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El obispo D. Ginés García Beltrán presidió el pasado sábado 12 de septiembre, en Navas del Rey, un funeral por las víctimas de la Covid 19 en el arciprestazgo de San Martín de Valdeiglesias.

El arciprestazgo de San Martín de Valdeiglesias comprende además de este municipio, las localidades de Cenicientos, Cadalso de los Vidrios, Chapinería, Colmenar del Arroyo, Navas del Rey, Rozas de Puerto Real y Pelayos de la Presa.

A la eucaristía, que se celebró en la plaza, asistieron el arcipreste Laureano Arrogante, algunos sacerdotes de las localidades mencionadas, el alcalde de Navas, Jaime Peral, las alcaldesas de Chapinería, Lucía Moya, y de San Martín de Valdeiglesias, Mercedes Zarzalejo, representantes de la Guardía Civil y un buen número de familiares y amigos de las víctimas.

El silencio presidió todo el funeral, tan solo roto por el ritual de la ceremonia y del acompañamiento del chelo. Dolor y compasión, las palabras del obispo de la Diócesis getafense para aferrarse al Cristo resucitado: “son momentos duros en el recuerdo pero también es verdad que son muy esperanzadores y consoladores”. 

“Es el momento para estar cerca, al lado de las familias que han sufrido, cerca de los pueblos que han sufrido este virus y este confinamiento. Hoy, quiero estar aquí, en este funeral, para representar la cercanía de la Iglesia, la presencia de Dios entre nosotros, que nos llena de consuelo y esperanza” destacó D. Ginés.

García Beltrán, recordó en los meses duros de la pandemia, la pena y la deshumanización al no poder acompañar al familiar fallecido, la soledad de los muertos: “fue doblemente duro, si ya la muerte de un ser querido es dura, la soledad de esa muerte, no haber podido velarle, acompañarle, lo hizo mucho más duro”, y quiso arrojar un rayo de luz en medio del sufrimiento: “es el momento de multiplicar la esperanza y multiplicar el consuelo. Me alegra poder compartir estos momentos de oración, estos momentos de solidaridad humana. He venido a anunciar a Jesucristo, Él es nuestra fe, de donde brota nuestra esperanza y de donde también brota el consuelo. Voy a tratar de dar unas palabras de consuelo a los familiares”. 

Prosiguió la homilía con palabras de recuerdo y agradecimiento a todos aquellos colectivos que estuvieron presentes a lo largo del tiempo de pandemia: “quiero hacer presentes a sanitarios, a las fuerzas y cuerpos de seguridad, a nuestras autoridades: en los pueblos es donde el alcalde, el ayuntamiento, está muy a pie de calle. A mis hermanos sacerdotes, a tantas personas con trabajos sencillos de la sociedad, a quienes no damos importancia, y sin los que no hubiésemos podido sobrevivir: comercios, tiendas, limpiadores, transportistas, personal de funerarias, quienes han enterrado a nuestros difuntos, voluntarios que han estado en hospitales o atendiendo en casas a los enfermos…”. 

Continuó el prelado sacando una conclusión positiva en tanta desgracia, abogando por la unidad de las personas: “esta pandemia nos ha enseñado una cosa, unidos somos más fuertes. Dejando rivalidades y diferencias a un lado, cuando trabajamos juntos, cuando trabajamos por el hombre, por el bien común, entonces una sociedad es fuerte. Colaborando y ayudándonos los unos con los otros es cuando realmente, entre nosotros, vive la paz, vive el amor. Entonces, sí somos una sociedad fuerte”. 

García Beltrán quiso aferrarse al presente: “la vida sigue y debemos convivir con esta pandemia, tenemos que seguir adelante, siendo prudentes, cumpliendo las normas que nos marcan las autoridades sanitarias, pero tenemos, también, que perder muchos miedos y aprender a vivir así, de este modo. Tenemos que ser valientes y para esto es tan importante la fe, en medio de  tantas  dificultades”.  Y concluyó  la  homilía,  exhortando  al  compromiso cristiano de ayuda y solidaridad con los más necesitados tras la crisis económica derivada de esta pandemia: “le pido al Señor, con todo mi corazón, que la Iglesia seamos capaces de estar presentes allí donde la sociedad nos va a necesitar o nos está ya necesitando. Cada vez tenemos más pobres, donde antes, Caritas, dábamos de comer a 100, ahora damos de comer a 400. Que los cristianos tengamos siempre una mano para ayudar”.

Ese espíritu de fortaleza y de gratitud fue también el centro del mensaje que en la misa quiso transmitir uno de los familiares de las víctimas de la pandemia,  Andrés Campo Domínguez: “esta eucaristía es una muestra más de ayuda y consuelo para todos nosotros y, sobre todo, un pasito más para seguir adelante. Hace seis meses nos encontramos indefensos ante una pandemia que nos ha cambiado la vida. Hemos perdido a gente, pero la vida sigue y tenemos que seguir adelante. Todos juntos, porque la responsabilidad es de todos”.

 Ver vídeo de la misa en el enlace: 

www.youtube.com/watch?v=kgmxEYRCoVs&feature=youtu.be&fbclid=IwAR10Bbys15SCdhPx6ZBdsU3YKdIfP8LtkpIP4Vzc3XswARCIs-7_ZltgI5Q