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Una veintena de fieles de la Diócesis de Getafe ha participado en el cursillo número 119 organizado por  el Movimiento de Cursillos de Cristiandad, desde el 10 al 13 de junio, en la Casa de Espiritualidad de las Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor, en  Ciempozuelos.

Una de las formadoras, Paula Bugallo, miembro de la Ultreya de Alcorcón, resume lo vivido y compartido entre los asistentes con una frase: “¡qué bien se está aquí Señor!”.

Paula manifiesta que “un cursillo puede cambiar tu corazón. Al principio parece que nada cambia pero poco a poco el Amor, con mayúsculas, y la alegría de saberse amado invade tu corazón, porque para Dios no hay nada imposible”.

En los tres días que ha durado el cursillo los participantes han ido viendo como sus corazones evolucionaban y sus vidas se transformaban al igual que lo hacían los formadores que les acompañaban en este proceso.

“Este cursillo también era para mí, Jesús fue transformando e inundando mi corazón con su amor a lo largo de estos tres días. Antes de llegar al cursillo, e incluso al principio de esta vivencia, sentí que yo no era la mejor testigo para hablar de Dios, pero Él me hizo saber que no soy yo, sino que es Él en mí” recuerda esta formadora. 

“No vamos a dar testimonio de ‘lo buenos que somos’ sino de lo bueno que ha hecho Dios en nuestra vida. A partir de este momento mi cursillo cambió, empecé hacer la película de mi vida de nuevo y fui consciente de todo lo bueno que Dios ha ido haciendo en mí. Entonces una frase sencilla, que un gran amigo me ha dicho muchas veces y que hasta ahora no había puesto en valor, cobró todo el sentido: ¡SOLO DIOS ES BUENO!”, concluye.

Estas mismas palabras de agradecimiento también expresó el sacerdote Aurelio Carrasquilla, vicario episcopal para la Acción Caritativa y Social que presidió la clausura del cursillo.

"Me he encontrado con un Movimiento que da fruto y lo veo en los testimonios de los cursillistas" manifestó Carrasquilla.

El vicario episcopal también animó a los participantes a la práctica de la caridad "pero no sólo con los necesitados de algo material sino con los pobres de espíritu, los pobres de fe, los pobres que, siendo los más pequeños, son los preferidos por Dios".

Aurelio no quiso terminar sin pedir "que crezca el amor de Dios en vosotros" y invitando a los cursillistas a "perseverar en la vida de fe, realizando las obras que más aprecia el Señor, las obras de misericordia".