Hola amigos: es tiempo de misericordia, y para bien vivirla el Papa Francisco en la Bula Misericordiae Vultus, afirma que “Es mi vivo deseo que el pueblo cristiano reflexione durante el Jubileo sobre las obras de misericordia corporales y espirituales”. Por eso hoy quiero ofrecerles una breve explicación de las obras de misericordia corporales, son siete, a saber:

1º) Dar de comer al hambriento y 2º) dar de beber al sediento: estas dos primeras se complementan y se refieren a la ayuda que debemos procurar en alimento a los más necesitados, a aquellos que no tienen lo indispensable para poder comer cada día.

Jesús, según recoge el evangelio de san Lucas recomienda: «El que tenga dos túnicas que las reparta con el que no tiene; el que tenga para comer que haga lo mismo» (Lc 3, 11).

3º) Dar posada al peregrino: en la antigüedad el dar posada a los viajeros era un asunto de vida o muerte, por lo complicado y arriesgado de las travesías. No es el caso hoy en día. Pero, aún así, podría tocarnos recibir a alguien en nuestra casa, no por pura hospitalidad de amistad o familia, sino por alguna verdadera necesidad.

4º) Vestir al desnudo: esta obra de misericordia se dirige a paliar otra necesidad básica: el vestido. A la hora de entregar nuestra ropa no demos sólo de lo que nos sobra o ya no nos sirve, también podemos dar de lo que aún es útil.

5º) Visitar al enfermo: se trata de una verdadera atención a los enfermos y ancianos, tanto en el aspecto físico, como en hacerles un rato de compañía.

El mejor ejemplo de la Sagrada Escritura es el de la Parábola del Buen Samaritano, que curó al herido y, al no poder continuar ocupándose directamente, confió los cuidados que necesitaba a otro a quien le ofreció pagarle. (ver Lc. 10, 30-37).

6º) Visitar a los encarcelados: consiste en visitar a los presos y prestarles no sólo ayuda material sino una asistencia espiritual que les sirva para mejorar como personas, enmendarse, aprender a desarrollar un trabajo que les pueda ser útil cuando terminen el tiempo asignado por la justicia, etc.

7º) Enterrar a los difuntos: Cristo no tenía lugar sobre el que reposar. Un amigo, José de Arimatea, le cedió su tumba, y tuvo valor para presentarse ante Pilato y pedirle el cuerpo de Jesús. ¿Por qué es importante dar digna sepultura al cuerpo humano? Porque el cuerpo humano ha sido templo de Dios. Somos “templos del Espíritu Santo” (1 Cor 6, 19).

Es tiempo de misericordia, ¿te atreves a recibirla y a ofrecerla? ¡Jesús Misericordioso te bendiga y la Virgen Santa te cuide! Amén.