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El obispo de Getafe, D. Ginés García Beltrán, presidió el pasado 1 de mayo en la Parroquia Nuestra Señora del Pilar (Valdemoro) la ceremonia de institución en los ministerios de acólito y lector de siete jóvenes que se están formando en el Seminario Mayor de Nuestra Señora de los Ángeles. 

 

Fernando Segura, Mikel Cacho y Alfonso Segura son los seminaristas que fueron instituidos acólitos, mientras que Rafael Marina, Daniel Navarro, Regís Lepoutre y Álvaro Pardinas recibieron el lectorado. 

Junto al prelado diocesano concelebraron el vicario general moderador de Curia,  Javier Romera; el rector del Seminario, Carlos Díaz Azarola; los formadores; el párroco de Nuestra Señora del Pilar, Jorge Revuelta y varios sacerdotes llegados desde distintos puntos de la Diócesis.

En su homilía, D. Ginés exhortó a todos los presentes, y en especial a quienes eran instituidos en los mencionados ministerios, a “acoger la verdad en sus vidas”.

El prelado recordó, siguiendo el Evangelio proclamado, que “estamos llamados a ser testigos y portadores de la salvación de Dios”, siendo “luz que ilumina y sal que da sabor al mundo, anunciando a la humanidad lo que nosotros los cristianos conocemos por la fe”.

“El amor de Dios es más fuerte que la muerte, y en Cristo la vida se hace eterna para los que creen”, insistió D. Ginés.

A partir de esta celebración, los jóvenes instituidos con el ministerio del lectorado se ocuparán de proclamar las lecturas de la Sagrada Escritura (pero no el Evangelio) en la misa y en las demás celebraciones sagradas.

Faltando el salmista, recitarán el Salmo interleccional; proclamarán las intenciones de la ‘Oración universal de los fieles’ cuando no haya a disposición diácono o cantor; dirigirán el canto y la participación del pueblo fiel; instruirán a los fieles para recibir dignamente los sacramentos y se encargarán de la preparación de otros fieles a quienes se encomiende temporalmente la lectura de la Sagrada Escritura en los actos litúrgicos.

Los acólitos, por su parte, se encargarán de ayudar al diácono y prestarán su servicio al sacerdote en las funciones litúrgicas, principalmente en la celebración de la misa; distribuirán, como ministro extraordinario, la Sagrada Comunión cuando sea necesario; expondrán a la adoración de los fieles el Sacramento de la Sagrada Eucaristía y harán después la reserva; cuidarán de la instrucción de los demás fieles que, por encargo temporal, ayudan al sacerdote o al diácono en los actos litúrgicos llevando el misal, la cruz, las velas, etc., y realizarán otras funciones semejantes.

El Derecho de la Iglesia pide que, antes de ser ordenados diáconos, los seminaristas sean instituidos en estos ministerios y los ejerzan durante un tiempo.