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La Catedral Santa María Magdalena (Getafe) acogerá desde el 21 al 30 de marzo (en horario de 10.00 a 13.00 horas y de 17.00 a 18.30 horas) la exposición itinerante ‘Punto y seguimos. La vida puede más’, impulsada por la Delegación diocesana de Migraciones y que tiene como objetivo visibilizar y sensibilizar sobre la problemática de la trata de personas. 

Se trata de una muestra itinerante de fotografía promovida por el Secretariado de la Comisión Episcopal de Migraciones a través de la Sección de Trata de Personas, organismo de la Iglesia Católica en España dedicado a atender a todos los grupos de personas relacionadas con la movilidad humana. Entre ellos los migrantes y refugiados, y las personas víctimas de la trata de seres humanos.

La exposición tiene un enfoque basado en tres líneas argumentales: el drama vivido por las personas que han sufrido situación de trata, la indiferencia, y la esperanza de una vida libre de la explotación, con la implicación de la Iglesia y de la sociedad civil.

Señala el Delegado de Migraciones, Fernando Redondo, que “la trata de personas es una realidad invisible para la ciudadanía. En la mayoría de los casos no se detectan ni identifican situaciones de trata, siendo difícil por lo tanto combatirlo si no se conoce”. 

“Es un negocio que mueve millones de euros mientras somete a miles de personas a situaciones de esclavitud, atentando contra su dignidad y vulnerando sus derechos fundamentales. Mujeres y hombres que son captados en sus países de origen y trasladados hasta países de destino con fines de explotación sexual, laboral, comisión de delitos, mendicidad, tráfico de órganos, matrimonios forzosos. En España la forma de explotación más habitual es la sexual, y tiene como víctimas en su mayoría a mujeres y niñas” asegura.

Insiste Redondo en la importancia de dar visibilidad a este problema destacando que “es necesario conocer para poder mirar y mostrar” y , por eso este proyecto “ha requerido de un acercamiento a personas e instituciones involucradas en acciones con la trata y en proyectos de atención social y pastoral a las víctimas”. 

“Este acercamiento nos ha permitido conjuntamente construir un relato en imágenes, haciéndoles partícipes y protagonistas a las propias víctimas también a través de sus palabras plasmadas en cada frase que acompaña la fotografía. Para preservar la identidad de las personas se han utilizado nombres ficticios” concluye.