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El Grupo de Montañeros de la Parroquia San Juan de Ávila (Móstoles) vivió, entre el 5 y el 15 de julio, un campamento muy intenso en Carreña de Cabrales (Asturias), en los Picos de Europa. 

Este grupo está formado por niños y jóvenes desde 4º de Primaria a 1º de Bachillerato y realiza salidas a la montaña una vez al mes durante el curso escolar. 

En esta edición del campamento han participado 80 personas, guiadas espiritualmente por dos de los sacerdotes de la parroquia, el párroco Juan del Rey y el vicario parroquial Javier Zaera.

“El campamento ha supuesto un reto de esperanza y alegría en el que los jóvenes han podido sentir de cerca la presencia de la Virgen y profundizar en el conocimiento de muchos santos que han dado ejemplo de las virtudes que ha de vivir un buen montañero, como san Juan Pablo II, santa Catalina de Siena, el beato Carlo Acutis o el beato Pier Giorgio Frassati, patrón de los montañeros”, destaca el párroco. 

Además, los participantes, a través de una representación teatral preparada durante todo el campamento, han podido conocer más de cerca a Dante Alighieri y su conocida obra ‘La divina comedia’, cuando se cumple el séptimo centenario del fallecimiento del poeta. 

“Con marchas en la montaña, oración, competiciones deportivas, veladas, etc., los montañeros han crecido en su amistad con Cristo y con la Virgen, buscando subir la cima más alta, la santidad, como dice su lema: ‘¡Más, más y más!’”, explica Del Rey. 

Ese esfuerzo destacó en la subida a Covadonga, que, aunque cansada y bastante embarrada, estuvo repleta de alegría, cantos, gritos de ánimo y deseos de encontrarse con la ‘Santina’, “que esperaba con ganas la llegada de los montañeros”.

Hacia el final del campamento, los que habían perseverado en las actividades a lo largo del curso recibieron una pañoleta roja que les identifica como montañeros y es símbolo de compromiso, pertenencia y, especialmente, don de Dios.

El campamento terminó en Santo Toribio de Liébana (Cantabria), donde se celebró la eucaristía de clausura con la presencia del Lignum Crucis, que testimonia la entrega total de Cristo en la Cruz. Allí tuvo lugar la entrega de las insignias, de los galones y de los premios a los participantes.