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La Parroquia Nuestra Señora de la Asunción (Móstoles) acogió en la tarde del jueves 9 de diciembre la presentación del informe anual sobre la libertad religiosa en el mundo. El encuentro fue presidido por el obispo de Getafe, D. Ginés García Beltrán, y contó con la participación de José Fernández Crespo, responsable de Promoción de Ayuda a la Iglesia Necesitada - fundación pontificia que ha elaborado dicho informe-, y del padre Wenceslao Belém, quien compartió su testimonio como sacerdote perseguido en Burkina Faso.

Fernández Crespo comenzó agradeciendo la presencia del obispo y del sacerdote que le acompañaban y presentó los datos más relevantes del informe destacando que “se trata del único estudio realizado por una institución católica que analiza el cumplimiento o respeto de este derecho humano en todos los países del mundo (196) y abarca todas las religiones. Es también el único disponible en seis idiomas".

“Uno de los datos más desalentadores es que la libertad religiosa está cada vez más atacada en el mundo. Es un derecho que está en caída libre” subrayó poco antes de definir lo que era el derecho a la libertad religiosa “un derecho raíz que conforma otros derechos, un derecho del que emana la libertad de expresión o de credo, de unión a otras personas en base a su fe. El derecho que tiene una persona a tener fe, mantenerla o cambiarla cuando quiera hacerlo”.

Fernández Crespo ilustró su exposición con algunos datos relevantes: “en uno de cada tres países del mundo se viola la libertad religiosa; el cristianismo es la religión más perseguida; los gobiernos autoritarios (Cuba, China, Corea del Norte…), los grupos  yihadistas en 26 países (Irak, Siria..) y otros donde “el buen ciudadano es el que sigue la religión que marca el Estado” son aquellos donde se persigue más la fe”.

El responsable de proyectos de AIN también quiso diferenciar entre “la persecución o la presión visible” de aquella que se vive en los países occidentales aparentemente permisivos “donde se da una persecución educada” camuflada bajo la aprobación de leyes democráticas que van recortando los derechos fundamentales: como el derecho a la vida (ley del aborto y ley de la eutanasia) o el derecho a elegir la educación que desee (nueva ley Celáa). Destacando también cómo la pandemia del covid ha servido para ir limitando, poco a poco y de manera encubierta, el derecho a la libertad religiosa, de expresión o de reunión.

Después de la intervención de Crespo, el sacerdote Wenceslado Belem de la Diócesis de Ouahigouya (Burkina Faso) compartió su testimonio sobre la situación que se vive en su país y  el trabajo de su Iglesia cuando las circunstancias son adversas. 

Burkina Faso se ha convertido en el país con mayor expansión del yihadismo de todos los países del Sahel con 1,4 millones de desplazados internos, según el último Informe de Libertad Religiosa en el Mundo 2021. En un país donde más del 60% del territorio está controlado por estos terroristas, y los sacerdotes siguen sin miedo entregando su vida para la evangelización.

Señaló que antes de 2015 había paz, buena convivencia con los musulmanes y mucho diálogo: “teníamos la paz que es la riqueza más grande en el mundo”. Pero ese año llegaron los terroristas, “comenzaron a matar, destruir iglesias, secuestrar sacerdotes y religiosas católicos y cerrar escuelas (más de 2000)”.

Después del testimonio del sacerdote intervino el obispo D. Ginés para agradecer la presencia de los ponentes en la presentación del informe, su trabajo de investigación y sobre todo “el trabajo que AIN hace a pie de calle, en estos países donde la iglesia está tan necesitada. Prueba de ello es el testimonio del padre Wenceslao Belem que nos habla de problemas vivos y que la Iglesia vive en cada momento”.

El prelado recordó una anécdota sucedida en la JMJ de 2011 en Madrid, cuando un grupo de jóvenes sirios rezaron y cantaron en público en la plaza de Ópera y lloraban emocionados. “Una cosa que a nosotros nos puede parecer algo sencillo, expresar públicamente la fe, a ellos les emocionaba porque en su país no pueden hacerlo” relató.

“La falta de libertad religiosa toca al corazón de la libertad humana porque impide al hombre vivir su ser trascendente” remarcó García Beltrán.

Parafraseando a José Fernández, el obispo también recordó que “la libertad religiosa consiste en poder profesar la fe, celebrarla y vivirla. Existe una persecución educada que se va metiendo en el ADN de la cultura donde Dios no está presente”.

“Hay leyes en países desarrollados que atentan contra la libertad religiosa, que van contra el fundamento de la existencia humana, la vida, la educación, el culto, o la caridad. Las leyes no me matan ni meten en la cárcel –hasta ahora- pero me impiden vivir según lo que yo soy. Esto es algo que estamos viviendo en primera persona” concluyó D. Ginés.