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Decenas de familias –padres, niños, jóvenes y abuelos- se sumaron el pasado sábado 1 de abril a la Peregrinación por la Vida organizada por la Delegación de Familia de la Diócesis de Getafe y el Centro de Orientación Familiar (COF) para rezar  y  presentar al Señor la vida de los no nacidos y las heridas que hay detrás del drama del aborto. 

El encuentro estuvo presidido por el obispo auxiliar, D. José María Avendaño, acompañado por el vicario General, Javier Mairata, y el delegado de Familia y Vida, Álvaro Ojeda, entre otros sacerdotes, así como por muchos miembros de ‘40 días por la Vida’ que se unieron a la Peregrinación para clausurar su campaña anual de oración.

La marcha comenzó en la Casa de Convivencias de las Misioneras Cruzadas de la Iglesia, en el centro de Cubas de la Sagra. En el camino hasta el Santuario de Santa María de la Cruz, las familias  rezaron y meditaron el Rosario  y pudieron acercarse  también al Sacramento de la Penitencia gracias a los sacerdotes que les acompañaban.

Al llegar al Santuario, el obispo auxiliar impartió la bendición a todos y les invitó a presentar en la Eucaristía a los no nacidos, inscribiendo en un papel el nombre de los pequeños.

La Eucaristía de la Peregrinación por la Vida tiene una liturgia cargada de simbolismo en la que se implora, mediante las letanías a los Santos, la intercesión por estas almas. 

Una de las participantes, Mónica Cubero, feligresa de Parla explica que “este es un momento muy especial, en el que todos los allí presentes nos acercamos hasta el altar para ofrecer al Señor los nombres de estos niños, mientras se cantan las letanías. Estos nombres quedan en el Monasterio y las hermanas clarisas rezan por cada uno de ellos a lo largo de todo el año”. 

En el momento de las preces –explica Cubero- se pide “por la salvación eterna  de estos niños cuya vida ha sido interrumpida y de todos los niños muertos antes de nacer (…) para que todos se salven’; “que tenga piedad de estos niños considerándolos como unos Santos Inocentes”; “que nos dé esperanza en su infinita Misericordia” y “que ilumine la conciencia de todos los responsables de la sociedad para que protejan la vida”.

“Al final de la Eucaristía encendemos una vela, al igual que en la Vigilia Pascual, como símbolo de la luz de Cristo, que nos salva y nos da la vida eterna” añade.

Mónica expresa el sentir general de las familias participantes en esta peregrinación: “ha sido un día precioso, en un lugar muy especial como es el Monasterio de Santa María de la Cruz”.