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Unas 800 personas de distintas localidades de la Diócesis de Getafe acudieron el pasado 16 de noviembre a la Parroquia San Juan Bautista  (Fuenlabrada) para conocer la vida y el testimonio de fe de la difunta italiana Chiara Corbella, que va camino de los altares.

 

Los encargados de mostrar la historia personal de esta joven que falleció en 2012 tras negarse a tratarse un cáncer para salvar la vida del hijo que esperaba fueron su esposo, Enrico Petrillo, y su director espiritual, el padre Vito D’Amato. 

Este sacerdote empezó su testimonio con un resumen de la vida de Chiara desde el noviazgo hasta su muerte. "Parece que no hay nada envidiable en ella y, sin embargo, estáis aquí porque de algún modo habéis envidiado un modo de vivir y morir impresionante", dijo el padre Vito.

“Chiara murió feliz, no resignada ni serena, sino feliz”, destacó su director espiritual.

En este acto se proyectó un vídeo de 35 minutos grabados en Medjugorje dos meses antes de la muerte de Chiara, en el que, delante de un montón de amigos que acompañaron a Enrico y a Chiara en esa peregrinación, hablan de su noviazgo, del matrimonio y de sus hijos.

Finalizado el vídeo, el esposo de Chiara, Enrico Petrillo, tomó la palabra y recordó a todos los presentes que también habían sido llamados por el Señor.

"Es bonito recordar cómo hemos sido amados por el Señor. Dios ha cumplido con su promesa, es un Dios fiel", insistió a los asistentes, en su mayoría jóvenes diocesanos.

Enrico compartió con ellos su manera de aceptar la situación que el Señor le presentó (la enfermedad y la muerte de Chiara) y de vivirla desde la fe.

“Estaba preparado a renunciar a Chiara porque era un regalo que Dios me había donado y ahora se lo cogía”, dijo. Y añadió: “Esto se aprende durante el noviazgo".

"Nuestra vida tiene sentido si sabemos dónde vamos, y Chiara lo sabía. Esta muerte que nos asusta da sabor a nuestra vida", subrayó el esposo.

"Si vivimos con miedo a morir, somos esclavos; si vives como hijo de Dios, vives ya la eternidad”, insistió Enrico.

Con una asamblea visiblemente emocionada, se compartieron intercaladas imágenes de la boda y del funeral de Chiara.

“Donde está tu tesoro, allí está tu corazón, y Chiara quería ir de inmediato al paraíso porque allí tenía dos hijos, dos tesoros”, recordó su esposo al referirse a la muerte, al poco tiempo de nacer, de los dos primeros hijos de la pareja, situación que también afrontó con profunda entereza y mucha fe.

Su esposo también narró a la asamblea que Chiara no tenía en ningún momento miedo a la muerte. 

“Sólo tenía miedo a tres cosas: al dolor, porque en alguna ocasión la había llevado a renegar; a vomitar y también a ir al purgatorio, ya que ella era consciente de sus pecados”, contó Enrico Petrillo.

Los últimos días de Chiara en la casa que sus padres tienen en el campo fue un momento de gracia para todos. El padre Vito pidió permiso a sus superiores para poder vivir con el matrimonio. Así pudieron celebrar todos los días la Santa Misa. 

Tenían en casa un tabernáculo, de forma que en cualquier momento podían dialogar con el Señor allí presente. 

Enrico Petrillo hizo reflexionar a los asistentes sobre el significado de la cruz: "Hay muchas cruces que te las das tú y no Dios, y a veces tienes la cruz pero no quieres dialogar con el Señor, porque cuando estamos en la cruz tenemos un lugar privilegiado de diálogo con el Señor, como los dos ladrones".

"Acoger los dones que Dios nos da es un arte que se aprende como hijos”, concluyó el esposo.

Enrico Petrillo y el padre Vito terminaron este encuentro sorprendidos de haber encontrado tantas personas deseosas de conocer la vida de fe y el testimonio de amor y sufrimiento de Chiara Corbella.