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El sacerdote diocesano Paul Schneider, misionero desde 2017 en Etiopía, cuenta su experiencia de vida y misión en aquella tierra, donde trabaja con dedicación por el Reino de Cristo en medio de los más pobres de la tierra, y envía palabras tranquilizadoras ante las noticias de guerra que llegan desde los medios de comunicación internacionales.

Su testimonio sorprende al hablar con tranquilidad y fe, verdadero ejemplo de hombre entregado a Dios, que no se arredra ante la enfermedad del coronavirus y de las muchas dificultades que cada día surgen en su tarea sacerdotal como “los conflictos étnicos, la corrupción, las desigualdades y la sospecha mutua”.

Siempre inmerso en proyectos de mejora de las condiciones de los habitantes de su diócesis, Lagarba, “el cultivo, las casas, la repoblación de árboles, el pozo de Rabsu”, se encuentra ahora trabajando en la construcción de una carretera de grava, para la que pide oraciones y apoyo y que ya está dando frutos de unidad y colaboración entre cristianos y musulmanes: “la unidad es un milagro, y soy feliz de poder ser parte de ello, de contribuir a la paz y a la alegría común.”

“Por todos los beneficios sociales y humanos que traerá esta carretera, estoy convencido de que Dios quiere, y mucho, este proyecto. Él ya se ha encargado de poner en mi corazón, desde hace tres años, esta gran tarea de elevado coste. La salud, la seguridad de las personas, la educación, el acceso al comercio, el transporte..., son todas ellas cosas que a Dios le importan” explica el misionero.

FOTOPAULSEPTIEMBRE1CARTA ÍNTEGRA DE PAUL SCHNEIDER

“Queridos amigos: Estad tranquilos por mí, la guerra del norte de Etiopía no llega a nuestra zona. Aunque las noticias internacionales lo pintan muy mal, como si el país se estuviera desmoronando, hasta ahora en la capital hay paz, y el resto del país sigue funcionando, la industria, los transportes, el comercio. El futuro sólo lo sabe Dios, y hay que orar siempre, y renovar continuamente en nuestros corazones el deseo de la paz. 

"Bienaventurados los pacíficos, porque ellos heredarán la tierra" (Mt 5, 4). El sufrimiento de los heridos y desplazados por esta guerra es atroz, y no se sabe el número de muertos. Aquí el coronavirus es casi agua pasada, lo peligroso son los conflictos étnicos y la corrupción, las desigualdades y la sospecha mutua. Etiopía es un país hermoso y con mucha variedad de climas y gentes, con sus "13 meses de sol", sus 85 lenguas y sus 115 millones de habitantes, con un cristianismo e islam milenarios, además de la pervivencia de las religiones tradicionales. 

Me siento más afortunado que nunca, por el don del sacerdocio y de la misión, por estar en este país, y también por poder ayudar en tiempos difíciles. Con el estímulo de vuestra amistad y oración aportáis mucho, y mi corazón rebosa agradecimiento. En mi visita a España en septiembre estuve la mitad del tiempo confinado, porque di positivo en Covid al llegar, y me quedé sin veros a la mayoría. 

Luego estuve algunos días en Getafe y en Villanueva de la Cañada, y pude escaparme un día con sacerdotes amigos para visitar a las madres de ‘Iesu Communio’ en la Aguilera, Burgos. Siempre es bueno contar con la intercesión y consejo de personas consagradas. Os envían saludos nuestros cristianos de aquí, de Lagarba, conmovidos por vuestra amistad en la distancia, lo que les cuento de vosotros, y cada vez tienen un mayor espíritu de colaboración con todos los proyectos: el cultivo de las tierras de la misión, las casas, la repoblación de árboles, el pozo de Rabsu, el proyecto de la carretera. Os pido oraciones y apoyo en especial por esto último, la carretera. 

FOTOPAULSEPTIEMBRE3Toda la población está de acuerdo con el trayecto y desea ansiosamente esta carretera de grava, y han firmado, no solamente la expropiación gratuita de sus terrenos, sino que se comprometen a trabajar como voluntarios sin remuneración los días que haga falta, para facilitar los trabajos de la maquinaria. Lo precioso es ver a cristianos y musulmanes unidos en un proyecto social, en esta obra común. No siempre sucede la unidad, lo habitual es que surjan tensiones entre grupos de distinta etnia, cultura y religión. La unidad es un milagro, y soy feliz de poder ser parte de ello, de contribuir a la paz y a la alegría común.

Oraciones y donativos

Aunque me falta aún mucho dinero, vamos a empezar ya las obras, antes de que acabe este mes de noviembre, porque ya hemos entrado de lleno en la estación seca. Confío en que el Ayuntamiento de Villanueva de la Cañada y la Universidad Alfonso X el Sabio y otros donantes particulares que se comprometieron, puedan colaborar generosamente. Si conocéis otras instituciones que puedan colaborar, por favor no dejéis de contactar con Mayca Pajares, Dra. Ingeniero de Caminos, Perito técnico de varias Constructoras españolas y vecina de Villanueva de la Cañada, amiga mía y madre de familia. 

Además de la cuenta habitual, también se me pueden hacer llegar donaciones de instituciones a través de la Fundación ‘In Mary's Hands’, de mi amiga y también madre de familia, Sonia Ortega, que además es teóloga y misionera a tiempo parcial en Liberia. Dicha Fundación sirve a proyectos humanitarios y de desarrollo en África. 

Mis constructores aquí, a los que he dado la obra son Ebisa Mekonen, ingeniero, y Abel Legese que, aunque se han educado y residen en Addis Abeba, son naturales de Lagarba, y van a supervisar de cerca toda la ejecución. Los he elegido después de meses de estar conociendo y consultando a varios constructores, y ellos son los más fiables. 

También cuento con el apoyo de HCS, ‘Harar Catholic  Secretariat’ nuestra agencia católica para proyectos de desarrollo, que pertenece al Vicariato de Harar. 

FOTOPAULSEP4Como ya os dije, el trazado son 8 kilómetros de muchas cuestas, con partes de terrenos de tierra blanda, que necesitarán volcado de toneladas de materias duras, como piedra y grava, y otras partes más rocosas, donde los bulldozer y la excavadora con martillo hidráulico tendrán que romper la ladera y alisar, siguiendo el trayecto y haciendo un peralte adecuado. El gran desnivel a salvar, tanto de bajada desde Kirara hasta el río como de subida desde ahí a la misión, por ley no puede superar el 10% de inclinación, lo que obliga a que haya que dar un poco de rodeo por un par de colinas. A continuación habrá que realizar obras de albañilería con hormigón armado, cunetas de cemento y drenajes en varios puntos para conducir los arroyos y torrentes, para que no se estropee la carretera en la estación lluviosa. 

A los que tengáis curiosidad, preguntadme y os puedo enviar las coordenadas GPS de los 4 puntos a conectar. Es interesante verlo con vista satélite en Google Maps. 

Por todos los beneficios sociales y humanos que traerá esta carretera, estoy convencido de que Dios quiere, y mucho, este proyecto. Él ya se ha encargado de poner en mi corazón, desde hace 3 años, esta gran tarea de elevado coste. La salud, la seguridad de las personas, la educación, el acceso al comercio, el transporte..., son todas ellas cosas que a Dios le importan. "La gloria de Dios es que el hombre viva", dice san Ireneo de Lyon. 

Los misioneros de antaño siempre supieron que la fe va muy ligada a la humanización y a la civilización, y yo quiero seguir su estela. Elevar la calidad de vida de pueblos pobres es un privilegio, una gran alegría. Os envío varias fotos, que incluyen: el coche que compré hace un mes para la misión (y el cardenal de Addis Abeba bendiciéndomelo), tareas de replantación de árboles, los topógrafos haciendo medición de los terrenos para la carretera con una "estación total". También os adelanto en PDF el artículo sobre mi misión que saldrá en la revista infantil "Gesto" de OMP (Obras Misionales Pontificias) en el número de diciembre. Pedid por mí. Siempre me acuerdo de vosotros. Agradecido siempre a mi Diócesis de Getafe

Un abrazo muy fuerte

P. Paul Schneider