Hola amigos: es tiempo de misericordia, y durante este Jubileo hemos reflexionado muchas veces sobre el hecho que Jesús se expresa con una ternura única, signo de la presencia y de la bondad de Dios.

En una de sus catequesis sobre la Misericordia de Dios el papa Francisco nos propone detenernos en un pasaje conmovedor del Evangelio (Cfr. Mt 11,28-30), en el cual Jesús dice: «Venid a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. […] Aprended de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio» (vv. 28-29).

La invitación del Señor es sorprendente: llama a seguirlo a personas sencillas y oprimidas por una vida difícil, llama a seguirlo a personas que tienen muchas necesidades y les promete que en Él encontraran descanso y alivio.

La invitación es dirigida en forma imperativa: «venid a mí», «tomad mi yugo», y «aprended de mí». Tratemos de profundizar en el significado de estas expresiones.

El primer imperativo es «Venid a mí», dirigiéndose a aquellos que están cansados y oprimidos. Se trata de cuantos no pueden contar sobre sus propios medios, ni sobre amistades importantes. Ellos sólo pueden confiar en Dios.

Conscientes de la propia, humilde y mísera condición, saben que dependen y esperan de la misericordia del Señor. De esta manera, convirtiéndose en sus discípulos reciben la promesa de encontrar consolación para toda la vida.

El segundo imperativo dice: «Tomad mi yugo». En el contexto de la Alianza, la tradición bíblica utiliza la imagen del yugo para indicar el estrecho vínculo que une el pueblo a Dios y, de consecuencia, la obediencia a su voluntad expresada en la Ley.

Recibiendo el “yugo de Jesús” todo discípulo entra así en comunión con Él y es hecho participe del misterio de su cruz y de su destino de salvación.

Sigue el tercer imperativo: «Aprended de mí». A sus discípulos Jesús presenta un camino de conocimiento y de imitación. Jesús no es un maestro que con severidad impone a otros cargas que Él no lleva.

Él se dirige a los humildes, a los pequeños, a los pobres, a los necesitados porque Él mismo se ha hecho pequeño y humilde, y experimentó sus mismos dolores.

¿Qué vamos a responder a la triple invitación de Jesús Misericordioso?: «Venid a mí», «Tomad mi yugo», «Aprended de mí».

Es tiempo de misericordia, ¿te atreves a recibirla y a ofrecerla? ¡Jesús Misericordioso te bendiga y la Virgen Santa te cuide! Amén.