03/11/2025. La sede del Obispado de Getafe acogió en la tarde del lunes 3 de noviembre la inauguración de la nueva Escuela de Pastoral de la Salud, un proyecto diocesano que nace con el deseo de formar, acompañar y renovar la misión de todos los que sirven en el ámbito del sufrimiento y la enfermedad.
El acto estuvo presidido por el obispo auxiliar, Mons. José María Avendaño Perea, y contó con la participación de la directora de la Escuela, la Hija de la Caridad Elisa Manzano, y del delegado diocesano de Pastoral de la Salud, Francisco Arias, encargado de la ponencia inaugural.
Desde los primeros momentos del encuentro, Mons. Avendaño subrayó la profunda dimensión evangélica de esta iniciativa, afirmando que “esta es una escuela del corazón, en la que hay que implicar a los jóvenes”. Con un tono cercano y testimonial, el obispo recordó que la atención a los enfermos no es “un voluntariado más”, sino “una llamada del Señor a ser presencia suya junto al que sufre”.
"Tenemos que ser capaces de transmitir esta oportunidad que nos ofrece el Señor, de catequizar de manera especial a los jóvenes para que colaboren en esta pastoral", insistió el auxiliar, añadiendo que "los jóvenes son apóstoles de los jóvenes" y cómo más de 7.000 habían participado en el Jubileo interdiocesano en Madrid celebrado el pasado 27 de septiembre.
En su intervención, compartió experiencias personales de vida y fe que marcaron su sensibilidad pastoral, evocando su propia enfermedad en la infancia y la importancia de quienes lo acompañaron entonces, empezando por su padre y su madre. “No puedo olvidar a la religiosa que venía a visitarme cada día, ni a los catequistas que me enseñaron a cuidar del enfermo sin prisa”, confesó emocionado.
El obispo auxiliar insistió en que el primer enfermo al que hay que cuidar es el propio corazón del agente pastoral: “Por eso necesitamos cuidar nuestra fuente interior, que es la comunión con el Señor. Antes de ir a visitar a un enfermo, hay que ponerse en oración. No podemos dar lo que no tenemos: si no tenemos paz, no podemos llevar paz; si no tenemos a Cristo, no podemos darlo a los demás”.
Mons. Avendaño definió esta nueva etapa como una oportunidad para que la diócesis renueve su compromiso con los “heridos por la vida”, expresión que recordó de san Juan Pablo II. “El cuidado de los enfermos, de los frágiles, de los que sufren, está en el corazón de nuestra diócesis. Es una tarea que nos hace Iglesia, una comunidad que acompaña y sostiene”, añadió.
Finalmente, encomendó la Escuela y a todos los agentes de pastoral a la Virgen María, pidiéndole “que bendiga, proteja y arrebuje, como decía mi madre, a esta Escuela y a todos los que cada día cuidáis de los más necesitados”.
Una escuela que forma desde el ser, el saber y el saber hacer
Por su parte, la directora de la nueva Escuela, la hermana Elisa Manzano, explicó los fundamentos de este proyecto formativo, que se apoyará en tres pilares esenciales: la formación en el ser, en el saber y en el saber hacer.
“En el ser, porque la pastoral de la salud es una misión de la Iglesia, no un trabajo puntual. Es un compromiso personal, pero también eclesial y evangelizador”, señaló. “En el saber, porque necesitamos una formación fiel al Evangelio, creativa y capaz de transformar vidas, la nuestra y la de las personas que acompañamos. Y en el saber hacer, porque es fundamental aprender a trabajar en equipo, comunicar, acompañar y afrontar el sufrimiento, siendo para el otro un lugar de vida y de esperanza”.
La religiosa destacó también el valor de la presencia y la escucha en la relación con los enfermos. “A veces basta con estar. Los enfermos lo que más desean es sentirse tranquilos y felices cuando están con nosotros”, afirmó.
Con una mirada esperanzada, compartió su sueño para la nueva Escuela: “Deseo que sea un instrumento privilegiado para formar líderes en pastoral de la salud, capaces de animar equipos y comunidades; que promueva la humanización de la asistencia sanitaria y social, y que fortalezca la fe personal y comunitaria de los agentes y de quienes los rodean”.
La directora subrayó asimismo la importancia del trabajo en red y la creación de espacios de encuentro, reflexión y acompañamiento mutuo: “Soñamos con una pastoral unida, en la que sacerdotes, religiosas y laicos trabajemos juntos, compartiendo lo formal y lo informal, la formación y la vida”.
Un camino histórico y actual de servicio
El delegado diocesano de Pastoral de la Salud, Francisco Arias, fue el encargado de la ponencia inaugural, en la que ofreció un recorrido histórico por la evolución de esta pastoral en la Iglesia. Recordó que su origen “se encuentra en el mismo Jesucristo y en los Evangelios”, y explicó cómo ha cambiado su enfoque con el paso del tiempo, especialmente a partir del Concilio Vaticano II.
“Antes se hablaba de pastoral del enfermo y se entendía como una ayuda para bien morir”, recordó, “mientras que hoy hablamos de pastoral de la salud, una visión integral que abarca el cuidado físico, espiritual y psicológico, y que acompaña tanto al enfermo como a su familia".
"Hay que anunciar la ternura y la misericordia de Dios a quienes sufren, integrando cuerpo, mente y espíritu", destacó el delegado, animando a potenciar los equipos de pastoral de la salud en las parroquias.
Arias remarcó la importancia de la incorporación de los laicos en esta misión, el impulso dado por San Juan Pablo II en la consolidación de esta pastoral y la necesidad de un modelo pastoral en el que participen diversos profesionales del ámbito sanitario.
También presentó los hospitales y residencias donde la Pastoral de la Salud desarrolla su labor en la diócesis e invitó a participar en las próximas sesiones formativas, previstas para los días 10 y 17 de noviembre, y en los ciclos que se celebrarán con motivo de la Jornada Mundial del Enfermo (febrero) y la Pascua del Enfermo (mayo).
Con esta Escuela diocesana de Pastoral de la Salud, la diócesis de Getafe da un paso adelante en su compromiso con los enfermos, los mayores y todas las personas frágiles. Una escuela que, como expresó Mons. Avendaño, “se aprende y se vive desde el corazón, porque solo un corazón samaritano puede curar las heridas del mundo”.
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