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Los obispos españoles ganaron hoy el Jubileo en este Año Santo del Centenario de la Consagración de España al Corazón de Cristo al peregrinar al Cerro de los Ángeles (Getafe), cruzar la Puerta Santa y celebrar la Eucaristía en el Santuario del Sagrado Corazón.

 Aprovechando su participación en la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española (CEE), que tiene lugar en Madrid hasta el próximo 5 de abril, los obispos se acercaron al santuario getafense para celebrar la Eucaristía en la iglesia del monumento al Corazón de Jesús, en una ceremonia presidida por el Cardenal Ricardo Blázquez, arzobispo de Valladolid y presidente de la CEE.

 Acompañdo en el altar por el arzobispo de Madrid, D. Carlos Osoro y el obispo de la Diócesis de Getafe, D. Ginés García Beltrán, Blázquez ha comenzado su homília pidiendo a sus hermanos en el episcopado el compromiso de promover la devoción al Sagrado Corazon en sus diócesis de origen y ha afirmado que “el Corazón de Jesús aparece como faro luminoso ante el descarte”.

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Después ha realizado un recorrido histórico por los momentos o experiencias de carácter místico que vivieron los principales impulsores del amor al Sagrado Corazón en distintos momentos de su vida: Santa Margarita María de Alacoque, el beato Bernardo Hoyos y Santa Faustina Kowalska. Y ha nombrado los lugares principales donde se vive esa devoción, entre otros en El Tibidabo (Barcelona), el Cristo del Otero (Palencia), o el santuario de la Gran Promesa (Valladolid) subrayando sobre todo el centro geográfico de España, el Cerro de los Ángeles donde se ubica el Santuario del Sagrado Corazón de Jesús y el convento del Carmelo fundado por Santa Maravillas quien declaró que allí sería “el Señor bien servido”.

A continuación Blázquez ha reflexionado sobre la importancia que tiene el corazón para el cristiano y para toda la Iglesia “el corazón es el lugar donde se da el amor, la compasión y la misericordia, De ese corazón de Jesús es de donde brotan sus palabras ‘Venid a mí todos los que estéis cansados y agobiados que yo os aliviaré’.

El presidente de la CEE también quiso aprovechar la ocasión para perdirles a sus hermanos en el episcopado que pidan al Señor ser buenos pastores “Pastores con corazón, buenos pastores que tomen ejemplo del Corazón de Jesús que ofrece amor y perdón”.

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Para terminar, el purpurado dirigió a todos los presentes unas palabras cargadas de esperanza y les instó a confiar en el amor de Dios, “del que nada ni nadie nos podrá separar, ni la angustia ni la persecución, ni la muerte, ni la vida, porque para el Señor somos más preciosos que un hijo para su madre”.

El obispo anfitrión, D. Ginés García Beltrán, antes de finalizar la ceremonia también quiso dirigir unas palabras de acogida y agradecimientos a los prelados presentes, a los sacerdotes y a las decenas de fieles laicos que se habían trasladado hasta el Santuario para vivir esta celebración jubilar junto a los pastores de la Iglesia.

“Doy gracias a Dios que nos ha traído hasta este Cerro de los Ángeles, en el centro de nuestra geografía hispana, y nos ha permitido celebra la Eucaristía, que hoy es especialmente acción de gracias por el don de la fe de nuestro pueblo y por la misión doblemente milenaria de la Iglesia en España”, dijo D. Ginés.

 “Somos conscientes de que este año no solo era para nosotros, sino que teníamos que haceros partícipes a todos”, señaló García Beltrán que llamó a sus hermanos en el Episcopado a rezar siguiendo los pasos de santa Maravillas de Jesús y del jesuita José María Rubio porque “España se salvará por la oración” y porque necesitamos ese impulso “para poder ser discípulos misioneros” como nos pide el Papa Francisco.

Recordando el lema del Año Jubilar ‘Sus heridas nos han curado’ el prelado de la Diócesis de Getafe animó a todos a seguir el ejemplo de Cristo y llevar esperanza al mundo, a curar las heridas causadas por el pecado y “a poner amor y paz donde haya sufrimiento”.

 

Mensaje completo de D. Ginés García Beltrán. Santuario del Sagrado Corazón de Jesús. Miércoles 3 de abril

 Al final de esta celebración eucarística quiero expresar mi agradecimiento, junto con el Obispo Auxiliar, el Obispo Emérito, y toda la diócesis de Getafe por vuestra presencia aquí, queridos hermanos en el episcopado, sacerdotes y laicos que prestáis vuestro servicio a la Iglesia en la sede de la Conferencia Episcopal.

  Doy gracias a Dios que nos ha traído hasta este Cerro de los Ángeles, en el centro de nuestra geografía hispana, y nos ha permitido celebra la Eucaristía, que hoy es especialmente acción de gracias por el don de la fe de nuestro pueblo y por la misión doblemente milenaria de la Iglesia en España. Gracias al Señor por el don de su amor que se expresa en su Corazón, un corazón abierto y traspasado que nos invita a acercarnos a introducirnos en este misterio para vivir de él y anunciarlo al pueblo que el mismo Señor nos ha confiado.

  ¿Quién de nosotros no ha bebido de esta espiritualidad del Corazón de Jesús en algún momento de su vida? Algunos desde su infancia, en su casa, de labios de sus padres que nos enseñaron a confiar en el Señor con esta jaculatoria tan sencilla y tan profunda al mismo tiempo: “Sagrado Corazón de Jesús en Vos confío”. Un acto de confianza que revela la esencia misma de la fe. ¿O acaso la confianza en el Señor no tiene que ser lo que mueva nuestra vida y ministerio cada día? 

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  El Año Jubilar que celebramos en la diócesis de Getafe con motivo del Centenario de la consagración de España al Corazón de Jesús quiere ser, en primer lugar, un acto de confianza en el amor de Dios que no defrauda, que es siempre nuevo. El amor entregado de nuestro Dios, y representado en el Corazón abierto de su Hijo, es siempre actual, no pasa. Podrán, incluso deberán, cambiar sus expresiones, pero no su espíritu, su esencia.

  Hemos querido compartir con todas las iglesias de España la gracia que se nos ha concedido a nosotros en este año. Somos conscientes que el don de este año no era sólo para nosotros, que teníamos que haceros partícipes a todos. De hecho, son muchos los fieles de vuestras diócesis los que pasan cada semana por este Santuario para rezar, celebrar la Eucaristía y el sacramento de la Penitencia. Ahora sois vosotros, queridos hermanos, sus pastores, los que habéis venido para rezar juntos y mostrar así nuestra comunión fraterna.

  Santa Maravillas de Jesús sintió una llamada fuerte y apremiante a fundar en este monte un Carmelo. El Señor le dice: “España se salvará por la oración”. Esta puede ser nuestra pequeña gran aportación a la salvación de España: rezar. Rezar por todos, los de lejos y los de cerca, por las necesidades de los hombres, por sus pobrezas y esclavitudes, sabiendo que el Señor siempre escucha nuestra oración. Esto nos dará también fortaleza y luz para ser los discípulos misioneros a los que nos llama el Papa Francisco.

  También profundamente vinculado a este lugar está san José Mª Rubio, el apóstol de Madrid, al que podríamos unirnos para decir: “Hacer lo que Dios quiere y querer lo que Dios hace”. Ojalá que metiéramos estas palabras del Santo muy dentro de nuestro corazón.

  El corazón de Cristo, su costado traspasado es sobre todo un sacramento de caridad que nos lleva a vivir nosotros esa misma caridad con los demás. “Su Corazón divino llama entonces a nuestro corazón; nos invita a salir de nosotros mismos y a abandonar nuestras seguridades humanas para fiarnos de él y, siguiendo su ejemplo, a hacer de nosotros mismos un don de amor sin reservas” (Benedicto XVI. Homilía, junio 2009).

  “Sus heridas nos han curado” es el lema de este Centenario. Es una llamada a curar también nosotros tantas heridas que hay en el corazón del hombre y en las entrañas del mundo. Poner amor donde hay odio y división, poner paz donde hay guerra e incomprensión, poner justicia en las desigualdades y en la corrupción, poner libertad en medio de tantas esclavitudes, poner alegría donde el corazón se ha instalado en la tristeza por la falta de esperanza… Todo ello es poner la gracia donde el pecado y la ausencia de Dios ha llevado el infierno.

  Queridos hermanos, reitero el agradecimiento por vuestra presencia hoy aquí. Nos encomendamos a Santa María de los Ángeles, patrona de esta diócesis, venerada en este Cerro. Que ella acompañe el camino de nuestras Iglesias y sea Estrella brillante que ilumine la obra de la evangelización.

 

Mons. Ginés García Beltrán

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