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La Parroquia Asunción de Nuestra Señora (Arroyomolinos) llevó a cabo del 13 al 15 de diciembre una misión navideña con distintas iniciativas que dieron muchos frutos de fe y verdaderos momentos de fraternidad y de alegría.

 

La acción central de la misión consistía en visitar familias y regalarles una imagen del Niño Jesús que la parroquia había adquirido previamente.

Se compraron 350 imágenes, que los voluntarios misioneros metieron por separado en una caja y envolvieron en papel de regalo.

Nueve días antes de esta misión, toda la comunidad parroquial comenzó a rezar una novena a san Francisco Javier, patrono de las misiones, para pedir al Señor, por intercesión suya, que las personas a las que se iba a evangelizar acogieran en sus almas el mensaje de Cristo, la buena noticia del nacimiento del Salvador.

El 14 de diciembre, víspera del día central, los misioneros salieron a cantar villancicos por las calles más concurridas del municipio. 

Muchas familias se pararon a compartir cantos y también se visitaron algunos establecimientos, cuyos dueños agradecieron la visita y los villancicos, y reconocieron que es una tradición que se está perdiendo.

El 15 de diciembre, en la eucaristía de las 12.00 horas, el párroco, Juan Cerrato, llamó a todos los misioneros de la localidad, a los que invitó a ponerse delante del altar para darles la bendición de envío.

Después de la misa, todo el grupo misionero se trasladó a los salones de Santa Ángela, otro templo parroquial de Arroyomolinos, para compartir un ágape fraterno, en el que cada uno aportó lo que pudo.

Después de comer, el párroco recibió a los evangelizadores nuevos para imponerles la cruz misionera y luego se celebró la reunión para explicar el reparto de las calles y el horario de la misión.

Al terminar, cada grupo de misioneros llenó sus mochilas con cajas de regalo y se dirigieron al templo, donde fue expuesto el Santísimo. 

Una de las siervas del Hogar de la Madre, religiosas que colaboran en la parroquia, fue nombrando a cada grupo de misioneros para que saliera ante el altar y recibiera la bendición con el Santísimo en la custodia. Acto seguido, salieron por la puerta rumbo a las calles que les habían sido asignadas.

La misión tuvo una duración de entre tres y cuatro horas, dependiendo de los grupos.

Al finalizar, todos se volvieron a encontrar en las aulas de Santa Ángela para compartir experiencias y testimonios que les hubieran marcado de manera especial.

La impresión general es que este año se ha experimentado una mayor apertura por parte de la gente, quizá debido al reparto por los buzones la semana anterior de una carta del párroco explicando el contenido de la misión e invitando a las familias a acoger a los misioneros.

Entre las experiencias más emocionantes, destacó la visita a una casa en la que vivía una niña de seis años con cáncer, que está recibiendo quimioterapia, cuya familia ya les estaba esperando.

En algunas de las casas también les invitaron a entrar y pudieron cantar villancicos, rezar ante el belén, hablar de Dios con sus habitantes e invitarles a la parroquia.

En algunos lugares todavía no habían puesto el belén, pero, al abrir el regalo, confesaron que eso les daba un motivo para hacerlo.

La parroquia invita a todos los fieles diocesanos a unirse al grupo misionero o a rezar por los frutos de la misión.

“Cuando tú haces regalos en Navidad, no has de regalar algo sólo a quienes, a su vez, te regalan, sino también a los que nadie hace regalos ni pueden darte nada a cambio”, como señala Benedicto XVI.