
02/11/2025. Este domingo se celebra la conmemoración de Todos los Fieles Difuntos El Martirologio romano recuerda que “la Madre Iglesia, después de celebrar las alabazas de sus hijos que han alcanzado la bienaventuranza celestial, se preocupa por las almas de todos aquellos que vivieron con nosotros el signo de la fe y duermen, ahora, en la esperanza de la resurrección”. “Y no solo por los fieles difuntos, sino por todos los que han muerto en la esperanza de la resurrección cuya fe solo Dios conoce”.
Pedro Merino, delegado episcopal de Liturgia en la diócesis, recuerda la historia de esta celebración: “En oriente, el sábado antes del lunes del inicio de la Cuaresma (sábado de Lázaro), la liturgia bizantina celebra la memoria de los difuntos. En occidente, a lo largo del siglo VII, los monasterios comienzan a dedicar un día a orar por sus difuntos”.
“Los sínodos medievales prescriben con frecuencia que en los lunes se celebre una misa votiva por los difuntos. En este contexto, en el año 998, San Odilón, abad de Cluny, estableció, para los monasterios de su federación, que se ofrecieran oraciones y sufragios por los difuntos desde las segundas vísperas del 1 de noviembre hasta las vísperas del 2 de noviembre. Por este motivo, en numerosos lugares, el 1 de noviembre se celebra la misa de Todos los Santos en los cementerios. Antes de la reforma de Pío XII no se celebraba la Eucaristía vespertina y los sacerdotes ofrecían, ya en la tarde del día 1 de noviembre, responsos y sufragios en los cementerios por el alma de los difuntos”.
Merino recuerda que “la constitución conciliar Sacrosanctum Concilium (núm. 81) demanda que en las celebraciones de los difuntos se resalte el carácter pascual”. En este sentido, afirma, “la dimensión pascual no está solo en la resurrección, porque la Pascua del Señor también comprende su muerte y sepultura. En el sentido pascual, afirmamos que la muerte del cristiano está unida a la muerte de Cristo”. “En la muerte, el fiel marcha hacia Él y a la vida eterna. Mediante la misa y las oraciones ofrecidas por los difuntos, los vivos los acompañamos en el camino hacia su plenitud”.
“Los cuerpos de los difuntos se unen en la muerte y la sepultura del Señor, muerto y sepultado, hasta que compartan con Él la gloria de la resurrección al final de los tiempos. Esperando la resurrección de la carne, en la futura pascua de la creación, la Iglesia celebra y ofrece por la salvación de vivos y difuntos el misterio pascual de Cristo”.