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Alcorcón, Ciempozuelos, Colmenar de Oreja, Parla, Navalcarnero o Villa del Prado son algunos de los municipios de la Diócesis que celebraron el fin de semana del 8 al 10 de septiembre sus fiestas patronales.
Eucaristías, ofrendas florales, calles engalanadas, procesiones y mucha devoción se dejaron sentir en las calles de los pueblos diocesanos.
El viernes 8 de septiembre, el obispo diocesano D. Joaquín María López de Andújar presidió la misa en Navalcarnero en honor de Nuestra Señora de la Concepción. A la eucaristía se unieron los representantes de la corporación municipal y cientos de fieles devotos. Las magníficas voces del Coro Municipal de Navalcarnero añadieron solemnidad al acto.
El domingo 10 de septiembre, el obispo diocesano se trasladó al municipio de Ciempozuelos para presidir la misa en honor de la Virgen del Consuelo. El prelado tuvo palabras de agradecimiento a la devoción que todos los habitantes del municipio profesan a su patrona y destacó la importancia de la institución familiar para el bien de la persona y de la sociedad.
En Colmenar de Oreja fue el obispo auxiliar, D. José Rico Pavés, quien presidió la eucaristía en honor de la Virgen de la Soledad, en una celebración muy concurrida en la que los colmenaretes demostraron con sus oraciones y sus cantos su devoción a la patrona.
D. José en su homilía haciendo referencia a la festividad del día, destacó la soledad de María y explicó cómo el gran sufrimiento y el gran temor del hombre a lo largo de la historia, es el de la soledad. “Es en los momentos más duros y difíciles de la vida cuando más se siente el drama de la soledad”, dijo.
Hizo también un recorrido por la historia de la salvación donde aparecen las situaciones de soledad hasta llegar al mismo Cristo, que en el momento supremo de su muerte en la cruz, también sintió el dramático abandono de Dios y la soledad más amarga.
Concluyó diciendo que es en esos momentos de soledad cuando hay que encontrar la esperanza y el consuelo en el amor y la misericordia del Padre, que es quien de verdad nos acompaña.