familioinsegundaetapaweb¿Cómo dices? ¿Que vais a hacer el Camino de Santiago en siete años? ¿Y encima vais con los niños? Pero… ¿estáis locos o qué? Éstas suelen ser las preguntas que nos hacen amigos y familiares cuando les contamos el plan que se inició el mes de noviembre pasado.
Y el fin de semana del 10, 11 y 12 abril completamos otra etapa de esta maravillosa propuesta que ha salido desde la Acción Católica de nuestra Diócesis: dos etapas del Camino de Santiago al año hasta el 2021.

 

La idea es una auténtica provocación en esta cultura de lo “inmediato” en la que estamos inmersos. La vista la tenemos puesta en el Año Santo de 2021, y las etapas se irán completando durante dos fines de semana al año.
Esta vez el recorrido partía de Pamplona a Puente La Reina, etapa que realizamos el sábado, y el domingo anduvimos hasta Estella. Unos 40 kilómetros en total.
El viernes partimos desde Boadilla del Monte en dos autobuses y llegamos ya por la noche a nuestro “campamento base”, el albergue junto al castillo de Javier. El sábado por la mañana nos reunimos los 130 peregrinos (de los que casi cien eran niños) en Pamplona e iniciamos la tercera etapa de este camino. En ella hay una difícil subida al Alto del Perdón, que nos regaló una impresionante vista.
Pudimos pasar junto a la fuente de la Reniega. La leyenda cuenta que, en este lugar, el diablo ofreció agua a un peregrino sediento a cambio de que renegara de Dios, la Virgen y Santiago. El peregrino, medio moribundo, despreció la bebida y rezó hasta que el demonio se fue y apareció la fuente que le sació.
Poco después llegamos a Uterga, donde pudimos celebrar misa. Nuestro Obispo, D. Joaquín, nos regaló tres palabras clave que definen muy bien los encuentros con Cristo, y que han ido resonando a lo largo de la peregrinación y que todos guardamos en el corazón: sorpresa, alegría y misión.
La primera, la sorpresa, la hemos podido comprobar con esta misma peregrinación. Una verdadera forma de ir a contracorriente, una paradoja para nuestra vida. También la comprobamos con el sol inesperado que iluminó nuestro camino y nos dio mucho ánimo. “Si hubierais venido la semana pasada, no habríais podido pasar por aquí del barro que había”, nos avisó un peregrino con el que nos encontramos.
La segunda, la alegría, se mostró a raudales. En cada mano amiga entre los peregrinos, en la vivencia de Iglesia en camino que tuvimos, en la constatación de una verdadera comunidad.
Continuamos nuestro camino hasta Puente La Reina, que debe su nombre precisamente al puente que cruza su río, construido especialmente para los peregrinos: una bella metáfora de la providencia del Señor. Y conscientes de estar tan cuidados por Él y del privilegio de cruzar un puente pensado para nosotros, llegamos al final de la etapa.
La última etapa se desarrolló durante el domingo, pasando por Mañeru, Lorca (donde su  amigable párroco nos acogió en su iglesia para celebrar misa), Villatuera y finalizamos en Estella. La larga fila de peregrinos que organizamos discurrió entre viñedos y campos recién sembrados.
Llegaba el momento de subir a los autobuses para volver a casa. Había finalizado la etapa, pero ¿de verdad había acabado? Desde luego que no, porque ahora comienza la misión. Ésa de la que nos habló D. Joaquín, ésa a la que están llamados los que han conocido a Cristo vivo y no pueden guardar el candil bajo el celemín.