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El obispo de Getafe, D. Ginés García Beltrán, se trasladó el pasado 17 de febrero hasta la Parroquia San Cristóbal (Boadilla del Monte) para presidir una solemne eucaristía en memoria de los tres mártires de esta localidad que fueron víctimas de la persecución religiosa desatada en España en los años 30 del siglo pasado y que están en proceso de canonización.
El prelado diocesano señaló que las dos notas que definen el martirio cristiano son una muerte testimoniando a Cristo y el perdón a sus verdugos.
La misa de acción de gracias por el martirio de Benjamín Sanz, Melitón Morán y Miguel Talavera fue un acto precioso y emotivo donde se dio a conocer la historia de su amor a Cristo y de su muerte.
Benjamín Sanz era el párroco en San Cristóbal al estallar la Guerra Civil, Melitón Morán era el capellán de las Madres Carmelitas y Miguel Talavera era un joven seminarista de 17 años, estudiante de filosofía.
Los tres fueron asesinados por odio a la fe en los primeros días de la guerra.
D. Ginés señaló que la única culpa que habían cometido estos mártires fue “ser discípulos de Jesucristo; ninguna causa política, ninguna causa ideológica. Sólo ser sacerdotes”.
Una sobrina nieta del seminarista Miguel Talavera ofreció un emotivo testimonio, recordando cómo sus padres y sus abuelos nunca guardaron ni un ápice de odio hacia sus agresores. “Sentían pena por lo pasado, pero no odio”, explicó.
La celebración terminó con los presentes encomendándose a los mártires y con la colocación en el templo de un cuadro realizado por Mónica Huerta, conocida pintora de Brunete, realizado a partir de las fotografías de los mártires, que pronto serán reconocidos por la Iglesia como beatos y santos.
Al acabar la ceremonia habló el alcalde de Boadilla, Antonio González Terol, quien destacó que “el heroico testimonio de estos vecinos de la localidad es una llamada a la unidad, a la concordia y a la reconciliación en nuestra sociedad”.