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El obispo diocesano D. Ginés García Beltrán presidió el pasado sábado 25 de enero una celebración eucarística y un encuentro testimonial en la Catedral Santa María Magdalena para celebrar el décimo aniversario de la Capilla de la Adoración Perpetua que hay en Getafe.

 

Acompañado de la coordinadora general de la capilla, Conchi Vizoso, la coordinadora de la capilla de Valdemoro, Laura Martínez y decenas de adoradores de Getafe  y de otros municipios de la Diócesis, García Beltrán escuchó varias experiencias de conversión cuyos protagonistas narraron cómo el Señor les atrajo hacia la capilla, y la adoración cambió sus vidas.

Antes de la parte testimonial, la coordinadora de la capilla realizó una breve presentación de la capilla y de los adoradores 

“Ante usted se encuentra un nutrido grupo de los más de 350 adoradores con los que cuenta la capilla que han querido venir hoy a dar gracias al Señor por el inmenso regalo que cada día de estos últimos diez años nos ha hecho queriéndose quedar escondido, pero realmente presente en la custodia que su predecesor, nuestro también queridísimo D. Joaquín, entronizó tal día como hoy hace una década” relató Conchi.

“Una capilla de adoración perpetua supone una gran bendición para el lugar donde se establece porque es una fuente inagotable de grandes y pequeños milagros. Estamos seguros, y muchos testimonios así lo evidencian, que una persona que entra en una capilla de adoración perpetua sale cambiada. Y esto es así porque la presencia del Señor, el encuentro personal con Él transforma, impulsa y santifica nuestras vidas” continuó.

“Esta cadena ininterrumpida de adoración que se inició hace ahora 10 años supone una declaración de amor al Amor de los Amores (…) Dios ha cumplido su promesa y ‘ha acampado entre nosotros’. Y por eso estamos agradecidos y venimos, en su presencia querido D. Ginés, a proclamar que Dios ha estado grande con nosotros y que queremos seguir siendo fieles a Dios y a su santa Iglesia” concluyó la coordinadora para dar paso al tiempo de los testimonios.

El primero de ellos, Javier Serrano relató su encuentro con el Señor y cómo se convirtió en adorador en la Capilla de Getafe:

“Después de años con una fe inexistente -no sabía ni lo que era una custodia- abrí aquella puerta –de la capilla- y me encontré con Él, llamé a Conchi y después de la conversación con ella, a la semana siguiente, empecé a adorar al Señor en la intimidad y esto se convirtió en uno de los pilares de mi fe” señaló Javier.

A continuación, otro adorador, Fernando Navascúes, narró primero su vivencia personal -el estado de sufrimiento de su divorcio, su nulidad matrimonial y la ayuda y el amor de Dios en su futuro- y prosiguió contando cómo, en su día a día, le ayuda la adoración, el redescubrimiento de la eucaristía, y cómo el Señor ha ido llevando los acontecimientos de su vida hacia su próxima boda.

Después de los testimonios, D. Ginés quiso también dirigir unas palabras a todos los adoradores empezando con el agradecimiento a su labor continuada de adoración, de acompañamiento al Señor.

Destacó que los adoradores “somos unos privilegiados, porque el Señor ha querido quedarse con nosotros”

“El privilegio más grande, lo más hermoso, que tiene un obispo y por el que me siento agradecido es tener al Señor, tener un sagrario en mi casa” señaló el prelado diocesano.

“La eucaristía es el don más grande que el Señor ha dejado a su Iglesia. Es el sacrificio de Cristo que se entrega a nosotros, que se reparte por nosotros. No es una broma, ni una representación, ni un teatro” insistió D. Ginés.

El prelado recordó sus primeras eucaristías y compartió que sigue pidiendo al Señor que cada eucaristía sea como la primera, y “seguir sorprendiéndome ante el milagro más grande que la humanidad puede tener, la presencia real y verdadera del Señor”.

En referencia a la labor de los adoradores les animó a fundamentar su labor, y toda su confianza en el Señor sin preocuparse del resultado “porque sólo con vuestra presencia y adoración ya estáis mostrando lo que es importante”. 

“Vosotros sois el signo precioso de que el Señor sigue amando al mundo, sigue amando al hombre y quiere curar el mal del mundo y el pecado de los hombres” les insistió D. Ginés.

“En definitiva la eucaristía es el cielo en la tierra. El cielo será como vuestra adoración, estar delante del Señor” concluyó el prelado.