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El obispo D. Ginés García Beltrán presidió el pasado domingo 2 de octubre la toma de posesión del sacerdote José Manuel Ramos Romacho en la Parroquia Espíritu Santo (Aranjuez). 

Ramos fue nombrado párroco en julio de este año, y ha recibido el encargo de pastorear a esta comunidad parroquial "a la que conoce y quiere" con alegría y gratitud.

El prelado comenzó su homilía agradeciendo la labor y el servicio del párroco anterior José Sesé, la presencia del nuevo arcipreste, Yago Fernández de Alarcón y el trabajo de su predecesor, Manuel Torres.

También tuvo unas palabras de acogida para los sacerdotes, familiares y fieles que acompañaban a José Manuel desde distintas comunidades y grupos parroquiales.

D. Ginés quiso además manifestar su alegría por el nombramiento del nuevo obispo auxiliar, D. José María Avendaño, “un hermano que me acompañará en la labor episcopal en una Diócesis de Getafe con muchos desafíos”.

Después, tomando como referencia las lecturas del día, instó a todos los presentes a mantener viva la fe y la esperanza en Dios “sin endurecer el corazón frente a dificultades y problemas”.

“¡Qué pena que un cristiano tenga un corazón endurecido incapaz de servir, que no se conmueve, insensible ante lo que pasa!” insistió D. Ginés.

El prelado también tuvo unas palabras para José Manuel a quien dijo: “la figura del sacerdote es  presencia de Dios; José Manuel viene a demostrar que hay una generación de sacerdotes jóvenes que son el presente de la Iglesia”.

“Es un motivo para dar gracias al Señor tener sacerdotes en un mundo donde esta figura está poco reconocida” añadió.

El nuevo párroco para concluir la celebración también quiso dirigir unas palabras a su nueva comunidad parroquial, a la que ha servido como vicario durante tres años y que conoce muy bien.

“Me es difícil expresaros lo que llevo en este momento en el corazón. Soy muy feliz de ser sacerdote. De verdad que nunca hubiese imaginado una felicidad así y mucho menos en un camino como este, tan distinto a los planes que nos hacemos. Cada vez me convenzo más de que lo mejor siempre es lo que Dios quiera, acoger y amar su voluntad con confianza, en esto encontraremos la alegría que nos falta, la alegría de la salvación” señaló.

Con el corazón profundamente agradecido a Dios, al obispo, hermanos sacerdotes y fieles que le acompañaban, el nuevo párroco manifestó su deseo de servir: “quiero serviros y dedicar mi vida a la causa del Evangelio. Quiero amar y hacer amar a Jesucristo (…) Quiero seguir cantando eternamente entre vosotros y en este pueblo las misericordias del Señor”.