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Con el inicio del tiempo de Cuaresma son muchos los jóvenes y adultos que se preparan para portar los pasos en procesión por las calles de nuestros municipios durante la Semana Santa.

Ser costalero en Semana Santa requiere de un duro esfuerzo. El trabajo de los costaleros consiste en cargar los pasos durante el recorrido de la procesión, tarea para la que han de prepararse y ensayar durante semanas.

Uno de estos costaleros es Daniel Ruiz, un joven costalero de la Hermandad de Nuestra Señora de la Soledad y Cristo Yaciente, en Móstoles, una de las Hermandades más importantes de la localidad, que desde su constitución en 1954 ha ayudado a muchas personas a vivir la Semana Santa.

“A mí espiritualmente me ayuda un montón salir de costalero, porque piensas que estás siendo los pies del Señor y de la Virgen en las calles” manifiesta este feligrés, añadiendo “al mismo tiempo pienso que es lo menos que yo puedo hacer por Aquel que llevó su cruz por mí para darme la salvación”.

“Además mientras uno va de costalero, llevando las imágenes a las calles de la ciudad, va rezando, va ofreciendo ese trabajo, esa cruz” destaca.

Daniel, que lleva un año con este cometido, comenzó “en un momento muy especial: en la procesión extraordinaria de acción de gracias por el fin de la pandemia” y remarca que junto a él hay un centenar de costaleros en la Hermandad de la Soledad y del Cristo Yaciente.

Este joven mostoleño quiere subrayar tanto el interés turístico como el espiritual que tienen las procesiones en nuestro país: “las procesiones son una manifestación esencial y distinta de nuestra fe en España. Algo único que solamente tenemos aquí y que sorprende a gente de todas las edades que se acerca a verlas”.

“Desde los niños que están en brazos de sus padres, a las personas mayores a quienes se les ilumina la cara al paso de la Virgen o del Cristo, a todos les sirve la procesión. Es algo importante que acerca a la gente que quizá no tenga esa relación habitual con la Iglesia, o que no va a misa o participa en la vida parroquial, pero ve que, en esos días, es el Señor quien se está acercando a ellos” relata este cofrade, que durante la Semana Santa recorre unos siete kilómetros en distintas procesiones de varias horas de duración, para los que hay que prepararse espiritual y físicamente.

Al contar su experiencia Daniel manifiesta que para él es algo esencial esta tarea a la que el Señor le ha llamado: “poder pertenecer a una hermandad o a una cofradía es algo único. Es un regalo que el Señor te llame a esta misión”

Las procesiones son una manera de evangelizar: “son otra forma de llevar la fe más allá de los templos. Llevarla  a las calles de mi ciudad me parece algo precioso” y concluye “animo completamente a todo el que se sienta llamado a realizar esta labor en la Iglesia a que siga con su decisión. Hace falta gente cofrade en España”.