El obispo de la Diócesis, D. Joaquín María López de Andújar, presidirá la eucaristía del Día de Todos los Santos el martes 1 de noviembre, a las 17.00 horas, en el cementerio de Parla, mientras que su auxiliar, D. José Rico Pavés, se trasladará hasta el camposanto de Getafe.

La solemnidad de Todos los Santos sirve para recordar a los que gozan ya de la visión de Dios, la “Iglesia triunfante”, y que no están canonizados de modo particular. No aparecen individualmente en el martirologio romano y no tienen un día especial para su celebración.

El 2 de noviembre, la Iglesia conmemora la festividad de los Fieles Difuntos. En todas las culturas se rinde algún tipo de memoria, culto o veneración a los muertos. En el caso de la Iglesia Católica, se recuerda a las almas del purgatorio. Están salvadas, pero tienen pendiente alguna pena por los pecados cometidos, que no han satisfecho en vida. Forman la llamada “Iglesia purgante”.

Ofrecemos, los que estamos aquí, “la Iglesia militante”, sufragios –oraciones, sacrificios…– por ellos.

Se pone en ejercicio en estos días la parte final del Credo: “En la santa Iglesia Católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna”.

Los sufragios ya constan en el Antiguo Testamento, en particular en el Libro de los Macabeos, donde se dice que mandó Judas Macabeo ofrecer sacrificios por los muertos, para que quedaran libres de sus pecados (2 Mac. 12, 46).

Aparte de otros precedentes, consta que, al menos en Alemania, en el siglo X ya se celebraba esta fiesta el 2 de noviembre.

La costumbre de acudir a los cementerios suele vivirse el día 1 porque es festivo. Se puede lucrar la indulgencia plenaria aplicable por los difuntos al visitar los camposantos.