javieradawebEl fin de semana del 24 al 26 de abril, más de 400 jóvenes de la Diócesis de Getafe peregrinaron al Castillo de Javier, en Navarra, con motivo de la Javierada 2015.
Bajo el lema ‘Todos creerán en Él’, los jóvenes de nuestra Diócesis con edades comprendidas entre los  16 y los 30 años se congregaron una vez más en esta peregrinación anual, donde caminaron juntos con un único motivo: encontrarse con esa sonrisa que lo ilumina todo, con ese Cristo al que tanto rezaba San Javier, y que es la esencia de su misión.
Durante estos tres intensos días de oración, recogimiento y diversión, se dejó patente que Cristo vive, que ha vencido a la muerte y ha resucitado.
La misa del domingo, como clausura y ofrecimiento de los frutos de la peregrinación, estuvo presidida por el Obispo, D. Joaquín María López de Andújar, y concelebrada por todos los sacerdotes de la Diócesis que acompañaron a los jóvenes de sus parroquias.
En la homilía, D. Joaquín invitó a seguir el ejemplo del buen pastor que ha conocido a las ovejas, porque somos únicos para Jesús, y por ello tenemos que hablar con Él para poder amarle y dejarnos amar.
El buen pastor da la vida por sus ovejas, quiere que entreguemos la vida para apreciarla y darla para recuperarla; reúne a sus ovejas y las lleva a la Iglesia. Tenemos que aprender a querer los errores de nuestros hermanos y acogerlos; busca a la oveja perdida, pues debemos involucrarnos en la búsqueda de aquellos que no conocen a Dios, porque para eso hemos sido elegidos.
Además, hizo hincapié en la importancia de vivir unidos, “vivir en comunidad”, y que lo vivido en la peregrinación, toda esa ayuda experimentada, no se quede en un hermoso recuerdo de un fin de semana, sino que perdure cuando lleguemos a nuestra casa, a las parroquias y, sobre todo, en nuestro entorno, un ambiente hostil ante el cual los cristianos somos vulnerables, porque “la peregrinación no acaba aquí, hay que salir a evangelizar”.
Cada momento de oración, cada Eucaristía, cada alegría, el cansancio de recorrer a pie un largo camino, cada lágrima derramada al postrarse con devoción ante San Francisco Javier y la sonrisa de ese Cristo que te mira feliz desde la Cruz a pesar de tus pecados, supera con creces el agotamiento físico. Porque como ha demostrado esta Javierada, con Cristo todo se puede.