ordenados2016

Con motivo del Año Jubilar en el santuario de Nuestra Señora de Guadalupe que ha arrancado este mes de septiembre, los organizadores del jubileo han solicitado la colaboración del sacerdote diocesano de Getafe Gonzalo Pérez-Boccherini para recordar las multitudinarias peregrinaciones getafenses a ese emblemático lugar mariano. A continuación compartimos el artículo de Pérez-Boccherini.   

 

"La Diócesis de Getafe fue erigida el 12 de octubre de 1991, día vinculado a la Virgen y la Hispanidad, y comenzó a peregrinar a Guadalupe con la juventud en 1994. Las primeras peregrinaciones estuvieron organizadas por el Seminario, cuyo rector, Rafael Zornoza, es actualmente Obispo en Cádiz y Ceuta. De este modo, el trabajo conjunto de los seminaristas con los jóvenes de muestras parroquias de pastoral nos enseñó a trabajar en comunión a los que luego hemos constituido este nuevo presbiterio diocesano. La misión dependía de la unión.

Por lo que a mí respecta, he peregrinado 39 veces a Guadalupe. La primera fue con mis padres cuando era pequeño, después siendo seminarista, luego sacerdote recién ordenado con los adolescentes de mi parroquia de Villaviciosa de Odón y, más tarde desde 2002 hasta 2017, lo hice, cada año como Delegado Diocesano de Juventud de Getafe, acompañando grupos en las últimas ediciones de ochocientos jóvenes, siendo entonces la peregrinación más grande de España, según nos decía el Padre Guardián del Monasterio. A esto hay que sumar otras 16 veces, con mi equipo coordinador, para preparar cada peregrinación. Este año, me gustaría, si Dios quiere, ir por 40 vez. Getafe no fue en 2018, pero volvió a hacerlo en 2019. 

Muchos de los jóvenes de la Diócesis que fueron a Guadalupe en septiembre de cada año vivieron allí su conversión, o descubrieron su vocación matrimonial, religiosa o sacerdotal. Son los jóvenes adultos que ahora llevan el liderazgo en la Diócesis y sienten con ella.

La razón de tantos frutos se debe a varias causas:

En aquellas peregrinaciones hacíamos un anuncio explícito de Jesucristo y un fuerte énfasis sacramental en la Eucaristía y la Confesión; la comunión del presbiterio se reflejaba en la alegría de una interparroquialidad vivida en un ambiente eclesial inigualable, sin celotipias ni estilos dominantes, y en el que se cogía afecto a nuestros obispos viéndoles también sumidos en el polvo de las cuestas, entre los olivos y las encinas; el camino suponía una educación en las virtudes humanas, tan necesitadas para el joven actual, tan lleno de fragilidades psicológicas y afectivas; a esto se añadía la visita de un lugar clave para la historia católica de España en el que los jóvenes del Sur de Madrid, provenientes de una diócesis sin raíces y de unas ciudades sin apenas monumentos, se encontraban con unas piedras que rezuman el testimonio de siglos de amor a la Iglesia, lo cual les hacía elevar la mirada hacia la grandeza y la excelencia.

Quiero en este Año Jubilar dar las gracias a Dios por habernos dado a su Madre, que sigue poniendo maternidad en tantos jóvenes hoy sin referencias. También quiero dar la gracias a Don Marcelo y a la Diócesis de Toledo, que supieron ver en este Santuario una fuente de Nueva Evangelización abierta para todos, y a los párrocos de Puerto de San Vicente, Alía, Mohedas de la Jara, también de los Ibores, que nos han alojado, a sus alcaldesas, y a los franciscanos, por enseñarnos el valor de la acogida, con una categoría humana que en otros lugares se está perdiendo.

Quiera Dios que este año continúe cosechando frutos de santidad para toda la Iglesia y educándonos para la entrega de la vida".