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Benedicto XVI a lo largo de su pontificado realizó un gran esfuerzo por defender la unión entre la fe y la razón, la compatibilidad y la complementariedad entre ambas.

El director del Centro diocesano de Teología, José Ramón Velasco, nos ofrece algunas de las claves para acercarnos al pensamiento de Benedicto XVI y entender ese binomio fe y razón, y cómo “el relativismo se ha convertido en el problema central de la fe en la hora actual”.

"Considera la razón, compatible con la religión; es más, ambas pueden curarse de sus «respectivas patologías», dijo en 2004 en el famoso diálogo con Jürgen Habermas. Si la razón puede evitar que la religión caiga en el fanatismo y el fundamentalismo, la religión puede impedir que la razón engendre monstruos como Auschwitz. Eso sí, hace falta una razón abierta («ampliada» dijo en Ratisbona) a otras dimensiones de la vida como el amor, el arte, la ética o la religión. Razón y corazón a la vez y, por tanto, verdad y amor, tal como reza el título de su encíclica social" explica Velasco.

 

BENEDICTO XVI: DIÁLOGO CON LA MODERNIDAD

“En el esfuerzo por dialogar con la modernidad, el papa Benedicto ha hecho especial hincapié en defender la unión inseparable entre la fe y la razón: la mutua colaboración entre teología, filosofía y ciencia, cada una desde su ámbito y con sentido de complementariedad. 

El pensamiento de Benedicto busca superar el irracionalismo nietzscheano, la fragilidad del pensamiento débil, las consecuencias fatales de la sociedad líquida de Bauman… Por ello nos ofrece una gran confianza en el hombre que es capaz de conocer la verdad: tiene derecho a conocer la verdad. Es la verdad la que nos posee, es algo vivo. Nosotros no la poseemos, sino que somos aferrados por ella. Sólo permanecemos en ella si nos dejamos guiar y mover por ella; sólo está en nosotros y para nosotros si somos, con ella y en ella, peregrinos de la verdad.  (Cf. Homilía en Castel Gandolfo, 2 de septiembre de 2012). 

Desde esta perspectiva, considera la razón, compatible con la religión; es más, ambas pueden curarse de sus «respectivas patologías», dijo en 2004 en el famoso diálogo con Jürgen Habermas. Si la razón puede evitar que la religión caiga en el fanatismo y el fundamentalismo, la religión puede impedir que la razón engendre monstruos como Auschwitz. Eso sí, hace falta una razón abierta («ampliada» dijo en Ratisbona) a otras dimensiones de la vida como el amor, el arte, la ética o la religión. Razón y corazón a la vez y, por tanto, verdad y amor, tal como reza el título de su encíclica social.

Siendo Cardenal, la homilía de la celebración del precónclave giró en torno a la dictadura del relativismo. Esta misma idea la expresó en múltiples ocasiones anteriores: «El relativismo se ha convertido en el problema central de la fe en la hora actual. Sin duda, ya no se presenta tan sólo con su vestido de resignación ante la inmensidad de la verdad, sino también como una posición definida positivamente por los conceptos de tolerancia, conocimiento dialógico y libertad, conceptos que quedarían limitados si se afirmara la existencia de una verdad válida para todos. 

A su vez, el relativismo aparece como fundamentación filosófica de la democracia. Una sociedad liberal sería, pues, una sociedad relativista; sólo con esta condición podría permanecer libre y abierta al futuro». (Conferencia en Guadalajara, 1996). Por ello Benedicto defiende que las certezas construyen una fe fuerte que deriva en una profunda espiritualidad, la cual alimenta una pastoral de la verdad.

Pocos pensadores han sabido leer con tanta destreza la modernidad. Benedicto XVI pasará a la historia como el Pontífice del diálogo sincero con su tiempo. El hombre que se dejó arropar por la verdad y defenderla con su viva inteligencia iluminada por la fe. El mundo del pensamiento permanecerá en perpetuo agradecimiento por ello.