PEREGRINACIONESTAweb La Delegación de Familia convocó a los diocesanos a una marcha por la vida, que se celebró en Cubas de la Sagra el pasado sábado 23 de abril. Éste es el testimonio de la familia Chico-Castellano, que participó ese día:
“Los preparativos de la fiesta que íbamos a vivir nos levantaron de la cama más temprano de la cuenta.
El día amaneció soleado en Cubas de la Sagra y sus alrededores. La temperatura agradable invitaba a salir de casa. 
Los deseos de conseguir la indulgencia plenaria, el recuerdo de la peregrinación del año anterior y las ganas de pedir por nuestro bebé perdido nos impulsaron definitivamente hacia Cubas.
Al ser Pascua, nuestro obispo auxiliar, D. José Rico, dio comienzo a la peregrinación con una oración en la capilla de la Casa de Convivencias de las Misioneras Cruzadas de la Iglesia.
De camino al Santuario de Santa María de la Cruz rezamos los misterios gozosos del Rosario de Nuestra Señora y las letanías de la Sagrada Familia, que ofrecimos por las familias, los niños no nacidos y las madres víctimas del aborto.
Al llegar al Santuario se hizo la foto oficial y hubo tiempo para comprar de rosquillas y un poco de esparcimiento.
Antes de comenzar la eucaristía, con la ayuda de unos papeles decorados con preciosas imágenes, fuimos poniendo nombre a los nonatos.
En un momento de la eucarística depositamos los nombres en una cesta en manos del obispo, delante del altar.
Al final de la misa, después de una emotiva ceremonia, tras haber confesado y comulgado, hicimos la procesión con las velas, entregamos a las hermanas de la clausura la cesta con los nombres de los bebés y les hicimos el amoroso encargo de que recen por cada uno de ellos durante todo el año.   
¡Objetivos cumplidos!
Pero, para los que decidieron quedarse, la fiesta continuaba.
Compartimos una agradabilísima comida juntos y tuvimos una tertulia superentretenida.
Una catequista nos deleitó con la historia del Santuario, dejándonos a todos con la boca abierta (¡tenemos semejante maravilla al lado de casa!).
Como colofón, nada más salir de Cubas, como si Dios hubiese estado aguantando las nubes para no interrumpir una jornada tan especial, diluvió.
En resumen, fue un día espectacular, rodeado de gente estupenda, en un lugar históricamente inmejorable, durante el que hicimos lo mejor que se puede hacer en y por la vida: rezar y compartir.