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El obispo auxiliar D.  José Rico Pavés presidió, el pasado sábado 3 de octubre, una eucaristía con motivo de la celebración del 50 aniversario de la Parroquia Nuestra Señora de la Salud (Leganés) En el transcurso de la misa se dedicó el templo y se consagró también el altar, que data de 1970.

D. José estuvo acompañado del párroco, Alberto Tejerizo y del clero parroquial, así como por algunos representantes de los grupos y asociaciones de pastoral, teniendo en cuenta la reducción de aforo y las normas marcadas por sanidad en cuanto al uso obligatorio de la mascarilla y gel desinfectante.

En la monición de entrada, Tejerizo quiso transmitir un mensaje cargado de alegría y de gratitud por los cincuenta años que cumplía la parroquia desde que fue erigida por el Arzobispo D. Casimiro Morcillo, el 1 de marzo de 1970, recordando a todos los que han aportado su granito de arena hasta llegar al momento actual: “damos hoy, por tanto, gracias de todo corazón al Padre, no sólo por un edificio, sino por toda la vida de esta parroquia que estas piedras han acogido durante todo este tiempo". 

“Nuestra iglesia ha sido la casa que ha permitido a esta comunidad de piedras vivas que es la parroquia de Nuestra Señora de la Salud crecer, madurar, celebrar, rezar, convivir, compartir alegrías y también momentos dolorosos y poder prestar el servicio de la caridad imprescindible para que haya comunidad cristiana” subrayó el párroco. 

En la homilía, el obispo auxiliar, también se mostró contento y agradecido por los cincuenta años de existencia de esta parroquia ubicada en el municipio de Leganés: “cincuenta años de una comunidad parroquial es motivo para dar gracias a Dios. Al menos tres generaciones han nacido a la fe, han crecido en su fe, han alimentado su fe, se han despedido de este mundo para pasar a la vida definitiva durante este tiempo”.

“Dios quiera que cuando se celebren cincuenta años más de esta comunidad parroquial, cuando cumpla su centenario, la comunidad pueda reconocerse rejuvenecida porque nuevas generaciones vinieron, la transmisión de la fe se hizo fuerte y respondió a las exigencias del momento presente. Este ejercicio de compromiso delante del Señor será, sin duda, el mejor fruto de la celebración de este cincuentenario” continuó el obispo auxiliar. 

El prelado también quiso destacar las circunstancias especiales de la pandemia “separados, con el rostro medio tapado, preocupados” pero con una llamada a la esperanza que da sabernos en manos de la Virgen María, bajo la advocación de Nuestra Señora de la Salud y “recordando también lo que el Papa Francisco con tanta insistencia nos viene diciendo: que la Iglesia en el momento presente ha de situarse en medio del mundo como un hospital de campaña”. 

“Hemos de estar dispuestos a salir al encuentro de las heridas de nuestros contemporáneos. Y hoy experimentamos cómo estas heridas afectan al cuerpo y al alma (…) Aunque seamos pocos los que hoy nos congregamos somos conscientes de que el Señor ensancha nuestro corazón para que, lo que el Señor quiere comunicar a todos, llegue a todos a través de nosotros” continuó D. José.

Y concluyó con un deseo que resonaba en el corazón de todos los presentes “ójalá la celebración de este cincuentenario nos haga, cada vez más, amigos, hijos fieles, confiados, sin reservas ni condiciones en María Santísima para que todos siempre podamos decir: “Nada sin María, todo con María””.

La celebración continuó con los ritos relativos a la dedicación del templo, la unción del altar –del año 1970- y de los muros y de la incensación de la Iglesia.

Una ceremonia cargada de simbolismo que emocionó a más de un feligrés asistente.