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Un grupo de 27 sacerdotes de la Diócesis de Getafe, acompañados del obispo auxiliar D. José Rico Pavés, peregrinaron por Italia desde el 24 al 28 de octubre.
El plan está pensado para sacerdotes con menos de cinco años de ministerio, pero cada vez se suman más curas con más experiencia, como signo de fraternidad.
El primer lugar santo que visitaron y que no dejó indiferente a ninguno fue San Giovanni Rotondo, donde pudieron ver los lugares en los que vivió y murió el Padre Pío, santo de nuestros días que revivió en su alma y en su cuerpo la Pasión del Señor.
El Padre Pío ha sido propuesto por el papa Francisco como modelo de pastor con motivo del Año de la Misericordia.
Tras esta visita, de camino a Roma pudieron rezar ante la tumba del apóstol Santo Tomas y también en Lanciano, donde se conserva uno de los milagros eucarísticos más importantes de la historia.
Además, fueron al encuentro de san Benito y pudieron recordar en sus monasterios la importancia que tuvo para la naciente Europa su modo de servir a Dios y a los hombres, lo que le valió el título de patrón de nuestro continente.
Ya en Roma, entre muchas visitas lo más importante fue poder postrarse ante la tumba de San Pedro y San Pablo, las columnas de la Iglesia, ejemplos de lo que Dios es capaz de hacer con su misericordia.
Para D. Javier Merino, sacerdote ordenado el pasado 12 de octubre y participante en la peregrinación, esta experiencia ha sido muy intensa, pero, al mismo tiempo, un alivio, porque le vuelve “a centrar la mirada en el corazón de Cristo, que es nuestro descanso”.
“Entre todos los regalos que Dios me ha hecho estos días quiero destacar el de la fraternidad sacerdotal. ¡Qué bueno e importante es que los sacerdotes podamos pasar tiempo juntos y compartir así alegrías y tristezas, con la certeza de que en la Iglesia nunca estamos solos”, afirmó D. Javier.