento del Cerro. En esta casa hizo su profesión solemne el 30 de mayo de ese mismo año.
En junio de 1926 fue nombrada priora de la comunidad, y pocos meses después, el 31 de octubre, se inauguraba el nuevo carmelo en el Cerro de los Ángeles. Pronto se pobló el nuevo carmelo de vocaciones, lo que le impulsaba a multiplicar las “casas de la Virgen”.
En 1933 hizo la fundación de Kottayam (India), enviando 8 monjas. Desde 1944 a 1966, le siguen otras nueve fundaciones en España. En julio de 1936 estalló la guerra civil de española y las monjas del Cerro tienen que salir del convento. En 1939 volvió con un grupo de monjas para recuperar el convento del Cerro, que había quedado completamente destruido. Con muchos trabajos y esfuerzos y en medio de una gran escasez, la Santa sabía infundir valor y alegría entre sus hijas.
Se interesaba por el problema de los demás y procuraba darles solución. Desde su clausura de La Aldehuela funda un colegio para niños pobres, hace construir una barriada de casa y una iglesia. Ayuda en la construcción de 200 viviendas próximas a La Aldehuela. Para llevar a cabo éstas y otras muchas obras, se apoyaba confiadamente en la Providencia divina.
“No quiero la vida más que para imitar lo más posible la de Cristo”, había escrito. Con este deseo, amó y practicó la pobreza heroicamente. Los carmelos que funda viva en pobreza radical, sin rentas, con edificios pequeños, con trabajo manual para su sustento. Sus hijas la amaban, era tal el equilibrio, serenidad, caridad y delicadeza con todas. Su alegría estaba llena de paz, sin estridencias, siempre afable sin imponer su criterio, pedía siempre el parecer de las demás. Sus continuas enfermedades y penitencia (dormir poco, vestida y sentada en el suelo). El aprecio por la oración era extraordinario. Vivió la espiritualidad de San Juan de la Cruz, sintiéndose siempre “una nada pecadora”. Con alternancia de estados dolorosos y gozosos, nos revela “me siento amada por el Señor”.
Murió en el carmelo de La Aldehuela (Madrid) el 11 de diciembre de 1974, con una muerte llena de paz y de entrega, repetía: “¡Qué felicidad morir carmelita!”.
Madre Maravillas ha tenido una misión: conservar el espíritu de contemplación amorosa y misionera al máximo. Conservar y multiplicar estos “palomarcitos de la Virgen” como oasis de paz, de oración, en este mundo conflictivo y triste.
Muchos de lo que estudiaron su vida, Consultores Teólogos en Roma, la han llamado: mujer carismática, profética y providencial.
El 10 de mayo de 1998, en solemne ceremonia, celebrada en Roma, el Papa Juan Pablo II beatifica a la Madre Maravillas de Jesús.
San P. Faustino Míguez

Presbítero Escolapio y Fundador (1831-1925)
Nace en Xamirás, una aldea de Acevedo del Río, Celanova, en la provincia de Orense, el 24 de marzo de 1831. Bautizado al día siguiente, 25 de marzo, festividad de la Encarnación, en la iglesia parroquial con el nombre de Manuel. Recibe el sacramento de la confirmación en 1832. Es el cuarto hijo de una familia cristiana y trabajadora. Cada mañana y cada tarde, Dios se hace presente en este hogar con la oración sosegada de la familia unida en torno al fuego. Crece en ambiente de fe en Dios donde aprende la oración, el amor a María, la solidaridad con los más necesitados y la responsabilidad en el trabajo. El hogar familiar del santo, era de grandes virtudes reconocidas por sus convecinos.
A los 16 años sale de su casa para iniciar los estudios de Latín y Humanidades en el Santuario de Nuestra Señora de los Milagros, en Orense, con la idea clara de ser sacerdote. Allí, más tarde, siente la llamada de Dios a ser sacerdote y maestro según el espíritu de S.José de Calasanz. Permaneció en este Santuario desde 1847 a 1850.
Progresó en el amor a la Virgen, razón de ser de aquel lugar, y de Ella recibió la lección del servicio, de la sencillez, de la fidelidad.
Ingresa en el Noviciado de las Escuelas Pías de San Fernando, en Madrid, el año 1850 donde toma el hábito escolapio el 5 de diciembre del mismo año, con el nombre de Faustino de la Encarnación.
El final de su preparación sacerdotal coincide con un periodo trágico para la iglesia, 1854-1856. Espartero está en el poder, se llevan a cabo todo tipo de vejaciones de docentes, cierre de seminarios, etc. Pero nada de esto le detiene en sus ideales de entrega. Está dispuesto a ofrecer su vida a Dios “cueste lo que cueste”.
En 1855 fue ordenado diácono y Presbítero el 8 de marzo de 1856 en la parroquia de San Marcos de Madrid por el Obispo de Burgos Osma.
Su primer destino fue Cuba. La presencia de los Escolapios en la Isla fue debida al gran interés del gobierno español, que quiere seguir teniendo en sus manos la formación de los futuros maestros de Cuba, aún colonia española.
En su larga trayectoria escolapia, son casi 50 años dedicados a la educación. Destinado a los colegios de San Fernando, Guanabacoa (Cuba), Getafe, Monforte de Lemos, El Escorial y Sanlúcar de Barrameda. Fue profesor de Latín, Historia, Álgebra, Geometría, Retórica, Geografía, Agricultura, Física y Química, Historia Natural, Higiene y Francés.
Destacó, sobre todo, como profesor de Ciencias naturales. Se prepara cada día para desempeñar su misión educadora, trabaja incansablemente, y estudia con tenacidad, porque está convencido de que “quien hace voto de enseñar lo hace también de aprender”.
Vive su consagración a Dios en la entrega a los niños y jóvenes con preferencia los más pobres y necesitados, “los pequeños, los sencillos”, le han robado el corazón. La escuela es para él el lugar de encuentro con el Señor servido y amado en los más pequeños. Quiere informar a los alumnos en el amor de lo que es verdadero, noble, grande y sublime. Son reveladoras las palabras de uno de sus alumnos: “Era muy afable y cariñoso… nos trataba y se comportaba con cada uno de forma justa y equitativa”. Estaba convencido de que el mejor camino para renovar la sociedad y hacer la felicidad humana es la educación, a la que consideraba “la obra más noble, la más grande y la más sublime del mundo porque abraza a todo el hombre tal como Dios lo ha concebido. Es la obra divina, la creación continuada, es la altísima misión de la Escuela Pía, misión del mayor interés y de la importancia más decisiva para la dignidad y dicha del individuo y de la familia como de la sociedad entera”.
Hombre con grandes dotes científicas. No pasó de largo ante el dolor físico de los hombres de su tiempo, sobre ellos quiso derramar el aceite del amor y de la ciencia para aligerar el peso de su sufrimiento.
Fue en Guanabacoa donde observa el uso de los habitantes de las plantas con fines terapéuticos, y se siente atraído por ello. Puso sus estudios y dotes científicas al servicio del que sufre la enfermedad. Como el samaritano que recorre los caminos del mundo, desde su mirada atenta, no pasa de largo ante el dolor físico de sus hermanos, los hombres. Supo derramar sobre el enfermo el aceite del amor y de la ciencia para aligerar el peso de su sufrimiento. Faustino tiene la ocasión de conocer más de cerca y de forma más continuada la utilidad terapéutica de las plantas.
Inicia sus experimentos con la flora del país que continúa a su regreso a la Península. En 1872 el Ayuntamiento de Sanlúcar de Barrameda le encargan el análisis de las propiedades curativas de las aguas de los manantiales de la ciudad. Elabora unos preparados medicinales, que en el año 1922 son registrados en Sanidad con el nombre de “Específicos Miguez”, dando origen a unos de los legados del P. Faustino, el “Laboratorio Miguez”. Este surge de la conjunción de varios rasgos característicos en él: caminar cercano a las necesidades de los hombres, la preocupación por el que sufre en el cuerpo, el amor a la ciencia y la convicción que tiene que Dios ha puesto en la naturaleza los medios suficientes para curar la enfermedad, y precisamente en las plantas.
En 1861 Dios le pide de nuevo que se ponga en camino y esta vez es Getafe. Este destino es para Faustino lugar de crecimiento y maduración. Son 8 años de profundo ministerio como escolapio-maestro y director de internos, de intensidad espiritual con sabor a donación y confianza plena en Dios que le salva.
En 1888, vuelve por segunda vez a Getafe, donde pasará los últimos 37 años restantes de su vida, casi la mitad de toda su vida. Su dedicación y entrega a los niños continúa siendo total y desinteresada. Los años pasan y le llega el momento de la jubilación como docente. Pero sabe que en otros campos no es posible la jubilación porque el ser humano sufre bajo el peso del dolor y está necesitado de escucha y de reconciliación y a ello se dedica intensamente. Y Getafe es para él, la experiencia del gozo del silencio. A los 94 años, el Señor le llama a gozar eternamente de su amor.
El P. Faustino sabe que las niñas de su tiempo son “las esposas y madres del mañana”, descubre en ellas “al apóstol de la familia, la parte más interesante de la sociedad, la portadora de paz, y el alma de la familia “.
Desde su experiencia, descubre la necesidad que tiene la niñez femenina de alguien que le guíe por el camino de la promoción humano-cristiana. Su respuesta para hacer presente el Reino entre los marginados con un nuevo proyecto de fundación: la Congregación de Hijas de la Divina Pastora cuyo fin es:” formar el corazón e ilustrar la inteligencia del bello sexo para hacerlo culto y civilizado según el espíritu de Jesucristo, a fin de que sea un día el alma de la familia y la salvación de la sociedad”.
La Congregación se extiende pronto por varios lugares de España, y en 1923 las Religiosas se hacen presentes en diversos países de América y Africa.
El P. Faustino fue un hombre al que sólo Dios llenó su corazón. Su camino en este amor se orientó hacia la entrega de los niños y jóvenes:”sus discípulos, los pobres, los enfermos y cuantos acudían a él experimentaron la bondad de su alma”. Sabe que la vida en un don recibido para darlo generosamente. Su frase preferida: ” dejemos obrar a Dios que sabe lo que nos conviene”.
Su larga vida consagrada al Señor termina en Getafe el 8 de marzo de 1925.
El 25 de octubre de 1998, el P.Faustino fue Beatificado en Roma, por el Papa Juan Pablo II.
San Benito Menni

Hno. de San Juan de Dios, Pbro.
Fundador de las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón (1841-1914)
Nace en Milán (Italia) el 11 de marzo de 1841. Bautizado el mismo día en la parroquia de Santa María alla Fontana con el nombre de Angel Hércules. Fueron sus padres Luis Menni y Luisa Figini, ricos comerciantes de sólido prestigio por la honradez de su conducta social y profesional.
En 1856 Italia se encontraba enfrentada con Austria y vivió la experiencia de la guerra. El joven Angel se ofreció voluntario para transportar heridos desde la estación de Milán hasta el hospital de Araceli, perteneciente a la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios. Esta circunstancia le puso en contacto directo con el sufrimiento humano y con la Orden Hospitalaria, contactos que serán definitivos en su itinerario espiritual.
1 de mayo de 1860, ingresa en la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, en el convento-hospital de Santa María de Araceli, en Porta Nova (Milán). El día 13 recibe el hábito religioso, con el nombre de Fr. Benito, y el 17 de mayo del año 1864 concluido el tiempo de formación emite los votos solemnes.
Por una manifestación confidencial, se sabrá que el joven Menni recibió la inspiración de abrazar la vida religiosa contemplando un cuadro de la Virgen, delante del cual solía arrodillarse diariamente, en Milán, y rezar devotamente. Así se explica el destacado sentido mariano que caracterizará su espiritualidad.
14 de octubre de 1867, es ordenado sacerdote en la Orden de San Juan de Dios; ese mismo año es recibido por el Papa Pío IX, quien le bendice diciéndole “Hijo mío, vete a España con la bendición del cielo, a restaurar la Orden en su misma cuna”. El joven hospitalario se asusta: tiene sólo 26 años. Después de los decretos de Mendizábal (1835 y 1836) la Orden Hospitalaria se había extinguido. Había que partir de cero, en un clima de abierta hostilidad a todo lo religioso, entre guerras y revoluciones.
También en 1867 abre en Barcelona el primer Hospital Infantil de España. Desde 1874 a 1876 presta asistencia, con un grupo de hermanos de S. Juan de Dios, a los heridos de la Guerra carlista en el norte de España.
23 de febrero de 1877, el P. Benito Menni obtiene la autorización para abrir un hospital psiquiátrico en Ciempozuelos (Madrid). Será la casa-madre de la restauración de la Orden en España.
Muy pronto se dio cuenta de que el Señor necesitaba manos femeninas y corazones de madre para atender a las enfermas mentales y a niñas minusválidas. Pedía luz a la Virgen. Después de varias peripecias, el día 22 de junio de 1880, recibe en Ciempozuelos a Mª Josefa Recio, a Mª Angustias Giménez, procedentes de Granada, con las que un año después fundará la Congregación de Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús. El 31 de mayo de 1881, entrega el hábito de religiosa a Mª Josefa Recio, a Mª Angustias Giménez y a otras 8 jóvenes. Comienza su andadura la nueva Congregación.
El 27 de septiembre de 1882, el Cardenal de Toledo, Juan Ignacio Moreno, aprueba para 5 años, las Constituciones elaboradas para las hermanas por el P. Menni. EL 30 de octubre de 1883, muere en Ciempozuelos Mª. Josefa Recio a consecuencia de una grave agresión que recibió de una enferma mental.
El 25 de junio de 1892, el Papa León XIII aprueba la Congregación como Instituto de Derecho Pontificio. El 2 de agosto de 1897, fallece en San Baudilio de Llobregat Mª Angustias Giménez, cofundadora de la Congregación y el 16 de marzo de 1908, la Santa Sede aprueba definitivamente las Constituciones de la Congregación.
El P. Benito Menni fue restaurador de la Orden de San Juan de Dios no sólo en España sino también en Portugal y México.
Desde 1884 hasta 1903, Superior Provincial de España.
En 1909 fue nombrado Visitador General de la Orden y en abril de 1911, por decreto de la Sagrada Congregación de Religiosos, Superior General de la Orden; en 1912 presentó su dimisión que fue aceptada. Cuando cesó en su cargo de Provincial, había fundado numerosas casas, hospitales y colegios.
Al final de su vida Cristo le asocia al misterio de su muerte, mediante la soledad, silencio y lejanía de sus seres queridos.
24 de abril de 1914. A las 9 de la mañana fallece santamente el Padre Benito Menni en Dinan (Francia). Le asiste espiritualmente el padre Cassio Lambert, OH.
El Provincial, P. Rubio, apenas recibida la noticia, solicita del Vicario General el traslado de los restos mortales a España. Después de las muchas dificultades, por fin se ordena el traslado del cadáver a Ciempozuelos. Sus restos fueron colocados en el tren, pero al llegar a la frontera de Irún, las autoridades españolas no permitieron el paso hasta no estar embalsamado. Solucionado el problema continuaron todos el viaje hasta Madrid, a donde llegaron el 5 de mayo. Prosiguieron los preparativos para el traslado a Ciempozuelos. Todos los Hermanos y Hermanas junto con gran afluencia del pueblo y el Ayuntamiento en pleno y con grandísima emoción salieron a la estación para recibirlo y acompañarlo. Tras un solemne funeral, trasladado al cementerio, fue inhumado en la capilla de los Hermanos de San Juan de Dios, donde permanecieron sus restos mortales hasta su traslado definitivamente en la capilla-panteón de la Casa Madre de las Hermanas Hospitalarias en el año 1924. El cuerpo del nuevo Santo descansa junto con los de Josefa y María Angustias, cofundadoras.
23 de junio de 1985. En solemne ceremonia, celebrada en Roma, el Papa Juan Pablo II beatifica al padre Benito Menni.
El P. Menni contempla a Jesús como misericordia, y así vive su experiencia de Jesús. Estos pensamientos infunden en el espíritu de Menni un profundo sentido de la gracia. Su experiencia personal de Cristo evoluciona hacia un gran dinamismo apostólico. La espiritualidad del P. Menni es una espiritualidad profundamente encarnada… lo que hicisteis a uno de éstos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis (Mt. 25,40). Jesús está en el centro de su espiritualidad y de toda su vida. Jesucristo es la manifestación de un Dios que es Amor, Misericordia, Bondad y Sanación para todas y cada una de las personas. Samaritano de la humanidad que se detiene ante la persona doliente. No hay amor más grande, nos dice el mismo Jesús que dar la vida por los hermanos. El Dios misericordioso se revela de forma especial en Cristo Crucificado, en su pasión y muerte por amor a los hombres. El Cristo crucificado y sufriente se revela de forma especial en los enfermos. El misterio pascual se va realizando en su vida a través del sacrificio y trabajo apostólico, del ministerio de Buen Pastor de hermanos y hermanas, a través del perdón a aquellos que le difaman y calumnian. Su experiencia de Cristo está íntimamente unida a María. Ella nos conduce al misterio de Cristo. Vive esta espiritualidad con un profundo espíritu eclesial; sabe bien que su carisma y apostolado es la expresión de la vida y santidad de una Iglesia Samaritana.
2 de marzo de 1999: La sesión plenaria de Cardenales y Obispos da su voto positivo a favor de un milagro atribuido al beato Benito Menni.
21 de noviembre de 1999, festividad de Cristo Rey: En Roma, en solemne ceremonia es canonizado el P. Benito Menni por el Papa Juan Pablo II.
Damos gracias a Dios y celebramos la canonización del primer Santo de nuestra Diócesis de Getafe. También agradecemos al Señor el don de estas mujeres de Dios “las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús” que, con coraje, siguen el ejemplo de vida de su Fundador al servicio del Hombre que sufre, evangelizando por medio de la Hospitalidad.
Beata Juana de la Cruz
Carmelita Descalza (1905-1936)
Beata Mª Angeles de San José

Carmelita Descalza (1905-1936)
Nace en Getafe (Madrid) el 5 de marzo de 1905.
Bautizada el día 12 del mismo mes y año en la parroquia de Santa María Magdalena de Getafe, (catedral).
Se le puso el nombre de Marciana, era la décima de la familia. Fueron sus padres Manuel Valtierra y
Lorenza Tordesillas. De carácter manso y tranquilo. Era la alegría de su casa. Su familia estaba rodeada
de religiosas; tres hermanas de su padre fueron monjas de clausura, de vida muy edificante, así como dos
primas y una sobrina carmelita descalza en Alcalá de Henares. Su hermana Marcelina también entró en las
Concepcionistas franciscanas de Alcalá de Henares.
Con 3 años ingresó en el colegio que en Getafe tienen las religiosas de la Sagrada Familia, en esta fecha ya había perdido a su madre. Comenzó pronto a destacar por sus virtudes; era dócil, humilde, aplicada, piadosa, encanto de maestros y compañeras de colegio. Y comenzó a manifestar esas virtudes que distinguirían toda su vida. Desde su juventud la caridad era su virtud más sobresaliente; se desvivía por los pobres, a los que ayudaba en sus necesidades. Jamás se buscaba en nada y era toda alegre y amable para los demás, hasta el punto que una de sus amigas decía: ”Si vivimos mucho, veremos a Marciana en los altares”. Su espíritu misionero le llevaba hasta jugar a la lotería con intención de darlo a los misioneros y siempre le tocaba algún pequeño premio.
El 3 de junio de 1910 recibió el Sacramento de la Confirmación.
El 1 de mayo de 1913 hizo su primera comunión, para la que se preparó con muchos sacrificios, deseando desde ese hermoso día consagrarse por entero al Señor en la vida religiosa. Ese día deseó vestir a una niña pobre. Nadie supo la profundidad de aquel encuentro tan deseado, que se reflejaba en sus ojos. No hay que creer que era una niña osca y retraída, hacía muy bien los papeles que le confiaban en el colegio en los teatrillos; hizo llorar al público representando el de huerfanita, cuando aún era muy pequeña. La caridad era su virtud favorita. Con muy pocos años ayudaba a su madre a repartir limosna a los pobres, que quería hacerlo por su mano, si veía alguno por la calle le preguntaba si había comido y se lo llevaba a su casa. Ya de mayor cosía ropa para los niños pobres, se alistaba en las Conferencias de San Vicente de Paúl para ir a visitarlos, y socorrerlos también palabras evangélicas. Pertenecía a las Hijas de María y al Apostolado de la Oración y daba catequesis a los niños. Con celo apostólico se desvivía por la propagación de la fe, juntaba limosnas y sellos para las misiones.
¡El gran valor que tiene el ambiente cristiano de la familia para la formación y maduración de la fe de sus miembros!
Sus grandes devociones fueron siempre el Sagrado Corazón de Jesús y la Santísima Virgen. Tuvo la dicha de asistir el 30 de mayo a la consagración de España. Hecha por el rey Alfonso XIII en el Cerro de los Angeles.
A los 12 años escribía a su hermana religiosa “cuando perdí a mamá, como era tan pequeña, no me di cuenta de lo que perdía. ¡ Cuánta falta me hace! pero he tomado por mi Madre a la Santísima Virgen”.
El cuidado de su padre y de dos tías, una de ellas paralítica, retrasaron el cumplimiento de su vocación. Era un sacrificio, pero lo sufría con paz viendo la voluntad de Dios. Es natural que viviendo tan cerca del Cerro de los Angeles, donde florecía el convento de Carmelitas Descalzas, subiera a pedir puesto en sus filas. La recibió la Madre Maravillas, pero tuvo que desengañarla. No había plaza en el número limitado por la regla. Tendría que esperar, mucho tiempo. Pero la aspirante tenía prisa, ¡ bastante lo había demorado, por caridad con sus familiares!
El 14 de julio de 1929, cumplidos los 24 años con la sonrisa en los labios, disimulando su dolor ante la pena de sus queridos, dejaba casa, padre y hermanos y recibiría el ciento por uno, entrando en el Carmelo de San José de Guadalajara. Era feliz, ya “sola con Dios solo” en el puerto deseado.
En 1930 toma el hábito con el nombre de Mª Angeles de San José. Elige este nombre por amor a la Virgen de los Angeles; hoy patrona de la Diócesis de Getafe, bajo esta advocación.
El 21 de enero de 1931 hizo su profesión simple y tres años más tarde la solemne. Destacó entre otras muchas virtudes por su humildad y caridad, huía de sobresalir en algo.
El 26 de marzo de 1934 pasó por la pena de perder a su padre, fue muy doloroso para su corazón, pero disimulaba, era una de las cualidades de su carácter. El anhelo del martirio crecía en cada corazón de estas benditas 18 carmelitas que componían el Carmelo de San José. En Alcalá, Guadalajara y Madrid no solo los oficiales del Ejército sino también los sacerdotes eran insultados públicamente y martirizados.
El 22 de julio de 1936, Guadalajara fue tomada. Había que abandonar el convento. Las monjas vestidas de seglares se disponían a salir cuando llegó el capellán D. Eulogio Cascarejo (que poco después alcanzaría también la palma del martirio), a darles la comunión y les dijo: “Comulguen por viático”. En estos momentos acude la portera y les dice que no se demoren en salir pues vienen a quemar el convento. Salen de dos en dos y se reparten en casas conocidas, allí oran sin cesar.
El 24, siendo muchas en el mismo lugar y comprometiendo a la dueña, salen para la casa de otra amiga suya: la Hna.Teresa, Hna. Pilar y la Hna. Mª Angeles. Salen sobre las 4 de la tarde y al pasar junto a un camión donde unos milicianos estaban merendando, una miliciana al verlas, exclamó: “Disparadles, son monjas”. Se bajan del camión y van en su busca. Ya habían entrado en el portal, pero las obligan a salir a la calle. La primera en salir es la Hna. Mª Angeles de San José, le dispararon varios tiros, cae mortalmente herida y en el silencio entrega su vida a Dios. ¡ El amor a Jesús es más fuerte que la muerte!. La noche anterior le había dicho a la Priora: ”¡Madre, qué dicha si fuéramos mártires!”
Uno de sus confesores manifestó: ”La hermana Mª Angeles habría alcanzado la santidad, aunque no hubiera padecido el martirio”.
Vivió con fidelidad toda su vida “La aventura de su entrega”.
Del himno que se canta en honor de las tres mártires que no jugaron a ser monjas, ni a ser santas sino que vivieron siéndolo en serio y por ello dieron su sangre:
“Tres palomas del Carmelo
volaron hacia el Señor
tan alto alzaron el vuelo
que dieron caza al AMOR”
El 15 de marzo de 1941, el P.Silverio de Santa Teresa, previos los trámites requeridos, se recuperan los restos y trasladarlos a su querido convento, yacían en una fosa común; fueron pronto reconocidas, llevaban aún en su pecho sus crucifijos y restos del cilicio y de la disciplina, joyas que la Hna. Mª Angeles llevaba consigo al dejar el claustro. Estuvieron dos días depositados en la capilla del cementerio cada una en su humilde caja de madera. El 17 de marzo fue el traslado triunfal de allí al convento. Al día siguiente fueron colocadas en los nichos de la pared frontal de la cripta del Monasterio.
El 21 un piadosísimo funeral cerró los cultos. Lo ofició, con gran emoción, D.Julián García, hermano de la Hna.Teresa del Niño Jesús.
El 29 de marzo de 1987, fue beatificada por el Papa Juan Pablo II, junto con las hermanas Teresa del Niño Jesús y Mª del Pilar de San Francisco de Borja.
Beato Jacinto Hoyuelos González

Hno. de San Juan de Dios (1914-1936)
Nace en Matarrepudio (Santander) el 11 de septiembre de 1914, de padres cristianos ejemplares, don Flaviano Hoyuelos y dñª Dalmacia González. Bautizado al día siguiente, día 12, festividad del Dulce Nombre de María, poniéndole por nombre Jacinto. El nombre de Jesús y el rezo del Ave María, nos dice su buena madre, fueron las primeras palabras que aprendió a balbucir Jacinto. Se distinguió desde niño por su piedad y caridad, llevando a su casa a los pobres y mendigos que se encontraba en la calle sin alojamiento.
19 de octubre de 1921, recibe el sacramento de la Confirmación en la parroquia de Barruelo (Palencia), a donde sus padres se habían trasladado cuando Jacinto tenía 6 años.
A los 8 años lo inscribieron en el Colegio de Hermanos Maristas. Estos Hermanos le prepararon para recibir la primera comunión. Su conducta en el colegio, según testigos de su vida, era modelo, a pesar de sus cortos años.
Tendría 9 años cuando sus padres se trasladan a Menaza, pueblecito de Palencia, donde tuvo la suerte de dar con un maestro excelente, don Rufino Bruno, que continuó la labor comenzada por los buenos Hermanos Maristas, arraigando en el alma de Jacinto ideas y principios sólidos. A este profesor recordaba Jacinto siempre con gratitud y gran cariño. Tantas buenas obras practicaban los cristianos padres de Jacinto, y, sin duda la más hermosa, era compartir el pan de su pobreza con los pobres. Recibían con frecuencia y alojaban en su modesta casa a pobres y mendigos transeúntes. Estas obras de misericordia de los padres se arraigaron en el corazón de Jacinto, que pronto aprendió a sentir compasión hacia los pobres, y a socorrerlos en la medida de sus fuerzas. Cuando veía un pobre se acercaba a él, trababa conversación, y de tal manera se conmovía que acababa por llevarlo a su casa y presentarlo a su madre, diciéndole: “Madre este pobre no tiene dónde dormir esta noche y no ha comido hay, recíbalo V. y que coma” Sin duda Dios iba disponiendo su corazón desde estas experiencias a la vocación hospitalaria. Cuando ya era religioso, escribía a sus padres, les decía entre otras cosas: ” Den limosna a los pobres, y en cuanto puedan, recojan alguno en casa, para que cuando les den de comer, o les lleven a acostar, se acuerden de su hijo, que practica las mismas obras de misericordia; todo sea por Dios”
A los 16 años, hubo de abandonar la casa paterna y ponerse a servir de labrador. Antes de separarse de sus padres, que les costó no poco, en especial a su madre recomendándole con amor maternal: ” Hijo, comienzas a volar, reza todos los días a la Virgen, y repite esta oración: Señor Dios Todopoderoso, dirígeme por el camino de la paz y felicidad, y que todos mis pensamientos, palabras y obras sean dirigidas a honraros y que el arcángel San Rafael me acompañe para que vuelva sin daño alguno de alma y cuerpo”.
Por medio de su párroco don Eleuterio Calderón, que le orientó vocacionalmente, conoció la Orden Hospitalaria e ingresó en ella.
El 8 de septiembre de 1935, emitió en Palencia su Profesión religiosa.
El 27 de enero de 1936, hubo de dejar el remanso de la casa noviciado para trasladarse a Ciempozuelos (Madrid). Allí era soldado de la quinta del 35 y debía presentarse en la zona militar de Getafe, a donde estaban adscritos los Hermanos comprendidos en este servicio militar, y pasar luego a cumplir este servicio en la Clínica Militar de Ciempozuelos. Lo enfermos mentales militares eran asistidos en la casa de los Hermanos de Ciempozuelos y los religiosos sujetos al servicio militar cumplían allí este deber con la Patria. Al ser detenido el H. Jacinto con la Comunidad por los milicianos el 7 de agosto, fue reclamado y salvado de momento por el Dr. Sloker, jefe de esta Clínica Psiquiátrica Militar, alegando que era soldado a sus órdenes. Los milicianos andaban, sin embargo, tras de él. En confianza comentaba “Esta gente parece que quiere matarnos; ¿por qué nos querrá tan mal? ¿Qué les hemos hecho?. Si nos matan, seremos mártires”.
El Hermano Jacinto seguía repitiendo sus tareas, sencillamente amoldándose en todo momento al servicio de la Clínica. Poco hablador, pero en sus últimos días más silencioso y a veces preocupado; su servicio lo efectuaba con la puntualidad habitual; pero demasiado solo como había quedado evocara con tristeza su pasada vida con los demás hermanos.
El 18 de septiembre de 1936, viernes por la noche fue detenido por varios enfermeros milicianos, que le incitaban a blasfemar, pero al no acceder, lo maltrataron y condenaron a ser fusilado. Llevado a las afueras de Ciempozuelos, en el puente de la vía cerca de la estación, lo descolgaron ahorcándolo colocada una soga al cuello, donde al caer, quedó estrangulado y dispararon después contra él. Dejó un charco de sangre debajo en el suelo.
Al día siguiente, 19 de septiembre, a las 9 de la mañana de 1936, levantan su cadáver el señor juez municipal, auxiliado por el médico don Enrique Rivas Hodar, en el puente conocido de San Cosme. Reconocido minuciosamente por el facultativo.
Un juicio de su muerte expresa que prefirió “morir por Jesucristo y confesarle, antes que apostatar de la religión, siendo mártir de la fe, mártir de la obediencia y mártir de la hospitalidad”
El 17 de junio de 1937, previos los trámites requeridos, se procedió a la exhumación como consta: “En la Villa de Ciempozuelos (Madrid) en virtud del mandato expedido en Navalcarnero, por el Sr. D.Juan Francisco Morán, Vicario General de la Diócesis de Madrid, en que se autoriza la exhumación de los restos mortales de Fray Jacinto Hoyuelos González, y su traslado al Cementerio de los Hermanos de San Juan de Dios.”
Ya el 25 de octubre de 1992, Jacinto Hoyuelos González fue beatificado por el Papa Juan Pablo II, junto con otros 69 compañeros.
BEATOS GUILLERMO LLOP, JUAN JESUS ADRADAS Y COMPAÑEROS MARTIRES DE LA COMUNIDAD DE CIEMPOZUELOS.
Los Hermanos mártires beatificados del Sanatorio psiquiátrico San José (hoy Centro San Juan de Dios) de Ciempozuelos son 31: 21 sacrificados en Paracuellos del Jarama, 7 colombianos en Barcelona y otros 3 muertos en momentos y lugares diversos cercanos a Ciempozuelos.
Este centro y su numerosa comunidad empieza pronto a vivir momentos de inquietud desde los primeros meses del año 1936 no faltaban grupos subversivos. En el mes de mayo se pone dentro del sanatorio una escolta militar como protección y en julio se convierte en un verdadero régimen de terror. Los milicianos circundan todo el perímetro del hospital «para que no se escapase ningún fraile». El día 31 de julio el centro es nacionalizado: la junta municipal nombra dirigentes, los cuales suprimen todo culto y los símbolos religiosos. La comunidad hace sus rezos en la capilla del Noviciado. La tensión crece: un día el superior Beato Guillermo Llop en el refectorio, les dice: «Hermanos, ha llegado la hora de sufrir persecución; el Señor sin duda, quiere hacemos dignos de tanta merced; ahora pues, démonos el último abrazo y roguemos los unos por los otros». El 5 de agosto una miliciana seguida de un grupo entra en el noviciado provocando un altercado contra el maestro de novicios, Beato Juan Jesús Adradas, y burlándose de él con formas obscenas.
Dos días después, el 7, toda la comunidad queda arrestada y pasa la noche en una sala; los milicianos les decían: «Poco os queda ya de vida; mañana será fatal para vosotros. Se acabaron vuestros rezos y vuestras beaterías; vais a morir todos». Ante todo ello, el superior pide protección: el 8 por la tarde en dos autocares con Guardias de asalto 53 religiosos son llevados a la Dirección General de Seguridad; la noche del 9 son trasladados a la cárcel de San Antón, donde permanecen casi cuatro meses. En la misma los sacrificios, privaciones, villanías, irreverencias, son incontables; pero los Hermanos (también otros muchos) tienen en los Beatos Llop y Adradas un sostén y un eficaz estímulo moral y espiritual. El martirio les llega al final del mes de noviembre: el día 28, fecha en la Orden dedicada a la traslación de los restos de San Juan de Dios, en dos grupos, 15 Hermanos, y el 30 otros 6, son fusilados en Paracuellos de Jarama, cerca de Madrid. Su despedida es: «i Hasta el cielo!, I Dios sea bendito!». Son sepultados en fosas comunes y no se conservan sus restos. Abierto el Proceso de su santidad por martirio en Madrid el año 1952, han sido beatificados por Juan Pablo II en Roma el día 25 de octubre de 1992. Su fiesta litúrgica se celebra el 30 de julio.
Los martirizados fueron:
Beato Guillermo Llop Gaya.
Beato Juan Jesús Adradas Gonzalo, sac.
Beato Clemente Díez Sahagun.
Beato Lázaro Múgica Goiburu.
Beato Martiniano Melendez Sánchez
Beato Pedro María alcalde Negredo
Beato Julián Plazaola Artola.
Beato Hilario Delgado Vilchez
Beato Pedro de Alcántara Bernarte calzado
Beato Juan Alcalde Alcalde.
Beato Isidoro Martínez Izquierdo
Beato Angel Sastre Corporales.
Beato Eduardo Bautista Jiménez.
Beato José Mora Velasco, sac.
Beato José Ruiz cuesta
Beato Diego de Cádiz García Molina.
Beato Román Touceda Fernández.
Beato Miguel Ruedas Megías.
Beato Arturo Donoso Murillo.
Beato Jesús Gesta de Piquer.
Beato Antonio Martínez GilLeonís.
Beato Flavio Argüeso González.
Beato Francisco Arias Martín, sac.
Beato Tobías Borrás Romeu.
Beato Ruben de Jesús López Aguilar.
Beato Arturo Ayala Niño.
Beato Juan Bautista Velázquez Pelaez.
Beato Eugenio Ramírez Salazar.
Beato Estaban Maya Gutiérrez.
Beato Melquiades Ramírez Zuloaga.
Beato Gaspar Páez Perdomo.