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El sacerdote D. Gregorio Romero falleció en Colmenar de Oreja, en la Residencia San Juan Bautista, el pasado 26 de agosto de 2020, a la edad de 81 años.

Nacido en Hinojosa (Guadalajara) el 11 de mayo de 1939, fue ordenado sacerdote el 29 de junio de 1966.

Incardinado en la Diócesis de Getafe el 12 de octubre de 1991, fue párroco en Griñón durante veintitrés años (desde 1988), en los que destacó por su entrega y servicio al Señor y a todos los que formaron parte de la Parroquia Nuestra Señora de la Asunción.

Estuvo también en las parroquias de Chinchón, Belmonte de Tajo, Villamanrique de Tajo y Arganda del Rey. Desempeñó durante varios trienios la labor de Arcipreste de los arciprestazgos de Chinchón y de Griñón.

Quienes le conocieron recuerdan que fue un sacerdote según el Corazón de Dios, un verdadero pastor que cuidaba de su grey. Un hombre sencillo y humilde que vivió su apostolado como servicio, siempre a los pies de aquellos que Dios había puesto en su camino, con gran sensibilidad hacia los más pobres.

Junto a sus responsabilidades como párroco se ocupó también de su hermano, enfermo de párkinson, con gran celo, dedicación y cariño. Lo cuidaba humana y espiritualmente.

Fue igualmente un hombre que vivió la autoridad como corresponsabilidad y supo tratar a los miembros de los distintos grupos pastorales como personas adultas en la fe capaces de llevar adelante las diferentes tareas parroquiales. Un sacerdote, como diría el papa Francisco con ‘olor a oveja’ que desarrolló muchos proyectos de renovación de la parroquia.