cronicafranciawebUn grupo de 18 jóvenes de la Parroquia San Juan de Ávila, en Móstoles, peregrinó con su sacerdote, Juan del Rey, y su diácono, Francisco Javier Zaera, a Francia entre el 18 y el 25 de julio.
Estos peregrinos pasaron por Barbastro, donde murieron 51 mártires claretianos en 1936, y su sangre les llenó de deseos de santidad por su ejemplo de fidelidad a Jesucristo.
En Cuet fueron acogidos por monjas haitianas de la Orden de las Pequeñas Siervas de Jesús Hostia y el Inmaculado Corazón de María, que dieron testimonio de su vida religiosa llena de alegría y oración.
Continuando la ruta por ciudades de Francia, fueron a Annecy, lugar de San Francisco de Sales, donde un fallo de iglesia para la celebración de la misa diaria se convirtió en una jornada llena de fraternidad entre el grupo, durante la que compartieron no sólo las risas y la comida, sino el agua del lago con el agua más cristalina de Europa. Fue un día para aprovechar y ser Iglesia, familia santa.
En Ars conocieron al Santo Cura de Ars, patrono de los sacerdotes, y celebraron la misa en su santuario junto a su cuerpo incorrupto. Dio ejemplo de celo apostólico, penitencia por sus fieles y confianza en la Providencia, y los peregrinos aprendieron qué es un sacerdote santo.
En Paray-le-Monial no sólo tuvieron el honor de tener retiro en la capilla de San Claudio de la Colombière y misa en la Capilla de las Apariciones con Santa María Margarita Alacoque de cuerpo presente, sino que, en la misa, Dios dio el regalo del testimonio de una señora francesa que se hallaba allí por el encuentro de L´Emmanuel.
"Es la primera vez en mis 60 años que me dicen que Jesús me ama con el corazón abierto y es verdad, yo esperaba una gracia y habéis sido vosotros", dijo a los peregrinos.
Terminando la ruta por Francia, fueron a Avignon, lugar de caos católico por el conflicto de los tres Papas en el siglo XIV, y dieron un paseo por el Palacio Papal mostrando su alegría con cantos y bailes.
Pero el Señor no les llamaba a eso, sino que en Venasque tuvieron la oportunidad de conocer a Laurence, vicario de la Parroquia San Carlos Borromeo, en Villaviciosa de Odón, y que pertenece al Instituto Seglar de Notre-Dame de Vie, quien hizo de guía en el Santuario de esta institución y en el pueblo.
Ya de vuelta a España, el grupo celebró la Eucaristía en la cueva de Manresa donde San Ignacio de Loyola escribió los Ejercicios Espirituales.
En el Santuario del Sagrado Corazón de Tibidabo se encontraron con el corazón de Jesús Eucaristía, mirándole cara a cara y diciendo sí a su voluntad en una Hora Santa.
Terminaron en la Basílica del Pilar de Zaragoza ofreciendo sus vidas a la Virgen, y regresaron a sus casas inflamados por el corazón de Jesús, convencidos de que lo mejor es seguir el plan de Dios.
Fue una gran experiencia de fraternidad, de comunión de los miembros de la Iglesia, en la que comprobaron la presencia de Dios en personas muy diferentes y vieron el rostro de Cristo a través de la Iglesia.