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El obispo D. Ginés García Beltrán presidió una misa funeral por los fallecidos por coronavirus en el arciprestazgo de Valdemoro el pasado miércoles 1 de julio, en la Parroquia Nuestra Señora de la Asunción.

El prelado estuvo acompañado del arcipreste Israel Guijarro, el clero parroquial y varios sacerdotes de Valdemoro. 

Además asistió el alcalde del municipio, Sergio Parra, miembros de la corporación municipal y de otros grupos políticos.

D. Ginés en su homilía comenzó saludando a sus hermanos en el sacerdocio, a  las autoridades presentes y a los familiares de” tantos hermanos nuestros que han fallecido víctimas del coronavirus”.

“Cuando al principio no sabíamos lo que era esto del coronavirus y lo que iba a pasar, fue Valdemoro el que dio la alarma” explicó el prelado, y continuó: “aquí hemos podido poner rostro a los enfermos y a los fallecidos, poner rostro a la pandemia”.

“Por eso, celebrar aquí esta Eucaristía, es un momento profundo y entrañable. Esta Eucaristía con vosotros quiere ser una profesión de fe y un signo de consuelo” dijo el obispo diocesano.

“Es consolador poder reunirse de nuevo, estar juntos después del confinamiento” subrayó D. Ginés y continuó “un confinamiento que nos ha permitido descubrir el valor de la presencia, de la corporalidad para celebrar los Sacramentos, sentirnos Iglesia y proclamar la fe”.

“La primera palabra que me brota hoy del corazón es Gracias. Gracias al Señor que nos ha permitido vivir esto desde la fe y gracias a las personas que nos han acompañado durante todo este tiempo”, señaló el prelado.

D. Ginés quiso dedicar unas palabras a reconocer la labor de los sanitarios, de los profesionales –desde el que limpia, hasta el transportista- que con su esfuerzo y trabajo han permitido sobrellevar mejor la situación y sobre todo a los sacerdotes: “que han estado en primera línea, en los hospitales. También aquí en el hospital de Valdemoro. Y en segunda línea acompañando desde los distintos medios a su alcance a todos sus fieles” .

“Este virus tan pequeño ha venido a desmontar nuestra vida, a desbaratar el eterno sueño del hombre de querer ser Dios o como Dios. Nos ha enseñado que somos vulnerables y débiles” insistió García Beltrán y continuó “y al mismo tiempo nos ha abierto a la posibilidad de volvernos a Dios, de volver a poner a Dios en el centro de nuestra vida”.

“Con Dios hemos podido leer los acontecimientos de nuestra vida e interpretarlos a la luz de la fe” explicó el obispo de Getafe.

“En el Evangelio del día, cuando Lázaro muere y Marta su hermana le dice a Jesús  “si hubieras estado aquí, mi hermano no hubiera muerto” hemos podido sentirnos muy identificados. Cuántos de nosotros habremos llamado al Señor pidiendo que alguien de nuestra familia no muriera”, continuó explicando García Beltrán.

“Jesús le da la respuesta a Marta y también a nosotros, una respuesta de esperanza: “quien cree en mí aunque haya muerto, vivirá para siempre””, subrayó el obispo y dijo “el virus nos ha quitado la salud, y hasta la vida, pero no nos puede quitar la esperanza”.

“La fe abre el camino de nuestra esperanza. Los cristianos estamos llamados a llevar esperanza al mundo, y también a ser consuelo para todos. Hemos vivido tiempos de sufrimiento por la enfermedad y ahora se avecinan tiempos duros de pobreza, de paro y, la Iglesia y los cristianos, tenemos que ser ese consuelo para los que nos necesitan” añadió.

“Os invito a ejercer este ministerio de consuelo hacia los demás para ayudar a cerrar heridas y a hacerlo con la mirada puesta en la Virgen María. Estoy seguro de que Ella, que es Madre, ha llevado de la mano a la presencia del Señor a todos esos hermanos nuestros fallecidos” concluyó el obispo.