ordenados2016

El obispo de Getafe, D. Ginés García Beltrán, presidió en la tarde del domingo 5 de julio, en el Colegio de la Salle (Griñón), una misa funeral por los fallecidos de este arciprestazgo.

El prelado estuvo acompañado por el párroco de Santo Domingo de Guzmán (Humanes) y arcipreste, Oscar Martínez, por los párrocos de Batres, Serranillos del Valle, Griñón, Cubas de la Sagra y Arroyomolinos, otros sacerdotes de estas localidades y las hermanas Reparadoras de la Virgen de los Dolores.

También participaron en esta celebración los alcaldes de los mencionados municipios y otras autoridades civiles y militares que quisieron, con su asistencia, rendir homenaje a los fallecidos por el coronavirus.

El prelado comenzó su homilía agradeciendo su presencia y la de los familiares de los difuntos a los que dijo, recordando a Santa Teresa: “son tiempos recios, tiempos fuertes en los que hemos vivido una experiencia que ni en el peor sueño podíamos imaginar”.

“Tiempo de desconcierto, incomprensión e incluso rebelión interior ante la impotencia. Hemos vivido momentos en los que nuestra esperanza flaqueaba ante los acontecimientos” continuaba D. Ginés.

“Quiero expresar mi cercanía y afecto y el de toda la Iglesia a los familiares de los fallecidos y enfermos por coronavirus que están aquí y también a los que no están y quiero que esta celebración sea una profesión de fe en Jesucristo muerto y resucitado” insistió el obispo.

“El coronavirus nos  ha enseñado muchas cosas. Nos ha enseñado el valor de las cosas sencillas. De oficios y personas en los que antes no nos fijábamos. También el valor de los gestos sencillos, un abrazo, el encuentro” subrayó García Beltrán y continuó: “nos hemos dado cuenta de la importancia de poder participar en las celebraciones de modo corporal y al mismo tiempo nos ha enseñado a valorar la iglesia doméstica que es la familia”.

“Si ya de por sí, la muerte es un momento duro en la vida de una persona, en estos acontecimientos aún lo ha sido más al no tener oportunidad de despedirnos de nuestros seres queridos, a quienes en muchos casos hemos tenido que dejar solos a la puerta del hospital, como me contaba un hermano sacerdote”, recordaba D. Ginés

“Es en estos momentos tan duros en los que la Iglesia tiene que ser consuelo para los corazones desgarrados por tanto sufrimiento, tiene que ser consuelo, siguiendo el ejemplo de Cristo cuando dice “venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados que yo os aliviaré”” señaló el prelado.

“Las parroquias tienen que estar abiertas para ofrecer consuelo y también tienen que estar cerca de los pobres. Hemos tenido muchas muertes pero el sufrimiento no ha acabado. La crisis del coronavirus ha provocado mucha pobreza y la Iglesia tiene que estar con los pobres. Donde antes comían 100, en los comedores sociales de la Iglesia, ahora hay que alimentar a 400. La acción de la Iglesia, de la caridad se ha multiplicado” explicó D. Ginés.

El obispo diocesano también quiso recordar que en esta labor de atención hay que agradecer el trabajo de sanitarios, cuerpos de seguridad del estado, a los religiosos y religiosas y también a los sacerdotes que han estado en primera línea –hospitales, tanatorios, cementerios- y en segunda, multiplicando el acompañamiento a los fieles con una gran imaginación pastoral manifestada a través de los medios de comunicación.

D. Ginés no quiso concluir sin referirse a los alcaldes de los municipios presentes a quienes lanzó una pregunta: “¿os habéis dado cuenta de que es más fácil sumar que restar, multiplicar que dividir? Juntos como sociedad podemos mucho, somos una gran sociedad donde cada uno de nosotros, desde nuestra forma de pensar, sentir o creer podemos aportar y colaborar; todos tenemos que estar unidos”.

Bajo el amparo de la Virgen María “que es nuestro consuelo y fortaleza” puso a los fallecidos y enfermos por coronavirus y a sus familiares y terminó la homilía.