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El obispo de Getafe, D. Ginés García Beltrán, inauguró y bendijo el pasado 22 de diciembre una calle dedicada a san José María Rubio en Chinchón, localidad en la que ejerció su sacerdocio durante dos años a finales del siglo XIX.

 

 El prelado diocesano estuvo acompañado por el párroco Pedro Chaparro; por el alcalde de la localidad, Francisco Javier Martínez; por miembros de la corporación municipal y de las hermandades y cofradías del municipio, y por decenas de fieles que no quisieron perderse este momento.

Antes de la bendición, el alcalde explicó que la iniciativa había sido secundada en el Pleno y que la instalación de la placa conmemorativa se hacía en un lugar central de la localidad, dada la importancia de este santo en la historia de Chinchón.

El obispo D. Ginés, de origen almeriense, al igual que san José María Rubio, señaló que para él era un motivo de especial alegría y orgullo que un “paisano” suyo hubiera llegado a los altares y, además, tuviera un reconocimiento especial en un municipio de la Diócesis que pastorea.

El prelado agradeció también la colaboración del Ayuntamiento en esta iniciativa surgida de la Hermandad del Sagrado Corazón, que fue inmediatamente secundada por el párroco Pedro Chaparro.

El acto de la bendición se realizó después de una eucaristía solemne celebrada en el templo parroquial.

Durante la misa, el padre Pedro agradeció al obispo su asistencia; al alcalde, el apoyo a la propuesta, y al pueblo, la devoción hacia su santo más querido.

 

 

San José María Rubio y Chinchón

José María Rubio y Peralta nació en Dalías (Almería) el 22 de julio de 1864. 

El 24 de septiembre de 1887 fue ordenado sacerdote y celebró su primera misa el 8 de octubre siguiente, en la entonces Catedral San Isidro, en la capilla de la Virgen del Buen Consejo.

El 1 de noviembre de 1887, Joaquín Torres Asensio, su profesor, siguiendo su patronazgo, buscó para José María el cargo de coadjutor en la parroquia de Chinchón. 

Esta localidad era entonces una villa de unos 5.000 habitantes y estaba muy cerca de Madrid, donde en tan sólo nueve meses ya empezó a tener fama de santo, mientras continuaba con dos cursos facultativos de Teología en el seminario, para obtener en 1888 la licenciatura en esta materia en Toledo.

Durante su permanencia en Chinchón, fue capellán de las clarisas, a las que dio sus primeros ejercicios espirituales. Las religiosas siempre guardaron un buen recuerdo, de la claridad y la sinceridad con que les habló. 

En Chinchón permaneció dos años, con fama de sacerdote ejemplar. 

En 1906 ingresó en la Compañía de Jesús y fue destinado a ejercer su ministerio pastoral en Madrid, donde permaneció hasta su muerte, que tuvo lugar en Aranjuez el 2 de mayo de 1929.

Fue beatificado por Juan Pablo II en Roma el 6 octubre de 1985 y canonizado en Madrid por el mismo pontífice el 4 de mayo de 2003. 

Sus restos son venerados en la Parroquia San Francisco de Borja y del Sagrado Corazón, de la Compañía de Jesús en Madrid.