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Un grupo de cuarenta personas, entre adultos, jóvenes y niños, participaron el pasado sábado 10 de abril, víspera de la fiesta de la Divina Misericordia, en una romería peregrinación para familias organizada por la Acción Católica General de la Diócesis de Getafe.

Durante la jornada estuvieron acompañados por el obispo emérito, D. Joaquín María López de Andújar, y por el Rector de la Basílica del Sagrado Corazón, Javier Bescós. 

El encuentro comenzó a las 10.30 horas con la visita al Museo del Monasterio carmelitano de La Aldehuela, donde las familias pudieron contemplar una réplica de su interior y en el que se exponen numerosos objetos personales de la vida de la Santa Maravilla del Niño Jesús. 

Antes de iniciar la peregrinación hacia la Basílica del Sagrado Corazón fueron recibidas por el obispo emérito D. Joaquín María López que,  desde la capilla, les envió y animó “a vivir esta etapa de peregrinación como una etapa más del Camino (de Santiago)”. 

Con este impulso los peregrinos iniciaron su caminata, recorriendo algún que otro tramo de carretera y varias vías pecuarias, a lo largo de casi ocho kilómetros, durante dos horas y bajo la protección de Santa Maravillas.

A su llegada a la Basílica del Sagrado Corazón, el obispo emérito presidió una eucaristía en la que les acompañó con palabras de cariño y de ánimo: “venimos hasta aquí para renovar nuestra fe, nuestra esperanza y caridad, virtudes que configuran nuestra vida cristiana”.

En relación al Evangelio del día, D. Joaquín explicó cómo fueron los primeros días de los discípulos después de la muerte del Señor y cómo éste regresó para devolver la esperanza a sus vidas: “Jesús se les aparece y aunque al principio recrimina su incredulidad y su fragilidad, el Señor sigue confiando en ellos y les confirma en su misión”.

“El Señor nos invita, también a nosotros como discípulos suyos,  a confirmar nuestra misión a pesar de los titubeos, incertidumbres y el cansancio. El Señor nos sigue llamando a entregar la vida y confiar en Él”, animó el prelado a todas las familias presentes.

Después de la Eucaristía y el tiempo para comer y descansar, algunas familias volvieron a sus hogares y otras volvieron andando a la Aldehuela, rezando el Rosario por el camino.

Al llegar al convento se despidieron con una oración de acción de gracias por todo lo vivido y esperando el próximo encuentro.