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El obispo D. Ginés García Beltrán presidió la celebración de la Epifanía del Señor, el pasado domingo 6 de enero, en la Catedral Santa María Magdalena (Getafe).

Estuvo acompañado por el rector del Seminario Mayor, Jesús Parra; el vicecanciller, Guillermo Fernández; el clero parroquial y por decenas de familias diocesanas que –respetando el aforo marcado por Sanidad- se trasladaron hasta la localidad getafense para festejar el día de los  Reyes Magos.

El prelado, en su homilía, haciendo referencia a las lecturas proclamadas en la celebración, quiso recordar que el día de la Epifanía, o de la manifestación del Señor, es una fiesta universal “que nos dice que Cristo no sólo ha venido para el pueblo judío sino para todos los hombres y mujeres que quieran aceptarlo en su corazón”.

“También nos recuerda que todos somos iguales ante Dios y que Cristo es el gran regalo de Dios para todos” subrayó D. Ginés.

En cuanto a los Reyes de Oriente, el obispo explicó algunas de sus cualidades “que pueden ayudarnos a nosotros como cristianos”, remarcando que “eran hombres que habían sentido una llamada de Dios que les hace salir de su tierra y como ellos, el hombre creyente es ante todo un buscador de Dios, que siente la llamada y se pone en camino”.

Además, continuó D. Ginés, “la búsqueda en la vida cristiana no termina nunca, hay que buscar a Dios hasta el último suspiro porque Dios se manifiesta en el momento más inesperado y en las circunstancias más adversas, como las de este año, tan diferentes a las del año pasado”, refiriéndose a todo el sufrimiento causado por la pandemia del coronavirus.

“El creyente sabe que Dios siempre va a estar ahí y como los Reyes Magos, el cristiano está guiado por la estrella –la luz del Señor-  y esa estrella le conduce a Dios” señaló el prelado.

García Beltrán recordó la actitud de los Reyes Magos ante el niño en el pesebre: “y al llegar hasta Dios, los Magos se pusieron a adorarlo y esa es la actitud que también tenemos que adoptar nosotros”.

“La adoración forma parte de la esencia de la vida cristiana. Adorar no es acto de vasallaje sino un acto de libertad. Solo el hombre libre puede postrarse ante el Señor y adorarlo” recordó D. Ginés, y prosiguió: “el acto de adoración consiste en decir al Señor: ‘Tu eres el centro, no yo’. Hay que poner a Dios en el centro de nuestra vida y dejar que nuestra vida gire en torno a Él. La adoración es también un acto de amor y de fe”.

El obispo no quiso terminar su homilía sin recordar el significado que este día tiene para los niños “el día de la ilusión. El signo de la esperanza y de la alegría”, subrayando que así debe ser el cristiano en su vida “ser siempre transmisor de alegría, de esperanza y de fe”.