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La Delegación episcopal para la Cultura organizó el pasado miércoles 5 mayo un encuentro académico internacional sobre la figura del jesuita valdemoreño Diego de Pantoja, cuando se cumplen 450 años de su nacimiento.

Bajo el título Diego de Pantoja, SJ, y las relaciones entre China e Iberoamérica, tres expertos en su vida y obra, compartieron ante una treintena de participantes de ocho países distintos algunas de las singularidades de este jesuita intrépido que bajo la tutela de Mateo Ricci, fue capaz de llevar a Cristo hasta los confines del imperio Ming.

El obispo de Getafe, D. Gines García Beltrán, al comienzo del encuentro destacó la importancia de este misionero vinculado a la Diócesis de Getafe que “movido por el amor a Cristo sintió el deseo de darlo a conocer allí donde nunca se había oído pronunciar su nombre”. 

Para el prelado “este encuentro académico es una ocasión para comprobar como esta joven Diócesis de Getafe, formada en gran parte por personas venidas de otros lugares, tanto de España como del extranjero, se asienta también sobre una raíz misionera, sobre el trabajo de tantos evangelizadores populares, tantos sacerdotes y religiosos que han cultivado en esta tierra la fe del Pueblo de Dios y que nos han legado el patrimonio histórico y espiritual que hoy disfrutamos nosotros”.

Después de la introducción los tres expertos procedieron a desgranar los aspectos más interesantes de la biografía de Diego de Pantoja.

En primer lugar el profesor Giovanni Sun, director del Li Madou Center de Macerata, en Italia, habló sobre la labor de los jesuitas desde el punto de vista chino.

Durante su intervención relató los primeros encuentros entre los misioneros y de su llegada en 1601 a la Ciudad Prohibida de Pekín con obsequios hasta entonces desconocidos en la corte de los Ming: catalejos, una biblia, un clavicordio, un mapamundi y retratos de Jesús y de la Virgen María. 

La sorpresa de la corte imperial fue tan grande, que pronto trabaron una amistad que, a juicio de Sun, fue esencial para la transmisión de la fe entre estas dos culturas tan dispares.

La profesora de la Universidad Autónoma de Madrid, doctora en Historia del Arte y gran conocedora de la cultura y arqueología China, Cinta Krahe Noblett introdujo a todos los presentes el amplio y rico intercambio cultural que hubo durante el siglo XVII gracias a la llegada de las misiones jesuíticas, “aunque no sería hasta tiempo más tarde que se haría notar la huella iberoamericana en el arte chino”.

Desgranando los materiales, usos y costumbres de la recóndita China, Krahe habló a los asistentes sobre el mutuo interés despertado entre ambas cortes, la china y la española, y de cómo el intercambio de objetos ayudó a comprender los rasgos identificativos de las dos civilizaciones. 

Fueron precisamente los Austrias los que poco a poco incorporaron a sus ajuares domésticos la preciosa y rica orfebrería china, llegando a poseer una de las grandes colecciones de porcelana china.  Según los archivos, la Torre Nueva del Alcázar de Madrid  llegó a aguardar cerca de 3.000 piezas venidas del Lejano Oriente.

En cuanto al  autor de Diego de Pantoja: un puente con la China de los Ming, el jesuita Wenceslao Soto, abordó el viaje del misionero de Valdemoro hasta llegar a Beijing. Una travesía de muchos meses, no exenta de peligros, para cumplir el sueño de san Francisco Javier: llevar el Evangelio a este vasto territorio.

Soto abordó la relación tan singular entre Ricci y De Pantoja, no exenta de tensiones por el carácter e ímpetu de uno y otro, pero, consideró que  ‘tándem misiológico’ fue clave para comprender y hacer entender las escrituras al mismo tiempo que se mimetizaban con la cultura autóctona.

El experto en Diego de Pantoja ensalzó el trabajo del maestro y del discípulo en materia de cartografía o en la transcripción del lenguaje. 

Ricci está en la fase final para ser declarado beato, y hay motivos para pensar, que Diego de Pantoja pueda seguir el mismo camino.

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