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El pasado sábado 12 de septiembre, en la Iglesia del Convento de San Pascual, los fieles del grupo del arciprestazgo de Aranjuez que peregrinaron con la Diócesis el pasado mes de febrero hasta la aldea de El Rocío, se reunieron para dar gracias a la Virgen por aquella experiencia en una eucaristía presidida por el sacerdote José Ignacio Izquierdo.

Ese día además de festejar su Dulce Nombre, se celebraba originariamente la famosa romería en honor a la Virgen de las Rocinas que, desde 1653, ha pasado a conocerse como la Virgen del Rocío. 

Fue una celebración muy sencilla y limitada por las normas de seguridad, en la que pudieron recordar los días de júbilo en los que rezaron y cantaron, fraternalmente, sin imaginar que aquel virus que comenzaba a llegar a España iba a cambiar tanto sus  vidas. 

El sacerdote en su homilía recordó que en Almonte, junto a la reja, los peregrinos pidieron a la Virgen del Rocío que el Pastorcito Divino estuviera siempre en sus vidas y añadió que si, “en estos tiempos de tanta incertidumbre y tribulación, hemos permanecido a la espera sin perder la esperanza ha sido porque tenemos la seguridad de no sabernos solos en este caminar”.

“Las arenas que, entre risas y alegrías, nos llevan hasta El Rocío a veces se hacen tediosas y cuesta avanzar por ellas. Cuando el cansancio hace presencia podemos llegar a pensar que el esfuerzo no merecerá la pena pero todo se ve compensando cuando llegamos a la meta. El encuentro con Cristo y con su Madre siempre es posible si no desfallecemos” subrayó Izquierdo.

Destacando que  “lo mismo ocurre con el perdón, hay que ponerse en marcha si queremos que cicatricen nuestras heridas y es pasito a paso, y poquito a poco, como caminamos y perdonamos. A veces parece que no vamos a ser capaces pero lo cierto es que si hacemos a Cristo presente en nuestra vida y acudimos a la Reina de las Marismas a pedirle que nos ayude no nos veremos defraudados”.

El párroco animó a todos los asistentes a poner sus preocupaciones ante María ya que “la Virgen, al pie de la cruz, aceptó como hijos suyos a aquellos que acababan de colgar a Jesús y a todos los que, todavía hoy, seguimos golpeando con nuestros pecados los clavos de sus manos”. 

“Ojalá podamos reconocer a Cristo como un hermano y caminar siempre por las sendas que Él nos ha marcado. Que la Blanca Paloma no deje de rociarnos con los dones de su Espíritu para que podamos ver renovados nuestros corazones” concluyó el párroco. 

El grupo de peregrinos que participó en esta eucaristía surgió después del confinamiento para mantener el contacto entre los devotos de la Virgen del Rocío. En el mes de mayo ofrecieron una novena a la Virgen del Rocío y siguieron juntos las celebraciones oficiales programadas por la Hermandad Matriz de Almonte. En agosto conectaron con los actos celebrados con motivo del Rocío Chico y hubo quien se quedó con las ganas de volver a viajar a tierras onubenses. Y, si la Virgen así lo quiere, y porque saben que Jesús no niega a su Madre nada de lo que Ella le pide, tienen intención de seguir ofreciendo estas sabatinas una vez al mes y, en la medida de lo posible, ir profundizando en la vivencia del carisma rociero.