Biografía y escudo

D Gines

Biografía

S. E. R. Mons. Ginés García Beltrán, nació en Lorca (Murcia), siendo natural de Huércal-Overa (Almería), el día 3 de octubre de 1961. Después de cursar estudios de Enseñanza Media en el Instituto Cura Valera de Huércal-Overa de 1975 a1979, ingresó en el Seminario Conciliar de San Indalecio, de Almería. Cursó estudios eclesiásticos en la Facultad de Teología de la Compañía de Jesús en Granada. Tras obtener la graduación de Bachiller en Teología en 1984, es ordenado sacerdote el 20 de septiembre de 1985.

Licenciado en Derecho Canónico por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma en 1986. En 1987 cursó estudios de Doctorado en Derecho Canónico en la misma Universidad, y especialización en Derecho Matrimonial en la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.

En la diócesis de Almería ha desempeñado los siguientes ministerios:

- Vicario General y Moderador de la Curia de la Diócesis de Almería 1996-2005.
- Párroco en Mojácar (1987-1989), Rioja (1993-1994), Santa María de los Ángeles de Almería (1994-1996), La Cañada (2005-2006) y San Sebastián de Almería (2006-2009), y Capellán de diversas comunidades de religiosas.
- Vicerrector del Seminario, Formador y Director espiritual en los Seminarios Mayor y Menor 1989-1993.
- Defensor del Vínculo y Promotor de Justicia desde 1989-2009.
- Delegado Episcopal en el Colegio Diocesano de San Ildefonso 1991-1994
- Profesor (desde 1990) y Rector en el Instituto Teológico San Indalecio para la formación teológica y pastoral diocesana (1993-1997).
- Jefe de Estudios del Centro de Estudios Eclesiásticos del Seminario Conciliar (1996-2003), Profesor de Teología (1997-2003) y Profesor Ordinario de Derecho Canónico desde 1997 al 2009.
- Profesor de Derecho Canónico y Síntesis Teológica del Instituto Superior de Ciencias Religiosas de Almería 2007-2008.
- Profesor de Religión en diversos Institutos de Enseñanza Media (1989-1994).
- Delegado Episcopal del IV Sínodo Diocesano (1996-1999).
- Arcipreste del arciprestazgo nº. 1 de la Capital almeriense 1994-1996.
- Canónigo Doctoral de la Catedral desde 2003 a 2009.
- Consiliario de los Equipos de Nuestra Señora.
- Juez instructor en la Causa de los Mártires de Almería (2003).
- Representante del Obispado de Almería en Unicaja (2001-2007).
- Miembro del Consejo Presbiteral (1995-2009), Consejo Pastoral Diocesano (1995-2006), Colegio de Consultores (1995-2009), Consejo Diocesano de Asuntos Económicos (2003-2005), Consejo Diocesano de Arte y Patrimonio (1997-2005).

El día 3 de diciembre de 2009, el Papa Benedicto XVI lo nombró Obispo de Guadix, siendo consagrado el 27 de febrero de 2010 en la Plaza de la Constitución de la ciudad accitana.

En la Conferencia Episcopal Española ha sido miembro de la Comisión Episcopal de Patrimonio, desde 2010 a 2014 y de la Comisión Episcopal de Medios de Comunicación Social de la que es Presidente desde 2014, formando parte desde entonces de la Permanente.

Presidente de la Fundación Pablo VI desde 2015 y Consiliario Nacional de la Asociación Católica de Propagandistas desde 2016.

En la Asamblea de Obispos del Sur de España fue el Obispo delegado para los Medios de Comunicación Social.

Desde 2016 es Miembro de la Secretaría para la Comunicación de la Santa Sede.

El día 3 de enero de 2018, el Papa Francisco lo nombró Obispo de Getafe.

Primer saludo a la Diócesis de Getafe


Escudo

Como todos los obispos, y cumpliendo con una memorable tradición, Mons. Ginés García también cuenta con un escudo para que sea imagen de lo que quiere en su misión episcopal. 



Se trata de un escudo en el que hay elementos de su historia personal, pero también de las diócesis de Almería y Guadix, donde respectivamente recibió la ordenación presbiteral y episcopal. 



Así, junto a la Cruz de Jerusalén, imagen de Cristo –en alusión al lema episcopal “para mí la vida es Cristo”- hay una barca en medio del oleaje. La barca está impulsada por una vela en la que está dibujado un Crismón, que representa a Cristo. La barca es la Iglesia, que navega en medio de las dificultades de este mundo, impulsada siempre por Cristo y su Evangelio y, sobre todo, confiada en Él.



Debajo, hay un ánfora con azucenas. Éste es el símbolo de las catedrales de Guadix y de Almería. Y Mons. Ginés recoge con este símbolo –y para siempre- dos realidades importantes en su vida: la catedral de Almería, que representa a la Iglesia en la que nació y creció, también a la vida sacerdotal; y la catedral de Guadix, en la que nace al ministerio episcopal. Las azucenas están sobre fondo rojo, en clara alusión al carácter martirial de las dos diócesis, Guadix y Almería, tanto en la época de los Varones Apostólicos como en la época actual. Este rasgo es común también a la joven diócesis de Getafe. 



Adornan el escudo tres flores de lis, símbolo del apellido Beltrán en la tradición heráldica.



Debajo del escudo, una banda muestra en latín el lema de su pontificado: “para mí la vida es Cristo”, una idea que está muy presente en el escudo y que, aún más, quiere que esté presente en su vida y en el ministerio episcopal que ahora comienza.

Escudo

Nombramiento

López de Andújar y Cánovas del Castillo. 
Nuevo Obispo de Getafe

Su Santidad el Papa Juan Pablo II ha nombrado a D. Joaquín Mª López de Andújar y Cánovas del Castillo, hasta ahora Administrador Diocesano, Obispo Diocesano de Getafe.

Sucede a D. Francisco José Pérez y Fernández-Golfín, fallecido repentinamente el 24 de febrero, hace ahora 8 meses.

Mons. López de Andújar nació en Madrid el 13 de septiembre de 1942. Procede de una familia numerosa profundamente cristiana; su padre era Ingeniero Industrial. Estudió en el Seminario Conciliar de Madrid.

Fue ordenado en Madrid el 30 de noviembre de 1968.

Realizó estudios de Catequética, el Bienio del Instituto Superior de Ciencias Religiosas y Catequética (1982-84) y es licenciado en Derecho por la Universidad Complutense

Su primer encargo pastoral fue en la Parroquia de la Asunción de Nuestra Señora, en Colmenar Viejo, de donde pasó a la Parroquia de Santa María la Mayor de Madrid, como Vicario Parroquial, desde 1969 a 1976.

En 1978, elegido Arcipreste del Arciprestazgo de “S. Roque”, hasta 1984.

Desde 1976 hasta 1984, Párroco de Nuestra Señora de Africa también en Madrid. 

Fue Delegado de Catequesis de la Vicaría VI de Madrid.

En 1984 es nombrado Vicario Episcopal de la Vicaría V de Madrid, donde estuvo hasta la división de la Archidiócesis de Madrid-Alcalá en 1991.

Desde entones es Vicario General de la Diócesis de Getafe.

Colaboró estrechamente con Mons. Pérez y Fernández-Golfín en la organización de la nueva Diócesis, desde 1991 hasta el 2004. En particular ha puesto en marcha el Secretariado Diocesano de Catequesis y la Delegación de Juventud. También ha contribuido a establecer el Centro Diocesano de Teología, donde ha sido profesor de Teología Moral.

Ha coordinado el Plan Diocesano de Pastoral y preside el Consejo de Arciprestes.

Conoce bien, por lo tanto, la Diócesis para la que ahora es nombrado Obispo. Como Obispo Auxiliar y, desde febrero de este año, como Administrador Diocesano ha seguido de cerca la pastoral de la Diócesis y ha asistido habitualmente a las reuniones, celebraciones, encuentros que se organizan en las parroquias, grupos, asociaciones de fieles, etc. Sabe apreciar y aprovechar el potencial de vida cristiana que hay en todas las Instituciones de la Iglesia, como manifestación de comunión y cauce de evangelización.

Ha predicado numerosas tandas de ejercicios espirituales a todo tipo de personas, fundamentalmente a sacerdotes, en diversos puntos de España.

La Diócesis de Getafe cumplió el pasado 12 de octubre el XIII Aniversario.

La Diócesis se extiende por el sur de Madrid; con una población en torno al 1.200.000 habitantes, en 49 municipios. 

La Diócesis cuenta con unos 300 sacerdotes, de ellos 8 ordenados el pasado día 12, y 14 diáconos, ordenados el día 10 de este mes.

Hay, en la Diócesis, 119 parroquias.

La lectura del nombramiento ha sido hoy, 29 de octubre,  a las 11 de la mañana, en la sede del Obispado de Getafe.

Después de la lectura del nombramiento, el ya Obispo de Getafe, dió gracias en primer lugar por el don del sacerdocio y del ministerio episcopal “ que ha sido siempre para mí un motivo de gozo y de mucha plenitud humana”. Dió gracias luego a todos los que hasta ahora han colaborado con él y le han ayudado.

Manifestó que asumía este encargo con un sentido de responsabilidad.

Recordó que aunque la Diócesis no cuenta con muchos recursos materiales, sí cuenta con un gran  patrimonio espiritual.

Dijo de los sacerdotes que “están trabajando muy unidos, cono mucho sentido apostólico y con un gran sentido a su fidelidad y misión evangelizadora”. 

Recordó que ya han salido más de 80 sacerdotes del Seminario diocesano y que en este momento se preparan también en torno a los 80.

Se refirió por último a las comunidades religiosas, a las contemplativas y, muy especialmente al gran potencial de jóvenes que hay en la Diócesis.

Hizo especial mención del trabajo realizado por el Vicario General, D. Antonio Domínguez, durante el período de sede vacante.

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Saludo del nuevo obispo auxiliar de Getafe Mons. José Rico Pavés

SALUDO DEL NUEVO OBISPO AUXILIAR DE GETAFE
MONS. JOSÉ RICO PAVÉS
21 de septiembre de 2012

En vos confío. Acudir a este Santuario es renovar la confianza en el Amor de Cristo que todo lo puede. A los pies de esta emblemática imagen del Sagrado Corazón de Jesús, celebrando la fiesta del apóstol san Mateo, la Iglesia diocesana de Getafe recibe en mi persona a un nuevo obispo auxiliar. Como estrecho colaborador del obispo diocesano, la Iglesia me encomienda ser, de forma plena, amor del Corazón de Cristo para todos. Permitidme, pues, que mis primeras palabras como obispo sean una oración confiada a Jesucristo, Principio y Fin, Señor de todos, cuyo Corazón traspasado por nuestra salvación es el símbolo del amor infinito que Él tiene al Padre y a cada uno de nosotros.

Queridos don Joaquín, Sres. Cardenales y obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas, personas consagradas, fieles laicos; muy dignas autoridades civiles y militares: representantes de la Comunidad de Madrid, alcaldes y miembros de las corporaciones municipales de la diócesis de Getafe y de Toledo, autoridades del Ejercito, de la Guardia Civil y de la Policía Nacional, autoridades académicas de las Universidades que tenésis sedes en esta diócesis, hermanos todos en el Señor.

Sepan todos que nuestro Dios es Amor. Cuando la Iglesia se dispone a entrar en el Año de la fe, convocado por Benedicto XVI, las palabras de san Juan de Ávila que han inspirado el mensaje de los obispos españoles con motivo de su próxima declaración como Doctor de la Iglesia, deseo que inspiren también mis palabras de agradecimiento en esta tarde. En el conocimiento de esta Verdad está la vida; para proclamar esta Verdad hemos sido enviados. Pero, ¿cómo conseguir que todos, creyentes y no creyentes, lleguen a saber que Dios es Amor? Dejadme que os proponga tres caminos, a través de los cuales expresar mi gratitud en este día: primero, mirar el momento presente con esperanza; segundo, descubrir en el encuentro con Cristo la fuente de la alegría plena; y tercero, no olvidar la fuerza de las lágrimas.

Mirar el momento presente con esperanza

La esperanza es como ancla del alma, recuerda la Carta a los Hebreos, que en medio de las dificultades de este mundo nos permite caminar firmes hacia los bienes eternos. Cuando comuniqué a mis padres que el Papa me había nombrado obispo auxiliar de Getafe, reaccionaron con alegría y, casi con idénticas palabras, manifestaron en seguida su preocupación: No son tiempos para ser obispo, me dijeron. En su preocupación reconozco la solicitud de unos padres que sienten como propias las inquietudes de sus hijos: se alegran con sus alegrías, sufren con sus sufrimientos, y prefieren para ellos el bien exento de todo riesgo. Quizás entonces no lo sabían, pero una vez más, con su reacción me han enseñado a responder con generosidad al Señor. La alegría por un bien que se manifiesta, no debe ocultar la gravedad de la responsabilidad que entraña. Mirar con esperanza el momento presente requiere aprender continuamente del corazón de unos buenos padres. Con corazón de padre y madre deseo abrazar de modo especial a
quienes sufren de manera angustiosa las penurias materiales y morales de la actual situación de crisis. En un momento como el actual, que Benedicto XVI ha calificado “de profunda crisis de fe”, la esperanza que viene de lo alto me lleva a reconocer el poder del Amor de Dios, que es siempre más fuerte que las crisis de los hombres. Hoy reconozco este amor en quienes me acompañáis en esta celebración o lo hacéis unidos desde la oración. Me presento ante vosotros de una manera nueva: al mostrarme como obispo bien sabéis que estoy revestido de vuestro afecto. Doy gracias a Dios por todos vosotros que me demostráis a diario la belleza de vivir en la comunión de la Iglesia. Gracias a Dios por mis padres y mi familia, iglesia de casa, donde he despertado a la fe y he crecido compartiendo la alegría de creer. Gracias a la Asociación privada de fieles Acys, de la diócesis de Granada, donde comencé las tareas apostólicas hasta que el Señor me llamó a seguirle unido a Él como sacerdote; a los padres jesuitas Javier
Rodríguez Molero y Cándio Pozo. Gracias a mi queridísima diócesis de Toledo. No me cansaré de repetir que a ella debo todo en mi vida sacerdotal. Gracias a sus fieles laicos y consagrados, que me sostienen con su afecto y oración, especialmente los de las parroquias de Ntra. Sra. de la Purificación, en Nambroca, y de Santo Tomé, en Toledo. Gratitud muy especial a los seminaristas de Toledo, a mis hermanos sacerdotes, a los arzobispos titulares y a sus obispos auxiliares, desde el Cardenal Don Marcelo, hasta Don Braulio, pasando por los cardenales Don Francisco Álvarez y Don Antonio Cañizares. Como ya dije el día que se hizo público mi nombramiento episcopal, ruego al Señor que me conceda ser digno obispo de Don Marcelo, en cuya escuela deseo seguir aprendiendo. Gracias también a quien de forma inmerecida me ha regalado en la Iglesia
su amistad fraterna y sacerdotal; a los centros académicos de Toledo, Roma, Madrid y Barcelona donde he compartido el gozo de servir a la fe del Pueblo de Dios desde la labor teológica. Mi agradecimiento a cuantos trabajan en la Casa de la Iglesia, sede de la Conferencia Episcopal Española, espacio privilegiado para fortalecer los vínculos de la comunión eclesial colaborando con personas admirables. Permitidme que recuerde en esta tarde a dos de ellas cuya compañía experimento desde el Cielo: la Hermana Julita y el sacerdote José Luis Moreno. Gracias, en fin, a la que desde ahora considero ya mi diócesis de Getafe: a don Joaquín, que con bondad extrema, me ha acogido como padre y hermano; a cuantos han preparado con esmero cada uno de los detalles de esta celebración; al coro diocesano, a los maestros de ceremonia; a las consagradas de los monasterios de clausura y de vida activa de esta diócesis, que me regalan el bien
inmerecido de su vida de oración y entrega al Señor. La gratitud se convierte en
compromiso al recordar que nuestro obispo nos ha convocado a una Gran Misión
Diocesana, con motivo del 25 aniversario de la creación de la Diócesis de Getafe.
Pidamos al Señor que derrame su copiosa bendición sobre nuestra Diócesis, para que llenos de amor por el hombre, con la antorcha de Cristo en la mano, impulsemos con decisión la nueva evangelización.

El segundo camino que os propongo para que todos sepan que Dios es amor, es el camino del encuentro con Jesucristo como fuente de alegría plena. Urgidos por el Santo Padre a descubrir de nuevo la alegría de creer y el entusiasmo de comunicar la fe, ruego a Dios nuestro Padre que me conceda, por el don del Espíritu Santo, poner en el centro de mi futuro ministerio episcopal las palabras de su Hijo Jesucristo: Os he hablado de esto para que mi alegría esté vosotros (ut gaudium meum in vobis) y vuestra alegría llegue a plenitud (Jn 15, 11). Puesto que la alegría brota espontánea en quien se sabe sostenido por el Amor más grande, os ruego que pidáis al Señor que me conceda, con mis palabras, pensamientos y afectos llevar a otros al encuentro con Cristo, de modo que viva mi nuevo ministerio episcopal como servidor de vuestra alegría (2 Co 1, 24).

El tercer camino, finalmente, que os propongo –el poder de las lágrimas- pasa por recordar una experiencia personal. Como bien sabéis, hoy empieza para mí el colegio, episcopal, sí, pero colegio. Cuenta mi madre que mi primer día de colegio no me quejé, me separé de ella dejándome llevar hasta el aula; no dije nada, pero por mi mejilla corrió una lágrima. Desde aquella lágrima ha pasado ya mucho tiempo. Ahora mi madre la Iglesia me introduce en otro colegio, el de los obispos, sucesores de los apóstoles. En esta tarde me rodean con su afecto y oración, los presentes y los ausentes, mis nuevos hermanos, “maestros y compañeros de clase”, a quienes dirijo de forma muy especial más gratitud de la que sé expresar. Permitidme que recuerde en esta tarde al muy querido Don Eugenio Romero Pose, cuyo amor alegre a la Iglesia quiero tener siempre
como referente. Durante los años de trabajo en la Conferencia Episcopal he sido objeto de vuestras continuas atenciones y de bondadosa paciencia. Os ruego en esta tarde que sigáis teniendo paciencia conmigo, que me acojáis en vuestro colegio y que me ayudéis a compartir las cargas. De aquella lágrima del primer día de colegio, pido al Señor con vosotros que me conceda lágrimas en favor de las almas. En un hermoso texto que el Obispo de La Calzada - Logroño me ha regalado con su felicitación, leo el consejo de san Juan de Ávila a un nuevo obispo antes de ocupar su sede: “Aprenda vuestra señoría a ser mendigo delante del Señor y a importunarle mucho, presentándole su peligro y el de sus ovejas; y, si verdaderamente se supiere llorar a sí y a ellas, el Señor, que es piadoso –No llores (Lc 7, 13)-, le resucitará su hijo muerto, porque, como a Cristo costaron sangre las almas, han de costar al prelado lágrimas” (Carta 177, Obras Completas IV, 589). Dichoso el obispo que al final de sus días puede hacer suyas las palabras de san Gregorio Nacianceno: “Me recogeré todo en Dios. Ya no me afectarán las lenguas humanas más que ráfagas de viento. Estoy cansado de las voces del que me denigra o del que me enaltece más de lo debido. Busco la soledad, un lugar inaccesible al mal, donde con una mente unificada busque a mi Dios y aliviar mi senectud con la dulce esperanza del cielo. ¿Qué le dejaré a la Iglesia? ¡Le dejaré mis lágrimas! Dirijo mis pensamientos a la morada que no conoce el ocaso, a mi amada Trinidad, única luz, de la cual la sola sombra oscura ahora me conmueve” (San Gregorio Nacianceno, Poemata de se ipso, XI: PG 37, 1154-1155).

Muy querido don Joaquín, queridos sacerdotes, personas consagradas y fieles seglares de la diócesis de Getafe, ayudadme a ser vuestro obispo auxiliar. A todos digo desde ahora, con las palabras que inspiraron el ministerio ejemplar del primer obispo de esta diócesis, Don Francisco José Pérez y Fernández Golfín: Muy gustosamente me gastaré y me dejaré desgastar por vuestras almas (2 Co 12, 15).

Confío el inicio de mi ministerio episcopal a la poderosa intercesión de la Bienaventurada Virgen María, Nuestra Señora de los Ángeles, de quien quiero ser su esclavo, y al auxilio de Santa Maravillas de Jesús, de San Benito Menni y de los Beatos Mª. Ángeles de san José, Faustino Míguez y Jacinto Hoyuelos.

Que el Señor os bendiga.


Cartas pastorales

La Conferencia Episcopal Española ha lanzado la campaña de apoyo a la matriculación en la asignatura de religión para el curso 2012-13. Nuestro obispo D. Joaquín explica en su carta los motivos para ejercer el derecho de recibir educación católica en las aulas. Recomendamos su lectura.

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En la visita ad limina

La última Visita Ad Limina

Según una costumbre multisecular, los obispos diocesanos acuden cada cinco años a Roma para encontrarse personalmente con el Papa, ponerle en conocimiento del estado de las Iglesias particulares que presiden y venerar los sepulcros de los ápostoles Pedro y Pablo. Esto es lo que se conoce con el nombre de Visita Ad Limina.

Nuestro Obispo D. Francisco estuvo con el Santo Padre en Roma desde el día 10 hasta el 16 de noviembre con el fin de ponderle al corriente de la marcha de la recientemente creada Diócesis de Getafe.

En la carta que reproducimos a continuación D. Francisco nos relata cómo fue su encuentro.

Carta con motivo de su Visita Ad Límina

Queridos diocesanos:

La visita Ad Limina Apostolorum tiene un valor excepcional para manifestar la misión evangelizadora de la Iglesia, por la profesión de la fe, en comunión íntima con el sucesor de Pedro y los Obispos, que hemos actualizado en la celebración con el Santo Padre en una capilla privada, en ambiente de oración prolongado y en las celebraciones en las grandes Basílicas de los apóstoles que llamamos columnas de la Iglesia, San Pedro y San Pablo.

Uno de los momentos más importantes dentro del apretado programa que tiene la visita es la audiencia privada con el Santo Padre. Hemos podido comprobar que mantiene una lucidez extraordinaria y un inequívoco sentido del humor, que provoca inmediatamente la sensación de estar "como en casa". Así lo hemos sentido sobre todo en la sobremesa de la comida fraterna que, en grupos reducidos, tuvimos con él.

En la audiencia privada se interesó por el desarrollo de la diócesis, esta diócesis "de mucha gente"-como EL mismo expresó- y de tan marcado ambiente suburbano, destacando el crecimiento de las vocaciones sacerdotales en toda la provincia eclesiástica de Madrid y la puesta en marcha de los seminarios de las dos diócesis de reciente creación -Alcalá y Getafe- así como la creación de la Facultad de Teología San Dámaso como respuesta a la necesidad de preparar sacerdotes y laicos, "para dar razón de nuestra esperanza".

Mostró interés también por el continuo crecimiento de la diócesis -por el número de parroquias existentes- y la necesidad de ir creando otras nuevas y dividiendo las que se hacen inabarcables por el excesivo número de feligreses. Es imprescindible que el Evangelio ilumine la vida de los hombres con el testimonio de los creyentes, coherente con la fe que profesan.

El Santo Padre tenía conocimiento de todo esto y de la puesta en marcha de la evangelización a través de la creación de las distintas delegaciones y del Plan Diocesano de Pastoral, gracias al completo informe sobre la diócesis enviado con antelación.

El os envía a todos un saludo cordial y la bendición a los habitantes de esta diócesis y un "abrazo" para los sacerdotes.

En las reuniones con todos los dicasterios, que fueron intensas, afloraron todos los problemas que tiene la sociedad actual en España y en el mundo, y que necesariamente deben ser asumidas e iluminadas por la Iglesia. Ha sido una constante el unir la nueva evangelización a la divulgación y asimilación del Nuevo Catecismo de la Iglesia de cuya edición vaticana el Santo Padre nos hizo un obsequio a todos los obispos.

El paso por las Congregaciones es una mirada amplia al mundo y nos hace sentir vivamente la Iglesia universal. Este sentimiento se acentuó, como es normal, en la Congregación para la evangelización de los pueblos, como urgencia de concretar el impulso misionero desde la iglesia española tan claramente pionera en las misiones y no sólo por su aportación material sino principalmente por sus colaboraciones con agentes de pastoral. La gran riqueza de la presencia en nuestra diócesis de comunidades religiosas tanto de vida contemplativa como activa es signo de esperanza cierta.

Sobre el problema de la pastoral de los jóvenes era manifiesto el éxito de la peregrinación a París, de cuyos resultados se están haciendo estudios sociológicos que contribuirán a la preparación del proyecto para el año 2000.

Un motivo de profunda santificación es el reconocimiento de una iglesia que en todos sus miembros se siente misionera , capaz de infundir esperanza a toda la desesperanza que aparece en tan variadas formas en todos los lugares de la tierra.

Os recomiendo la lectura sosegada del discurso que nos dirigió Juan Pablo II a los obispos al termino de la "visita ad limina".

La Virgen María, mujer dócil al Espíritu

La Virgen María, mujer dócil al Espíritu.

Estimados hermanos en Cristo.

Hemos acudido en esta tarde a conocer y experimentar la plenitud del misterio de Cristo que ha sido unido a la Virgen María.

Al gozo de Cristo, los cristianos en este año unimos un motivo de particular alegría; la Virgen María, la Madre del Redentor, patrona no sólo de la ciudad de Getafe y de su partido judicial desde 1955, en este año ha sido proclamada por el santo padre, el papa Juan Pablo II patrona de la Diócesis de Getafe, que fue constituída en 1991 y que abarca todas las poblaciones del sur de la Provincia de Madrid. El rescrito del al Congragación del culto divino, con fecha del 24 de febrero de 1998 , nos presenta el título bajo el cual ha de ser invocada la Beata Virgen María: "Nuestra Señora de los Angeles" Patronam apud Deum Dioecesis Xetafensis (patrona ante Dios de la Diócesis de Getafe).

Remiténdono a la leyenda se nos dice que la imagen de María en estas tierras fue peregrina a Parla y a la ciudad de Getafe, pero volvía inexplicablemente, de nuevo, a lo alto del Cerro. Es esta imagen "secuestrada" milagrosamente la que pone en la correcta dirección nuestros ojos y nuestro espíritu; no invita a hacer llegar la mirada a lo alto junto a los ángeles, recordamos hoy. La Virgen de los Angeles ejerce su patronazgo ante Dios, (apud Deum) nos dice el documento romano, allí donde Cristo reina, allí donde la imagen y los velos desaparecen, donde está en la gloria del Padre, allí donde la fe y la esperanza desaparecen, allí donde solo queda el Amor o la comunicación gozosa de la Trinidad.

Un hecho ejemplar puede corrobarar este "secuestro" a la que la imagen es sometida. Los signos son como una flecha que apunta a otro lugar y nuestra mirada ha de ser dirigida hacia aquel otro término que lo signos indican o la imagen representa. Allá por el año 1793 a través del oidor del Arzobispo de Toledo, se indicó a los mayordomos, que se abstuvieran de colocar la imagen debajo de una especie de tienda de campaña, por estar reñido con la seriedad del culto litúrgico. Se indicaban fuese colocada en un dosel.

Para explicar este hecho quisiera recurrir a los Hechos de los Apóstoles (7, 49-53) el primer martir, Esteban, dice a sus ejecutores que la Tienda del Encuentro ya no es necesaria, nigún templo o lugar puede ser llenado con la gloria de Dios, tampoco es necesario que el hombre haga sacrificios indignos ni haga de la salvación un negocio; sólo es necesaria la visión de Cristo, en la gloria del Padre, este es motivo pleno de alegría y de fiesta.

La Escritura dice, -el cielo es mi trono, y la tierra estrado de mis pies; ... vosotros hombres testaduros ... os habéis resistido al Espíritu Santo ... Al oir esto -dice-, se recomían de rabia en su corazón y rechinaban los dientes contra él. Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, mirando fijamente al cielo, vio la gloria de Dios y a Jesús de pie a la derecha de Dios, y exclamó: Veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre de pie a la derecha de Dios.

El culto a la Virgen María está unido a la imagen que venera la Iglesia de Getafe, bajo la advocación de la Virgen de la Ángeles. Según las crónicas escritas hacia el año 1610, fue mandada esculpir por el párroco de la Magdalena, actual catedral de la dióceis, D.Eugenio Ximénez. Sin embargo la venerable tradición popular nos reafirma que fue hallada en lo alto del Cerro por unos pastores, al modo de aquellas imágenes que no fueron hechas por mano humana. Esta imagen de la tierra, en su dosel, es estrado de los pies de la gloria de Dios; nos invita a transcender nuestra mirada, a mirar a lo alto, "el trono de Dios".

La Declaración del concilio oriental de Nicea II, en el año 787, dice "Cuanto más se mire a las imágenes, aquellos que las contemplen se verán impulsados, cada vez más, a recordar los modelos originales, a dirigirse hacia ellos, y a venerarlos con respeto". Hoy también, para el pueblo cristiano que contempla a la Virgen María en su escabel o templete sabe, cuando la mira, que es la hermosa Virgen del Cerro o de lo alto, la Virgen de los Ángeles, el modelo del origen, la que está junto a su Hijo, el icono de la gloria de Dios.

La devoción de estas gentes, del sur en la provicia de Madrid, que miran a la Virgen María con devoción están invitadas constantemente a elevar sus pensamientos y sus sentimientos al Hijo de las entrañas de la Virgen María. "Hermanos, el Señor "ilumine los ojos de vuestro corazón para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál es la riqueza de gloria que da en herencia a los santos" (Ef . 1,18),

Sin embargo ¿qué significa ver la gloria de Dios? ¿qué tenemos que hacer?. La Virgen María se pregunta ¿Cómo sera esto?; María Magdalena andaba inquieta pues no sabía dónde habían puesto a su Señor. Los Apóstoles soñaban que Jesús iba a restaurar la soberanía de Israel y, sin embargo, lo vieron levantarse hasta que una nube se lo quitó de la vista. San Esteban mientras veía la gloria de Dios estaba dando testimonio de Cristo, estaba entregando su vida bajo un muro de piedras arrojadizas. Muchos de nosotros estaríamos tentados a esperar todo de Dios, inmóviles, como sí no tuvieramos que hacer otra cosa, dejando que el curso de los acontecimientos introduzcan hechos en los cuales nada tendríamos qué hacer.

María es Reina de los Angeles, está por encima de todo principado u potestad; cómo dice la oración, celebramos "la inmensa misericordia de tu Hijo". La Virgen María está junto a su Hijo en la gloria, nos pide "ser testigos de esto", de la visión que colma nuestras vidas. Como a la Virgen María, el Señor, solicita nuestra colaboración imprescindible. María, a la que hoy alabamos, está llena de gracia y del Espíritu santificador por ello es el modelo que hace crecer el Evangelio en la propia vida y en nuestros ambientes.

En este año estamos invitados por Juan Pablo II, en preparación del tercer milenio de nuestra redención a ser hombres y mujeres que tengan la luz de la fe, que sean dóciles al Espíritu como la Virgen María ante los nuevos tiempos con una esperanza operativa; dice el papa en la Tertio Millenio Adveniente

TM 48. María, que concibió al Verbo encarnado por obra del Espíritu Santo y se dejó guiar después en toda su existencia por su acción interior, será contemplada e imitada a lo largo de este año sobre todo como la mujer dócil a la voz del Espíritu, mujer del silencio y de la escucha, mujer de esperanza, que supo acoger como Abrahán la voluntad de Dios &laqno;esperando contra toda esperanza» (Rom 4,18). Ella ha llevado a su plena expresión el anhelo de los pobres de Yavé, y resplandece como modelo para quienes se fían con todo el corazón de las promesas de Dios.
 
María es la mujer, a la que no se le ahorran sufrimientos ante el secuestro de la imagen o del cuerpo de su Hijo, sin embargo inspirada por el Espíritu guardaba "todas estas cosas en su corazón". Su vida fue un auténtico peregrinaje de la fe.

Ireneo de Lyon nos dice que "la gloria de Dios es el hombre viviente". Cuando la piedad se hace íntima en el ser humano, es entonces cuando encuentra su propia dignidad, su propia significación a la luz de la gloria de Dios en medio de los acontecimientos y en relación con sus hermanos. Cuando una persona sabe acoger la gloria de Dios en su vida sabe ascender y superar los niveles de atonía espiritual y de falta de visión a los cuales nuestro tiempo nos tiene acostumbrados.

La fe, tiene que ver con nuestra vida, con nuestro mundo, con la vida de cada día. Desde la docilidad al Espíritu la fe es iluminadora, nos hace introducir la gloria de Dios en los acontecimientos que muchos días parece que sobrepasan en su absurdidad y enfrentamiento. Si somos dóciles al Espíritu, como María, encontraremos aquellas perspectivas de altura por las cuales nuestra realidad y nuestro tiempo podrán ser reconvertidos en una nueva era. Nuestros hermanos, en esta dióceis, esperan de nosotros que estemos cargados de la experiencia inigualable del Dios de Jesús, del gozo íntimo y del testimonio evangélico. "La gloria de Dios es que el hombre viva"

Concluimos estas palabras con una oración de alabanza a la Virgen María, a la que pedimos unais vuestros corazones. Está entresacada del Ave Verum.

Dios te salve, Reina del cielo, llena de la divina gracia. Oh María. Dios te salve, Puerta del cielo a quien los ángeles alaban. Oh María. Dios te salve, tálamo de Dios, mirra, incienso y bálsamo. O María. Dios te salve, Esposa de la sabiduría, que nos restauras a la gracia. Oh María. Dios te salve, fuente de la santidad, origen de la pureza, morada de la honestidad. Oh María. Blanca flor de lirio, colócanos a la diestra de tu bondadoso Hijo. Oh María.

La Virgen María ante el tercer Milenio

Homilia

La Virgen María ante el tercer milenio

Comentario al Magnificat Lc 1, 39-55

Estimados hermanos en Cristo.

En este día solemne dedicado a la Virgen María, Ntra. Sra de los Angeles; nos unimos a la Iglesia que peregrina como Pueblo de Dios en estas tierras. La Iglesia, en esta determinada época histórica, se prepara al tiempo oportuno que significa los dos mil años de la Redención. Este tiempo nuevo al que estamos invitados es la hora de María, es el tiempo de un nuevo Pentecostés que ella preside con su oración y patrocinio.

El número 2000 podría fascinarnos, la imaginación es tentada y mucho nos tememos que la conmemoración del final de un milenio será protagonizado por los agoreros de catástrofes y por los brillos comerciales de productos superfluos. El fin de todo un milenio, pese a los grandes cambios técnicos y de bienestar para una parte de la población humana, no deja de ofrecernos un tono triste meditativo ante la secuela de víctimas, de desigualdades. Este final de milenio es una hora oportuna en la cual se nos llama a la corresponsabilidad (TM36) de los cristianos, a pedir perdón a los hombres por las divisiones que sólo los grandes espíritus, como la Virgen María, verdaderamente libres y llenos de Dios logran colmar (TM34) y por otra parte establece para nosotros aquel ir a la fuente de Dios que apaga la sed del hombre.

La demarcación y el cómputo del tiempo en las sociedades humanas no deja de ser artificial. Aquella referencia a las elipsis de los planetas, a los ciclos estacionales con los cuales se determinan los calendarios son sólo en marco donde el ser humano fija sus fechas más significativas. En la próxima celebración de un milenio que entra, según el calendario gregoriano, estamos invitados a considerar los 2000 años de la Redención o de la Encarnación de nuestro Señor Jesucristo en la Virgen María; esta es la novedad del tiempo, no vacío y significativo; Dios se ha hecho presente de una manera impensada y llena de un don al que por si solo la humanidad no puede acceder. Dios mismo, haciéndose carne, sale al encuentro de las inquietudes del corazón del hombre. Sólo cuando los humanos, atraídos por la luz del Espíritu, se abren a la presencia de Dios en el tiempo la historia puede ser cambiada.

Hemos escuchado proclamar en el evangelio el cántico nuevo de la Virgen María "porque ha mirado la humildad de su sierva; desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones". La devoción que los cristianos de esta diócesis de Getafe profesan por la Virgen de los Angeles es una demostración continua de la presencia activa del Espíritu de Dios que levanta profetas y amigos de Dios en el pueblo y señalan los acontecimientos que son dignos del hombre. La advocación humilde a la Virgen de los Angeles nos recuerda aquella desconocida del Evangelio que se acercó a Jesús solicitando la salud: "Jesús le dijo: -Alguien me ha tocado, porque he sentido que una fuerza ha salido de mí. La mujer al verse descubierta, se acercó toda temblorosa y, echándose a sus pies, contó delante de todos por qué lo había tocado y cómo había quedado curada en el acto. El le dijo: -Hija, tu fe te ha salvado, vete en paz." (Lc. 8,46-48). Como dice Redemptoris Mater (nº20) de Juan Pablo II "se puede decir que aquella mujer anónima ha sido la primera en confirmar inconscientemente aquel versículo profético del Magnificat de María y dar comienzo al Magníficat de los siglos"

Ante la actual frialdad relacional en esta sociedad humana de hombres y mujeres, que parecen sin rostro, que cumplen determinadas funciones muchas veces alejadas de actitudes dignas y éticas que caracterizan al ser humano; es el canto de alegría de María, en el Evangelio, el que nos da el indicativo de la importancia del "futuro de Dios" preparado con su Encarnación. En su canto María nos dice de una esperanza que reposa en el Dios misericordioso, en el Dios de la otra-justicia frente a la desigualdad humana, "Dependiendo totalmente de Dios y plenamente orientada hacia El por el empuje de su fe, María, al lado de su Hijo, es la imagen más perfecta de la libertad y de la liberación de la humanidad y del cosmos. La Iglesia debe mirar hacia ella, Madre y Modelo, para comprender en su integridad el sentido de su misión " (RM 37).

María es esa mujer del pueblo desconocida para las crónicas oficiales y de los poderes, pertenece a aquel resto del Pueblo de Israel, entre los humildes de la tierra, que había permanecido fiel a la promesa "como lo había prometido a nuestros antepasados a favor de Abrahán" (Lc. 1,55). María es la mujer alegre: -"proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi salvador". Este canto nuevo nos dice de su disponibilidad al servicio; viaja a la montaña para ayudar a su prima Isabel que va a dar a luz , se brinda a aquellos anónimos novios de la vecina Caná de Galilea, emerge de su silencio junto al Hijo martirizado. Es la mujer fuerte que conoció la pobreza y el sufrimiento, la huida y el exilio. Por ello la Virgen María canta la acción de Dios "que dispersa al soberbio, derriba del trono a los poderosos y a los ricos despide sin nada" (cf. Lc.1,52-54).

Ante el tercer milenio, nos preparamos, por ello, a un año jubilar que ha de ser como una "profecía del futuro" (TM 13) en el restablecimiento de la justicia social (TM13). Si hemos de mirar adelante no podemos dirigir nuestro corazón como lo dirigimos nuestra a la Virgen María sino pidiendo que la reconciliación gane nuestro corazón, que las esclavitudes y dependencias a las que se ve sometido el hombre de la calle han de ser disueltas y la tierra ha de volver a los que no tienen parte en ninguna herencia (cf. TM 12). El Papa Juan Pablo II ha propuesto en este fin del milenio un gesto oportuno, en el que los países ricos condonen la deuda crónica a los países colonizados del tercer mundo.

Nada se opone, sino que todo confluye en la fe al amor por los indefensos de la tierra. Por ello la Virgen María ha ganado el corazón de los fieles. Esta ciudadanía ha invocado con esperanza el patrocinio de la Virgen de los Angeles según consta desde 1612 a la Virgen María en la enfermedad, las plagas, o la sequía.

Según la tradición la Beata Virgen María: "Nuestra Señora de los Angeles" está unida al Cerro junto al camino que de Madrid se dirige al Sur de la península. Muchos viajeros desviaban su camino para subir en breve al Cerro para orar y acercarse a alguien tan familiar como la Virgen María; allí encontraban la luz del Evangelio que dirigía sus pasos, junto a María".

Las ciudades del sur de esta provicia, en su reciente historia, han acogido a un pueblo viajero que ha decidido quedarse aquí, buscando hermandad y subsistencia. Muchos han reconocido en esta imagen, que hoy veneramos, la devoción de sus padres y de su tierra, han reencontrando en ella su identidad. Como dice el cántico de María: "Dios hace proezas con su brazo, enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes". De la misma manera que la Virgen de los Angeles aglutina a las gentes que vienen de lejos, tendamos nuestra mano de fraternidad, y preparemos ese futuro de Dios y de alegría haciendo de esta tierra un lugar de aceptación, de acogida donde haya un pedazo de pan y trabajo para todos, donde niños y jóvenes encuentren una identidad gracias al calor de un hogar. La fe que hace de María una mujer fuerte y viajera en el servicio así nos lo pide.

Oh Virgen, Madre de Dios llena de gracia: El emmanuel que llevaste es el fruto de tu vientre. Tu pecho materno alimentó a todos los hombres. Estás por encima de toda alabanza y de toda gloria. Salve, Madre de Dios, alegría de los ángeles. Superas en plenitud de gracia las promesas de los profetas. El Señor está contigo, tú diste el día al Salvador del mundo. (Liturgia Oriental)

Decreto

OBISPADO DE GETAFE

FRANCISCO-JOSÉ PÉREZ Y FERNÁNDEZ-GOLFÍN

Por la Gracia de Dios y de la Sante Sede Apostólica

PRIMER OBISPO DE GETAFE

Erigida la Diócesis de Getafe el doce de octubre de mil novecientos noventa y uno, se iniciaron las consultas al Clero y a los fieles para constituir Patronos de la nueva Diócesis.

Durante este tiempo se han obtenido peticiones de numerosos Consejos pastorales parroquiales, autoridades civiles y muchos fieles postulando que Nuestra Señora de los Angeles sea nombrada Patrona de la Diócesis de Getafe. El Colegio de Consultores, el Consejo Presbiteral y el Consejo de Arciprestes expresando el sentir del clero, han dado su parecer favorable.

Por tanto, haciendo nuestros los deseos de los fieles y clero diocesano por las presentes nombramos a NUESTRA SEÑORA DE LOS ANGELES, Patrona de la Diócesis de Getafe.

La Fiesta litúrgica se celebrará el dos de agosto con el rango establecido por las normas de la Congregación para el culto Divino.

Dado en Getafe a treinta de noviembre de mil novecientos noventa y siete, Primer Domingo de Adviento,

+ Francisco - José Pérez y Fernández - Golfín

Por mandato de S.E.Rvma.