Javierada16web Cientos de jóvenes de la Diócesis peregrinaron hasta el castillo de Javier (Navarra) del 15 al 17 de abril para participar en la ‘Javierada’ de este año, organizada por la Delegación de Juventud. Desde su Secretaría han querido hacernos llegar esta crónica testimonial del viaje:
 
Con el lema ‘Mirad mis manos y mis pies, soy Yo mismo’ (Lc 24, 39), hemos disfrutado de una gran peregrinación a Javier. El pasado fin de semana, viernes 15 de abril, partían desde varios puntos de la Diócesis cinco autobuses con jóvenes de distintas parroquias. Ha habido momentos de encuentros personales y de compartir la fe, o de transmitirla a quien aún no ha conocido al Señor, por medio de las catequesis, el rezo de la liturgia de las horas, el silencio, el camino a pie, las veladas, el viaje en autobús, las eucaristías, la Hora Santa, las conversaciones con los demás, la acogida en los distintos lugares, la visita al castillo y el encuentro con el Cristo sonriente…
 
La presencia de nuestro obispo auxiliar, D. José Rico Pavés, ha sido muy enriquecedora para todos, con sus palabras y, sobre todo, con su testimonio de querer ser uno más, un “hacerse todo a todos”, en palabras de San Pablo.
 
El viernes salimos rumbo a Tudela, donde pudimos alojarnos en el colegio de los P. Jesuitas, que nos recibieron con gran cariño y generosidad.
 
El sábado, con un poco de madrugón, partíamos, ya con el pan en la mochila, en los buses camino de La Foz de Lumbier, desde donde Yago Fernández de Alarcón, vicario parroquial en Santo Domingo de Silos (Pinto), nos motivaba para empezar la marcha por aquel paraje lleno de belleza. Kilómetros recorridos entre cantos y el rezo del rosario, hasta llegar a Sangüesa, donde pudimos comer a gusto en la plaza, al lado del convento de los Capuchinos, y disfrutar de un momento de descanso para, después de reponer fuerzas, salir de nuevo en marcha hacia Javier.
 
Unas palabras de Javier Bescós, formador del Seminario, nos ayudaban a desear participar de corazón en las estaciones del Via Vitae, ese recorrido por la vida de San Francisco Javier que nos iba calentando el corazón en esos kilómetros entre montañas y valles antes de llegar al castillo de javier.
 
La tormenta anunciada en el pronóstico del tiempo no se hizo esperar y, durante una media hora, el agua y el viento nos azotaban en la subida del camino, hasta el alto de Javier.
 
Inundados por la Gracia, cruzábamos la puerta de la Basílica, llegando al lugar donde nació el santo. La acogida del diácono Miguel Luengo nos ayudó a entregarnos a Dios y a dar gracias.
 
Instalados y ya recuperados, celebramos la eucaristía con gran deseo de recibir a Dios. Las palabras de Pablo Esteve, nuestro subdelegado, traspasaban nuestro corazón, recordando que Dios está vivo, que Jesucristo es real. Y de aquí, a cenar y a la velada, donde disfrutamos de la imaginación puesta en práctica de los jóvenes y de la representación de una parte del ‘Divino impaciente’ preparada por los seminaristas.
 
Por último, tuvimos la Hora Santa, durante la que Fernando Burgaz, vicario parroquial en la Parroquia Ntra. Sra. del Pilar (Valdemoro), consiguió fijar nuestros ojos y nuestro corazón en Aquél que nos ama, Jesucristo, de corazón vivo.
 
El domingo, fiesta del Buen Pastor, con gran ilusión rezábamos Laudes y escuchábamos a Alejandro Rivas –diácono en la Parroquia Santo Domingo de Silos (Alcorcón), esperando con entusiasmo la visita inmediata al Cristo crucificado y sonriente. ¡Qué encuentro personal tan deseado!
 
Después de poner en manos del Cristo de la sonrisa nuestras intenciones y peticiones, nos dispusimos a salir hacia Tudela, donde nos esperaba un día soleado para disfrutar de una fantástica comida y, tras ella, Dios se nos volvió a entregar en la eucaristía llenándonos de Él  para poder anunciar así a todos su Palabra y su salvación.
 
Ha sido un fin de semana precioso que nos ha vuelto a dar la vida para seguir edificando una Iglesia joven, en la que Dios pueda llevar su Misericordia al mundo. ¡Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis!