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El obispo diocesano, D. Ginés García Beltrán, presidió el pasado sábado 30 de mayo, la Vigilia de Pentecostés en la Basílica del Sagrado Corazón de Jesús recordando también en esta solemnidad el Día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar.

El prelado estuvo acompañado del vicario episcopal de Apostolado Seglar, Jaime Bertodano, el del Cerro de los Ángeles, Manuel Vargas Cano de Santayana y el rector de la Basílica, Javier Bescós, además de una decena de sacerdotes diocesanos. 

Participaron también el delegado de Apostolado Seglar, Juan José Rodríguez Vicente, y decenas de miembros de movimientos y asociaciones de la Diócesis “que -como señaló D. Ginés- valientemente han vencido el miedo y se han acercado a celebrar esta eucaristía”.

La vigilia comenzó con una breve introducción de Rodríguez Vicente recordando la importancia de la celebración “el primer acto diocesano desde que se decretó el estado de alarma” y que “tiene lugar en medio del Año de la Caridad y cuando se cumplen años del centenario  de la Consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús, que se hizo aquí, en este Cerro, y en el que rezaremos por las víctimas de la pandemia”.

La celebración, que siguió en todo momento las normas sanitarias de aforo permitido (30%), distancia social e higiene requeridas en la fase uno del desconfinamiento, continuó con el tradicional lucernario y el pregón de Pentecostés.

Después de la proclamación de las lecturas, D. Ginés, en su homilía empezó agradeciendo su presencia a todos los fieles, a los vicarios y sacerdotes y al delegado de Apostolado Seglar y manifestando su alegría por poder celebrar la eucaristía en la Basílica.

Echando la mirada hacia los días vividos, el prelado diocesano señaló cómo a través del sufrimiento los cristianos hemos podido identificarnos con el dolor de Cristo en su pasión y su cruz “y hemos podido resucitar con Él  para encontrar la esperanza en medio de nuestra propia debilidad”.

En relación a las lecturas de la vigilia, García Beltrán fue explicando la fuerza vivificadora y creadora del Espíritu Santo “que vive en nosotros y nos muestra el camino de la redención y de la salvación”.

“La creación no es un momento puntual que sucedió al principio de la historia sino que sigue aconteciendo hoy, en la actualidad, a través del Espíritu Santo, creador y dador de vida. Pentecostés sigue sucediendo hoy, ahora, esta misma tarde” señaló D. Ginés.

Y parafraseado al papa Francisco invitó a todos los presentes a no perder la esperanza: “No os dejéis robar la esperanza”. 

“Hemos vivido tiempos difíciles, en los que muchos cristianos han visto mermada su esperanza. Cuando sucede esto es que hemos relegado al Señor a un lado, ya no ocupa el centro de nuestra vida” destacó el prelado.

“Si el Señor estuviera en el centro de nuestra vida, lo veríamos cómo está ahí salvando. Veríamos cómo ha caminado a nuestro lado en medio del sufrimiento y nos ha acompañado en esta pandemia” recordó D Ginés.

“Pero para que esto suceda hay que acoger el don del Espíritu Santo en nuestra vida. No podemos vivir al margen de Dios como sucedió en Babel, sino unidos en nuestra vida a Él. La unidad constituye a la Iglesia y hace que sea un signo ante todos los hombres”, continuó el obispo diocesano.

E insistió “quiero animaros a seguir adelante, esto que hemos vivido va a reforzar nuestra fe. Hará una Iglesia más fuerte y a nosotros más conscientes de la importancia de nuestra participación en ella a través de los sacramentos”.

D. Ginés quiso terminar su homilía insistiendo en la necesidad de, como laicos comprometidos con la Iglesia, formar nuestra fe para saber testimoniar a Cristo ante el mundo: “necesitamos un laicado adulto, que no necesite muletas, que sepa cuál es su misión y su identidad. Es la hora de los laicos bien formados que confíen en la guía del Señor. Alegres y testigos del amor de Cristo a los hombres, capaces de ofrecer consuelo y estar cerca de ellos”.

Además anunció la prolongación del Año de la Caridad “porque donde antes se daba de comer a 100 ahora se tiene que asistir a 400” y un replanteamiento de la Pastoral Obrera de la Iglesia.

Después de la homilía los fieles renovaron junto a su obispo las promesas bautismales.

La celebración terminó con unas palabras de agradecimiento, de ánimo “a seguir trabajando cada uno desde su carisma en el seno de la Iglesia” y un canto a la Virgen.