Homilía de inauguración del año jubilar

Homilia D. Francisco Jose Perez y Fernandez-Golfin

Inauguracion Año Jubilar

25 diciembre. Catedral de Santa María Magdalena de Getafe.

Muy queridos hermanos en el sacerdocio de Jesucristo y muy queridos hermanos todos en Jesucristo nuestro Señor, muy especialmente queridos seminaristas:

Es el 2000 cumpleaños de Jesús, compañero inseparable de su Iglesia durante 2000 años, por eso podemos repetirnos como estribillo para cantar al Señor :¡te diré mi amor, mi amor Rey mío, con el mismo amor con el que te lo dijo tu madre, con los labios de tu Iglesia, tu esposa, con la fe ardiente y gloriosa de tus mártires. Te diré mi amor, Rey mío, con el amor de tu madre, con los labios de tu esposa, con la fe tus mártires.!

Año Santo, año de gracias y de bienes, año que hemos inaugurado abriendo puertas, puertas de las grandes Basílicas en Roma, puertas de todas las iglesias locales del mundo entero. Tantos como nosotros han oído y han escuchado ¡abrid las puertas! ¡Abrid las puertas para entrar!

La puerta del hombre es su corazón. Jesucristo quiere entrar en el corazón de cada uno de nosotros como lo hiciese hace 2000 años en la cueva de Belén.

Abrir la puerta es celebrar con gozo el año 2000 para recibir esa noticia impensable para el hombre: que el Dios invisible se nos ha dado a conocer en Cristo, el Hijo de Dios, a través del Misterio de su Encarnación y a través del nacimiento.

Jesús hecho hombre es el Hijo de Dios que busca al hombre, que llama al corazón del hombre. El mismo ayer, hoy y siempre.

Cristo es la Puerta. Así se llama a sí mismo. La Puerta para entrar en el abismo infinito de la misericordia y del amor del Dios Padre.

Cristo es al mismo tiempo el Camino que nos conduce.: ¿qué camino encontrará el hombre sino el que ha trazado el mismo Dios con su vida, con su persona?

Y al mismo tiempo Cristo, hermanos, Cristo es nuestra Meta.

¡Cristo mi amor, Rey mío, quiero amarte con el amor de tu madre, los labios de tu Esposa y la fe de tus mártires!

Abrir la puerta es reconocer los signos de la primera llegada de Jesús, y los signos es que Cristo centro de la historia humana, no tuvo lugar, no encontró un lugar en la posada, no encontró acogida y por eso la historia es un pesebre donde aparece el Hijo de Dios envuelto en pañales porque no hay lugar para El en la posada.

No se, no se si precisamente la gran tarea, el gran reto de este año de gracias y de bienes es que abramos el corazón porque no se si del todo, del todo, hay posada para Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre, en nuestro propio corazón. Ciertamente no hay posada para Jesús en nuestro mundo.

Jesús es el signo inequívoco del amor y de la misericordia eterna de Dios, eterna, la que nuestro corazón necesita, la que solicitamos de tantas formas distintas, misericordia infinita; El sitio de Dios es nuestro corazón.

Vamos a preguntarnos ¿Hay sitio para Dios en mi corazón?

La profecía de Isaías nos hablaba de una luz radiante que aparece para el mundo, la luz de la verdad y de la vida, y... la tiniebla sigue marcando nuestro mundo.

No gozamos, no somos alegres, somos mundo entristecido porque no somos capaces de gozar de la luz que da la presencia de este Dios que sale a nuestro encuentro.

La intención primera, la finalidad última de este Año Santo de gracias en la conversión del corazón, en una actitud de agradecimiento y de reconciliación y por tanto provocar el cambio del corazón para manifestar la caridad fraterna, el Amor de Dios convertido en amor a nuestros hermanos.

¡Te diré mi amor, Rey mío, con el amor de tu madre, con los labios de tu esposa, la Iglesia, y con la fe de tus mártires!.

Y todo nuestro agradecimiento en torno a Dios nuestro Padre que nos ha bendecido con toda clase de bendiciones y bienes en Jesucristo, nos ha bendecido en Jesucristo y nos recuerda la Bula que el nacimiento de Jesucristo no es un hecho que podamos relegar al pasado. Jesucristo nace hoy, nació ayer y nace siempre.

Por eso Jesucristo es el único que nos da razones para vivir y para esperar.Hay que escuchar a nuestro propio corazón para encontrar razones y motivos gozosos de vida y de esperanza, de alegría. Contraponiendo la confianza de niños en el amor de Dios frente a la gran arrogancia de creernos suficientes, que es el gran pecado de la humanidad, decir que no necesitamos de nada ni de nadie. Y, ¿que es el hombre sin el amor de Dios?

Estúpidamente el hombre repite para sí mismo, Señor Dios no te necesito; Y por eso el hombre se siente irredento, sin capacidad de redención, sin motivos para esperar y sin motivos para vivir.

El Año Santo es el Año del Perdón y de la Reconciliación, para fortalecer la fe, para que el testimonio cristiano aparezca claro para todos los que se sienten alejados. Tendremos todos que pedir muchas veces perdón. Ese perdón que abre el corazón al abrazo de Dios nuestro Padre. A ese abrazo que nos ha mostrado Jesús, la vida del hombre, el camino del hombre, de tantas formas expresado en la Buena Noticia, en el Evangelio.

El Año Santo nos invita a reparar el mal, males, hay que reparar, hay que pedir perdón con arrepentimiento y con propósito firme de corregir, sobre todo para los creyentes, las ambigüedades que hacen confusa nuestra fe. Las ambigüedades que tratan de presentar el cristianismo sin Cristo o el cristianismo sin el magisterio y la fe de la Iglesia que es la que nos da a Jesucristo.

El Año Santo supone restablecer la amistad con Dios que sólo es posible con Jesucristo. Sólo Jesús es la reconciliación para el hombre.

Hay un subrayado dentro de este Año de gracias y de bienes y no podía ser de otra forma, y es, el reconocimiento de la presencia de Jesucristo en su Eucaristía.

Es un año, así nos lo pide la Iglesia con la voz fuerte y potente, cargada de fe, de luz y de vida de Juan Pablo II que nos dice que sea un año eminentemente eucarístico.

La celebración de la Eucaristía nos da al Niño Dios hecho alimento. El alimento que salva.

La celebración del Jubileo no puede consistir en una serie de cosas, incluso de culto, si no vivimos una fuerte experiencia interior, sólo lo externo tiene sentido en la medida en que refleja el profundo compromiso de abrir nuestro propio corazón.

La adoración a Jesucristo en el sacramento de la Eucaristía, en la comunión con el Cuerpo de Cristo es la intimidad más profunda y la pertenencia más verdadera al Cuerpo de Cristo.

Jesucristo: desde hace 2000 años estás real y verdaderamente presente en el Sacramento bien conocido y amado, el Sacramento del Amor.

Ese Sacramento que ha sido la fuerza de los mártires, de los confesores y la razón de tantos vírgenes y santos. Sin la Eucaristía no hay santos posibles. La Eucaristía nos reviste del hombre nuevo de entrañas de amor y de misericordia y nos da el alimento que salva hasta la vida eterna.

Así se ha cantado y se ha vivido en la Iglesia durante 2000 años.

¡Te diré mi amor, Rey mío, con el amor de tu madre, con los labios de tu Esposa, la Iglesia, y con la fe de tus mártires!.¡Con la fuerza nacida de tu vida hecha pan que nos salva!

Jesucristo único salvador del mundo, pan para la vida nueva. La Eucaristía es el pan que da hambre, que suscita hambre, no quita el hambre, da hambre de Dios y lo colma alimentando al hombre con el sabor de vida eterna, de amor eterno, de verdad eterna. Así estimula para la vida nueva.

Cuando amamos de verdad a alguien decimos tú no morirás, no puedes morir en mi corazón.

Esto es lo que nos repite Jesucristo en cada Eucaristía.

Dentro de un momento nos lo va a decir: Yo soy el pan que da la vida. Tú no morirás porque comes de este pan.

Desde hace 2000 años la Iglesia es la cuna en la que María coloca a Jesús y lo entrega a la adoración y a la contemplación.

Que María nos enseñe a repetir con ella: Jesús mi amor, Rey mío, con el amor que tú le tienes, con los labios de esta Iglesia, santa y pecadora, y con la fe de tantos mártires que hacen fuerte nuestra fe, nuestra esperanza y nuestro amor.

Que así sea.

Gracias, Diócesis de Getafe

Muy queridos hermanos y amigos:

El pasado 13 de septiembre, al cumplir los 75 años, puse mi cargo de obispo de Getafe a disposición del Papa, como establece el derecho canónico. Y hoy, 3 de enero, se ha hecho pública la decisión del Santo Padre de aceptar mi renuncia y de nombrar obispo de esta Diócesis a Mons. Ginés García Beltrán, hasta ahora obispo de Guadix.

Su toma de posesión será, D.m., el próximo 24 de febrero. Hasta ese día, por decisión del Papa, yo seguiré al frente de la Diócesis como administrador apostólico.

Al llegar este momento, mi sentimiento más profundo es de inmensa gratitud a Dios y a vosotros, queridos diocesanos de Getafe.

El 12 de octubre de 1991 arrancó la apasionante historia de la Diócesis, que había sido creada el 23 de julio mediante Bula Pontificia por el entonces Papa, san Juan Pablo II, segregándola de la Archidiócesis de Madrid y nombrando primer obispo a Mons. Francisco José Pérez y Fernández Golfín, que en paz descanse.

Al día siguiente de su toma de posesión, el 13 de octubre, el nuevo obispo me nombraba vicario general. Era el primer nombramiento de la Diócesis. Desde entonces, toda mi vida ha estado dedicada a esta querida Diócesis. Ha sido un gran regalo de Dios.

El 6 de mayo de 2001 fui nombrado por san Juan Pablo II obispo auxiliar de Getafe y, en diciembre de 2004, tras la muerte repentina de Mons. Francisco José Pérez y Fernández Golfín, fui nombrado, después de varios meses de administrador diocesano, obispo de Getafe, cargo que he desempeñado hasta el día de hoy.

Han sido años intensos y admirables. Los primeros, junto a D. Francisco, fueron de una gran riqueza espiritual para mí. Él puso su confianza en mí, yo puse mi confianza en él y los dos pusimos nuestra confianza en Dios. Y juntos sufrimos y gozamos. Aprendí mucho de él. Él fue mi maestro, mi amigo y un ejemplo admirable de entrega apostólica.

Y así, unidos a nuestros sacerdotes, a nuestros consagrados y a nuestros seglares fuimos dando forma a la Diócesis. Conservando lo que ya existía, que era mucho y muy bueno, en cierta manera había que empezar de nuevo todo. Había que crear una Diócesis. Había que poner en marcha un seminario y había que establecer todos los organismos de gobierno, de comunión y de formación necesarios para que la Diócesis de Getafe fuera realmente, como dice el Concilio, una porción del Pueblo de Dios, confiada al obispo, para ser apacentada, con la cooperación de sus sacerdotes, de manera que, adherida a su Pastor y reunida por él, en el Espíritu Santo por medio del Evangelio y de la eucaristía, constituyese una Iglesia particular, en la que se encontrara y operara realmente la Iglesia de Cristo, que es ‘Una, Santa, Católica y Apostólica’ (Cf. Vaticano II CD n. 11).

Tras la muerte repentina de D. Francisco y, siendo ya obispo auxiliar, el Papa me nombró obispo de Getafe. Era una gran responsabilidad, pero el Señor me ha concedido vivirla siempre, aun en los momentos más difíciles, con mucha paz, con mucha confianza en la gracia y con mucho gozo.

Siempre he estado apoyado por la oración de la Iglesia, que en todas las eucaristías ora por su obispo; siempre me he sentido acompañado, querido y auxiliado por mis sacerdotes, a muchos de los cuales he ordenado yo. Y siempre me he sentido confortado y conmovido por el ejemplo de santidad de muchas personas, tanto sacerdotes como consagrados y laicos.

Quiero destacar especialmente la ayuda de los dos obispos auxiliares. D. Rafael Zornoza, actual obispo de Cádiz, y D. José Rico, con el que comparto, en este momento, el ministerio episcopal. Han sido amigos, hermanos y consejeros con los que he vivido las preocupaciones más graves y las decisiones más difíciles de mi ministerio episcopal.

También quiero destacar la ayuda, la lealtad, la paciencia y el amor a la Iglesia de los vicarios generales y del canciller secretario, que han sido mis colaboradores directos en el gobierno pastoral de la Diócesis, y en muchos momentos han tenido que preparar el terreno, no sin esfuerzo, para importantes decisiones y eventos de la vida diocesana, fomentando siempre entre todos un auténtico espíritu de comunión.

Una institución esencial en la Diócesis ha sido su Seminario Mayor, que con gran sabiduría supo poner en marcha mi antecesor, D. Francisco, y que en la actualidad está regido por un extraordinario equipo de sacerdotes, a los que agradezco con toda mi alma su dedicación a los seminaristas, su fidelidad a la Iglesia y su ejemplo de vida sacerdotal.

Y, muy unido al Seminario Mayor, está nuestro Seminario Menor de Rozas de Puerto Real, que, admirablemente y gracias al esfuerzo de los diversos sacerdotes y profesores que lo han ido dirigiendo, ha ido adaptándose a los cambios sociales y convirtiéndose claramente en un espacio educativo, en el que los niños y adolescentes con indicios de vocación sacerdotal pudieran ser cuidados y acompañados en el desarrollo de su incipiente vocación.

A los seminaristas quiero decirles en esta carta de despedida que la llamada al ministerio sacerdotal es un gran don de Dios y que, si son fieles al Señor, aunque tengan que superar dificultades y renunciar a muchas vanidades que el mundo aprecia, su vida será feliz y vivirán experiencias muy hondas, en su encuentro personal con Dios y con los hombres, y una paz interior que nadie les podrá arrebatar.

Hago mías las palabras que san Juan Pablo II dirigió a los jóvenes en Cuatro Vientos, en su última visita a España: “Os doy mi testimonio: yo fui ordenado sacerdote cuando tenía 26 años (lo mismo que yo) y, al volver la mirada atrás y recordar estos años de mi vida (en mi caso 49), os puedo asegurar que vale la pena dedicarse a la causa de Cristo y, por amor a Él, consagrarse al servicio del hombre. ¡Merece la pena dar la vida por el Evangelio y por los hermanos!”.

Doy muchas gracias a Dios, por lo hermosa que es la Iglesia, con su variedad de ministerios y carismas. He disfrutado mucho, especialmente en mis visitas pastorales, con los niños, con los jóvenes, con los mayores, con las familias, con las comunidades de vida consagrada, visitando a los enfermos, escuchando a mucha gente y celebrando los sacramentos.

Me he sentido muy impresionado y agradecido por la presencia de la Iglesia a través de una multitud de voluntarios en los lugares donde se sufre mucho, como sucede en las cárceles, en los hospitales, en los despachos de Cáritas, en los albergues y comedores sociales, en las residencias de ancianos y en los talleres de formación profesional donde se forman alumnos expulsados de los centros de enseñanza oficiales.

Realmente he comprobado que el Espíritu Santo ha sido derramado en los corazones de los que sinceramente buscan el amor y la verdad, dando admirables frutos de santidad.

Jesucristo vive y actúa poderosamente en la Iglesia y es la luz que alumbra sin cesar las tinieblas de este mundo.

Doy especialmente las gracias a Dios por las comunidades de vida contemplativa. Su presencia silenciosa, su continua oración y la entrega de sus vidas son un regalo para todos y una fuerza misteriosa que llena de vitalidad a la Iglesia. Ellas me han acompañado en todo momento, han rezado continuamente por mí y han seguido con interés y mucho amor mis trabajos pastorales. La visita a sus monasterios ha sido siempre un descanso y una alegría.

Y quiero dar gracias a Dios por las familias. En primer lugar, por la mía, donde nací a la fe y donde el ejemplo y la piedad de mis padres me acompañaron siempre, hasta que el Señor se los llevó.

Y doy gracias a Dios por las familias de la Diócesis. La familia ha sido mi gran preocupación y mi gran amor. ¡Gracias, familias católicas de la Diócesis de Getafe! Gracias a todos los que ayudáis y acompañáis a las familias, en la Delegación de Familia, en el Centro de Orientación Familiar, en los colegios católicos, en las parroquias y en las comunidades cristianas.

Gracias, ‘Familias de Tortosa’ y ‘Familias del Camino de Santiago’. He gozado mucho con vosotros y también he sufrido y he llorado por las duras pruebas que algunas familias, muy queridas para mí, habéis tenido que soportar. He visto a Dios en vosotros, queridos matrimonios, queridos niños y jóvenes, queridos abuelos. Podéis contar siempre con mi oración y estoy seguro de que yo también podré contar con la vuestra.

Viene a vosotros, enviado por Dios, un gran obispo, Mons. Ginés García Beltrán. Mis primeras palabras después de saludarle y darle la enhorabuena han sido: “Vas a disfrutar mucho en esta Diócesis”.

Es verdad que las alegrías van siempre unidas a los sufrimientos, porque, cuando se ama, se sufre. Pero ver esta Diócesis tan llena de vida y de proyectos, con tanto futuro por delante, va a llenar de gozo el corazón del nuevo obispo, como ha llenado el mío, y este gozo compensará con creces los sufrimientos y los problemas que, sin duda, tendrá que afrontar.

Recibidle como un don de Dios, abridle vuestros brazos, vuestros corazones y vuestros hogares. Y ved siempre en él al mismo Cristo, que ha querido prolongar en el obispo y en sus sacerdotes el amor de su Corazón.

Pido a la Virgen María que cuide con amor maternal, como siempre lo ha hecho, a ésta mi querida Diócesis. Hemos sentido su presencia cercana en muchos momentos: en las fiestas patronales, en las coronaciones canónicas, en las preciosas vigilias de la Inmaculada, en las inolvidables peregrinaciones de los jóvenes a Guadalupe. Hay mucho amor a la Virgen en el Pueblo de Dios. El pueblo ha intuido que, teniendo a la Madre, se tiene también al Hijo.

Pido a la Virgen María que cuide al nuevo obispo y a toda la comunidad diocesana de Getafe, para que viva muy unido a esta Madre tan buena, la imite en su fe, en su disponibilidad para el servicio y en su humildad. Que ella alcance para sus hijos de esta Diócesis la gracia de seguir a Jesucristo, que, desde el Cerro de los Ángeles, donde el próximo año conmemoraremos el centenario de la consagración de España a su Sagrado Corazón, abra sus brazos a los hombres y a las mujeres de esta zona sur de la Comunidad de Madrid y de toda España para acogerles e invitarles a entrar en su Reino de verdad y de vida, de caridad y de gracia, de justicia, de amor y de paz.

Me voy a vivir, gracias a la hospitalidad de las Madres Carmelitas Descalzas, a la casa del capellán del Convento de La Aldehuela, hasta que Dios quiera, junto al sepulcro de santa Maravillas de Jesús, que tan unida ha estado siempre a nuestra Diócesis. Desde allí rezaré por vosotros, serviré a los sacerdotes de la zona y os llevaré con mucho cariño en mi corazón.

Con mi bendición y afecto, un abrazo muy grande para todos.

+ Joaquín María.
Administrador apostólico y obispo emérito de Getafe
Getafe, 3 de enero de 2018

Tiempo de sanación, no de lamentaciones

TIEMPO DE SANACIÓN, NO DE LAMENTACIONES

Nota sobre la
«Ley de protección integral contra la LGTBIfobia y la discriminación
por razón de orientación e identidad sexual en la Comunidad de Madrid»

El pasado día 14 de julio, la Asamblea de la Comunidad Autónoma de Madrid aprobó la «Ley de protección integral contra la LGTBIfobia y la discriminación por razón de orientación e identidad sexual en la Comunidad de Madrid». La Ley ha sido publicada, el pasado 21 de julio, en el Boletín Oficial de la Asamblea de Madrid. Ante este hecho, queremos, con todo el respeto hacia los que han promovido esta ley y sus posibles destinatarios, manifestar públicamente las siguientes consideraciones dirigidas a los fieles católicos de nuestras diócesis, sin menoscabo de otras profundizaciones posteriores.

1.    Inspirada por una antropología no adecuada que niega la diferencia sexual varón-mujer y la unidad de la persona cuerpo-espíritu, esta ley se halla en contradicción con la moral natural, acorde con la recta razón, y pretende anular la enseñanza pública de la Biblia (Cf. Carta a los Romanos 1, 24-27; Primera carta a los Corintios 6, 9-10; Primera carta a Timoteo 1, 10, etc.), del Catecismo de la Iglesia Católica (nn. 2357-2359) y del resto del Magisterio de la Iglesia referido al designio de Dios sobre el varón y la mujer. Más aún, pretende prohibir, incluso, rezar públicamente por las personas que suplican la oración para un cambio de orientación en su vida (Ej: Art. 4-b, Art. 3-o, Art. 70-4-c, Art.72-3).

2.    La mencionada Ley, desde sus presupuestos y normativa, nos parece, sin afrontar exhaustivamente todos sus aspectos:

a.    Un ataque a la libertad religiosa y de conciencia (Ej: Art. 3-o, Art. 70-4-c, Art. 72-3).

b.    Un ataque y censura al derecho de los padres a educar a sus hijos según sus propias creencias y convicciones. Del mismo modo es un atropello a los idearios que inspiran la libertad de enseñanza (Cf. Capítulo XI, Medidas en el ámbito educativo. Ej: Art. 29-2, Art. 31-9, Art. 32, Art. 34).

c.    Un atentado a la libertad de expresión, a la libertad de cátedra, a la libertad de los científicos y profesionales en la búsqueda de la verdad, y a la libertad de las personas para orientar su vida o para pedir ayuda, incluso religiosa, en aquello que crean necesitar (Cf. Capítulo XI, Medidas en el ámbito educativo; y Capítulo XII, Medidas en el ámbito de la salud. Ej: Art. 3-o, Art. 31, Art. 36, Art. 70-4-c, Art. 72-3). Consideramos, por ello, que se trata, en su esencia, de una ley arbitraria que no contempla ni siquiera la objeción de conciencia.

3.    Los partidos políticos del arco parlamentario, también los grandes sindicatos, la mayoría de los medios de comunicación y muchas de las grandes empresas quieren imponer “ideológicamente” un “pensamiento único” que anule la libertad y el coraje de buscar la verdad de la persona humana, en su unidad cuerpo-espíritu y en su diferencia sexual varón-mujer. Cuando no se busca la Verdad, cuando no se respetan ni siquiera los argumentos de la biología inherente a la genealogía de la persona, se impone por ley la ideología - en este caso la “ideología de género” - y se coacciona la libertad con sanciones y persecución: nada nuevo bajo el sol.

4.    Al recibir el premio Carlomagno, el papa Francisco ha invitado a construir un nuevo humanismo para Europa basado en la capacidad de integrar, de dialogar y de construir, recordando que en esta tarea la Iglesia puede y debe ayudar, cumpliendo su misión: «el anuncio del Evangelio, que hoy más que nunca se traduce principalmente en salir al encuentro de las heridas del hombre, llevando la presencia fuerte y sencilla de Jesús, su misericordia que consuela y anima» (Discurso, 6.5.2016).  Entre las víctimas reales de nuestra cultura del relativismo no lo son menos quienes sufren la confusión sobre su propia identidad; una confusión que, con leyes como esta, se verá aún más agravada. El mismo Papa Francisco nos ha pedido no caer «en el pecado de pretender sustituir al Creador. Somos creaturas, no somos omnipotentes. Lo creado nos precede y debe ser recibido como don. Al mismo tiempo, somos llamados a custodiar nuestra humanidad, y eso significa ante todo aceptarla y respetarla como ha sido creada» (Exhortación Apostólica Postsinodal Amoris laetitia, 56).

5.    «No es tiempo de lamentaciones, sino de sanación», como ha recordado nuestro hermano el obispo de Lincoln (EEUU), citando a Boecio, ante medidas legislativas similares de la administración Obama (cf. Carta 17.5.2016). Para salir al encuentro de las heridas del corazón, como nos pide el papa Francisco, es necesario y urgente promover una acción conjunta de las familias y de las asociaciones católicas en orden a defender, con todos los medios legítimos y en todas las instancias que corresponda, la libertad religiosa y de conciencia, la libertad de los padres a educar a sus hijos según sus propias creencias y convicciones, la libertad de enseñanza y los demás derechos fundamentales que, creemos, se conculcan gravemente en esta Ley. Si nosotros callamos gritarán las piedras (Cf. Lc 19, 40). La sanación de las heridas provocadas por estas medidas legislativas no se logra con la confrontación, que deriva en descalificaciones y amenazas de demandas judiciales. Porque queremos integrar, dialogar y construir, pedimos la colaboración de todas las personas de buena voluntad con verdaderos criterios de comunión, y especialmente a nuestros fieles les pedimos su oración y su participación activa que nazca de auténticos criterios eclesiales. 

6.    Ahora, más que nunca, es necesario llevar la misericordia sanadora de Jesucristo a este mundo. Llamamos a los católicos de nuestras diócesis comprometidos en el servicio de la política, de la sanidad y de la educación, así como a los esposos y padres de familia, a las personas consagradas y sacerdotes, a colaborar, cada cual según su propia vocación, en la edificación de una cultura que venza las mentiras de las ideologías y se abra a la verdad de la creación y de la persona humana, garantía ineludible de la libertad. Bien sabemos que en esta tarea, verdaderamente misionera, necesitamos orar con las palabras del mismo Cristo, pidiendo al Padre: líbranos del mal. Luchamos contra el mal ganando para Jesucristo cada corazón, acudiendo a la intercesión de la Santísima Virgen María e invocando a San Miguel Arcángel. Luchamos contra el mal llevando el bálsamo de la misericordia a los que sufren la herida de la confusión y del error: su médico es Cristo y el hospital de campaña donde llevarlos y sanarlos es la posada de la Iglesia. Luchamos contra el mal, llevando a nuestras vidas lo realizado el pasado tres de junio al consagrar nuestras diócesis al Sagrado Corazón de Jesús, fuente de la verdadera misericordia y de la verdadera paz.

Que la Sagrada Familia de Nazaret y Santiago Apóstol, protejan e intercedan por el futuro de nuestras familias y la paz de nuestro pueblo.

Con nuestra bendición,

+ Joaquín Mª López de Andújar y Cánovas del Castillo, Obispo de Getafe
+ José Rico Pavés, Obispo Titular de Mentesa y Auxiliar de Getafe
+ Juan Antonio Reig Pla, Obispo Complutense

 7 de agosto de 2016
XIX Domingo del Tiempo Ordinario
Año Jubilar de la Misericordia

‘Vacaciones y paz interior’. Carta de D. Joaquín para el tiempo estival

Muy queridos amigos y hermanos:

Es bueno que, al hacer nuestro plan de vacaciones, sepamos escuchar las palabras del salmo: “Sólo en Dios descansa mi alma porque de Él viene mi salvación. Sólo Él es mi roca y mi salvación, mi alcázar, no vacilaré” (s.61).

En el silencio y la paz del descanso veraniego podemos encontrarnos más fácilmente con la verdad de nuestra propia existencia, de lo que somos, de lo que sentimos y de lo que buscamos. Y, sobre todo, podemos encontrarnos con Dios y descubrir de nuevo en Él no sólo la fuerza para seguir luchando, sino también el descanso verdadero y la fuente última de la paz.

Os sugiero llevar en la maleta la Palabra de Dios, en particular el Evangelio, y utilizar estos días para vivir de una manera nueva las relaciones con Dios y con los demás.

Las vacaciones pueden ser un momento propicio para redescubrir la primacía de la vida interior. En realidad, sólo en el silencio el hombre logra escuchar en lo más íntimo de su ser la voz de Dios que verdaderamente le hace libre.

Es un tiempo para contemplar la creación, admirar su belleza y estremecerse ante esas maravillas que nos hacen presentir la grandeza del Creador. En la belleza de la creación el hombre puede ver un reflejo de la gloria divina y un impulso que le anime a tender con energía hacia la cumbre espiritual de la santidad.

La creación es un don magnífico que hay que observar con la atención con que la observaba Jesús, que sabía interpretar su lenguaje y sus significados. Es un don que hay que respetar, custodiar y proteger, y del que somos responsables ante Dios, ante los demás y ante la humanidad del futuro.

Aprovechemos también las vacaciones para descubrir con curiosidad inteligente y profunda los monumentos de la historia cristiana, sus catedrales, sus abadías, sus pequeñas ermitas y sus grandes obras culturales, que son el testimonio de una fe encarnada en la vida de los hombres y un auténtico patrimonio espiritual que nos une a nuestras raíces y nos hablan de la bondad y la sabiduría de Dios. La contemplación de estos lugares de sorprendente belleza invita a una oración por la humanidad para que, empujada por el espíritu del bien, se reconcilie con Dios, trabaje por la paz y se deje guiar por la luz interior de la ley divina que brilla en el interior más íntimo de la conciencia de cada ser humano.

Necesitamos pararnos y encontrar el sosiego y el silencio necesarios para recordar de nuevo las cosas más esenciales de la vida. Así, las vacaciones podrán tener para nosotros un contenido nuevo.

Con mi bendición y afecto.

+ Joaquín María. Obispo de Getafe
Getafe, 5 de Julio de 2016

Reflexiones pastorales sobre la «Ley de Identidad y Expresión de Género e Igualdad Social y No Discriminación de la Comunidad Autónoma de Madrid»

Reflexiones pastorales sobre la «Ley de Identidad y Expresión de Género e Igualdad Social y No Discriminación de la Comunidad Autónoma de Madrid»

La emergencia cívica de los católicos

Con profundo dolor hemos conocido los obispos de Alcalá de Henares y Getafe la aprobación, el pasado día 17 de marzo, en la Asamblea de la Comunidad Autónoma de Madrid, de la «Ley de Identidad y Expresión de Género e Igualdad Social y No Discriminación». La Ley ha sido publicada, en el día de hoy, en el Boletín Oficial de la Asamblea de Madrid. Ante este hecho, que calificamos de muy grave e injusto, queremos, con todo el respeto hacia los que han promovido esta ley y sus posibles destinatarios, manifestar públicamente las siguientes consideraciones dirigidas a los fieles católicos de nuestras respectivas diócesis, sin menoscabo de otras profundizaciones posteriores.

Aunque nuestras reflexiones quieren brotar de las enseñanzas de los últimos papas y de otros documentos eclesiales, entendemos que tienen su fundamento en lo que Cicerón llamó “la recta razón, una ley verdadera, conforme a la naturaleza, extendida a todos” (De republica, 3, 22, 33). Esta ley natural, en efecto, presente en el corazón de todo hombre y establecida por la razón, expresa la dignidad de la persona y determina la base de sus derechos y deberes fundamentales. Si consideramos injusta la ley que comentamos a continuación es precisamente porque niega lo que la recta razón conoce sobre el ser humano y olvida que «el hombre no es solamente una libertad que él se crea por sí solo. El hombre no se crea a sí mismo. Es espíritu y voluntad, pero también naturaleza» (Benedicto XVI, Discurso al Deutscher Bundestag, Berlín, 22 septiembre 2011). Difícilmente se podrá defender el derecho de personas que se consideran discriminadas cuando esa defensa se funda en una comprensión equivocada del ser humano.

1. La identidad de género

En el Artículo 4 de la mencionada ley, titulado Reconocimiento del derecho a la identidad de género libremente manifestada, leemos lo siguiente: «Toda persona tiene derecho a construir para sí una autodefinición con respecto a su cuerpo, sexo, género y su orientación sexual. La orientación, sexualidad e identidad de género que cada persona defina para sí es esencial para su personalidad y constituye uno de los aspectos fundamentales de su dignidad y libertad».

Este “supuesto derecho” es una expresión ideológica del legislador que choca frontalmente con la antropología cristiana que ha dado sustento y soporte a lo que se ha venido en llamar civilización cristiana u occidental. Como bien nos recordaba Benedicto XVI en su Carta Encíclica Charitas in veritate, «hoy es preciso afirmar que la cuestión social se ha convertido radicalmente en una cuestión antropológica» (n. 75).

Según la antropología cristiana, la persona es creada en la unidad cuerpo-espíritu. El cuerpo no es un simple dato que pueda “ser construido”, no es una prótesis del yo, sino que es la visibilización de la persona. Es como un sacramento de la persona. Tratar el cuerpo como pura materia que pueda “ser construida” por la libertad no responde a la experiencia humana. Esta postura supone un dualismo antropológico que separa ideológicamente el cuerpo del espíritu o cae en un monismo de carácter materialista que no hace justicia a la especificidad del ser humano.

2. La diferencia sexual

Por otra parte, la diferencia sexual varón-mujer es otro principio de la antropología adecuada que, derivando de la teología de la creación, está profundamente enraizado también en la experiencia humana. El varón y la mujer son iguales en su dignidad de personas. Por eso, la diferencia sexual no se puede traducir como desigualdad. Todo lo contrario. La diferencia sexual es riqueza de humanidad y responde a la vocación al amor, a la reciprocidad mutua. La diferencia sexual es llamada a la unión amorosa, a la complementariedad y a la procreación como fruto de la colaboración con Dios en el acto conyugal propio del matrimonio.

La herida del pecado original (Cf. Charitas in veritate, 34) y de los propios pecados, de la que deriva la concupiscencia, se manifiesta en la relación distorsionada de los dinamismos físicos, psíquicos y espirituales de la propia persona. Por eso otro de los principios de la antropología cristiana es la necesidad de la redención del cuerpo o del corazón. Este dato, desconocido por la cultura dominante secularizada, provoca la no comprensión plena de la persona. La Iglesia Católica sabe por la Revelación y la propia experiencia acumulada en la Tradición que, además de afirmar la unidad en el ser (unión substancial cuerpo-espíritu), es necesario alcanzar la unidad en el obrar (la integración en el acto libre de los dinamismos físicos-psíquicos-espirituales del obrar humano).

3. Ecología humana

En este mismo sentido, el Papa Francisco, refiriéndose a la auténtica ecología integral, dice: «La aceptación del propio cuerpo como don de Dios es necesaria para acoger y aceptar el mundo entero como regalo del Padre y casa común, mientras una lógica de dominio sobre el propio cuerpo se transforma en una lógica a veces sutil de dominio sobre la creación. Aprender a recibir el propio cuerpo, a cuidarlo y a respetar sus significados, es esencial para una verdadera ecología humana. También la valoración del propio cuerpo en su femineidad o masculinidad es necesaria para reconocerse a sí mismo en el encuentro con el diferente. De este modo es posible aceptar gozosamente el don específico del otro o de la otra, obra del Dios creador, y enriquecerse recíprocamente. Por lo tanto, no es sana una actitud que pretenda “cancelar la diferencia sexual porque ya no sabe confrontarse con la misma”». (Encíclica Laudato Si’, n. 155).

4. El concepto de libertad

El concepto de libertad que maneja el legislador cuando se refiere a la “identidad de género libremente manifestada” (Art. 4) es también un concepto ideológico que tampoco responde a la experiencia humana. Se trata de un concepto individualista de la libertad desvinculado del ser de la persona y de su naturaleza específica: la persona es un ser creado por la infinita sabiduría de Dios y la libertad está enraizada en el propio ser “dado”. Nadie se crea a sí mismo, sino que recibe el ser. La libertad no crea el ser, sino que es el camino para su perfección. Esto es lo que llamamos el bien de la persona según la propia naturaleza.

El concepto de libertad presente en esta ley aboca a un pensamiento totalitario: la absolutización de la voluntad que pretende ser la única creadora de la propia persona y la absolutización de la técnica transformada también en un poder prometeico e ideológico. Como nos recordaba Benedicto XVI, «sabemos que somos un don y no el resultado de una autogeneración. Nuestra libertad está originariamente caracterizada por nuestro ser, con sus propias limitaciones. Ninguno da forma a la propia conciencia de manera arbitraria (…) El desarrollo de la persona se degrada cuando ésta pretende ser la única creadora de sí misma» (Charitas in vetitate, 68).

5. Ciencia y técnica con conciencia

Del mismo modo nos advertía Benedicto XVI de la pretensión prometeica de la técnica cuando no va unida a las normas fundamentales de la ley natural que Dios ha inscrito en nuestro corazón: «Por eso, la técnica tiene un rostro ambiguo. Nacida de la creatividad humana como instrumento de la libertad de la persona, puede entenderse como elemento de una libertad absoluta, que desea prescindir de los límites inherentes a las cosas. (…) La clave del desarrollo está en una inteligencia capaz de entender la técnica y de captar el significado plenamente humano del quehacer del hombre, según el horizonte de sentido de la persona considerada en la globalidad de su ser. (…) La técnica atrae fuertemente al hombre, porque lo rescata de las limitaciones físicas y le amplía el horizonte. Pero la libertad humana es ella misma sólo cuando responde a esta atracción de la técnica con decisiones que son fruto de la responsabilidad moral. De ahí la necesidad apremiante de una formación para un uso ético y responsable de la técnica. Conscientes de esta atracción de la técnica sobre el ser humano, se debe recuperar el verdadero sentido de la libertad, que no consiste en la seducción de una autonomía total, sino en la respuesta a la llamada del ser, comenzando por nuestro propio ser» (Charitas in vetitate, 70).

Cuando las premisas son falsas, la lógica lleva irremediablemente al absurdo. La ley que ha permitido la redefinición del matrimonio abrió la puerta a que cualquier combinación afectiva pueda terminar, con el tiempo, siendo reconocida como matrimonio. Lo mismo va a suceder con estas leyes: con el tiempo se podrá exigir el presunto derecho a cualquier modificación corporal “a la carta”, por arbitraria que sea.

6. La ideología de género y sus derivados

En los presupuestos que justifican esta ley, el legislador se muestra heredero de la ideología de género que, con pretensiones científicas, supone un rechazo total de la teología de la creación y de la redención. En la base de esta ideología está la diferencia pretendida entre sexo y género, de tal manera que el primero es considerado pura biología y el otro, un “constructo cultural y social”. Inspirada en la filosofía constructivista, la ideología de género pretende la “deconstrucción” del género asignado por la cultura y la sociedad. El resto, la biología del cuerpo humano, es confiada a la libertad individual creadora y a la técnica. Por eso, la ley habla del «derecho a construir para sí una autodefinición con respecto a su cuerpo, sexo, género y su orientación sexual» (Art. 4).

Nunca en la historia de la civilización humana se había puesto de manifiesto esta pretensión. De ahí la gravedad de lo que se nos propone de manera ideológica. Para comprender bien esta pretensión es necesario remontarnos a los llamados maestros de la sospecha (Nietzsche, Marx y Freud), comprender la llamada revolución sexual en sus diferentes entradas y lo que ha supuesto la dictadura del relativismo. En el fondo, se trata de un proceso de deconstrucción de la civilización cristiana y de la entronización del relativismo cultural. Lo nuevo que ya despunta en esta ley es un cóctel o mezcla del marxismo freudiano y del liberalismo individualista que nos quiere conducir, en definitiva, a lo que recientemente se ha venido en llamar tecno-nihilismo. Se trata de la sumisión de las personas por un poder totalitario que, en nombre de la libertad, pretende abolir cualquier norma moral que impida el imperio de la libertad absoluta de la técnica.

7. Nihilismo posthumano

Todo es permitido a la libertad individual y todo se hace posible por la técnica, también aplicada al cuerpo humano. Esto que parece una profecía de la tierra prometida, o la tierra de la libertad, no es más que el sometimiento voluntario a un poder que se pretende omnímodo. Es el imperio de la técnica promovido por quienes detentan el poder global mediante el Gran Dinero. El precio a pagar es renunciar a toda verdad sobre el ser humano. Ya no se trata sólo del relativismo, es la entronización del nihilismo. Con estos presupuestos, uno puede definir su orientación sexual, prescindiendo del lenguaje del cuerpo. Es más, puede construir y definir su cuerpo con la ayuda de la técnica. El horizonte final es el posthumanismo o transhumanismo. Con ello llegamos a la tentación primordial, a la tentación del paraíso: «Seréis como Dios» (Gn 3, 5).

8. Todo está relacionado

A tenor de lo que venimos diciendo, sería un error metodológico considerar el contenido de esta ley como algo separado del proyecto de ingeniería social que se viene propiciando en España y globalmente. Este apartado de la así llamada transexualidad ha de ser contemplado en el contexto más amplio de un proyecto global planificado, científica y sistemáticamente, contra el orden de la creación y de la redención. Como afirma el Papa Benedicto XVI, «el libro de la naturaleza es uno e indivisible»; el Papa Francisco desarrolla el mismo concepto en Laudato Si’ con la expresión «ecología integral»; lo mismo hizo el Papa San Juan Pablo II al hablar de la “ecología humana” en Centesimus annus (nn. 37-39). Sin embargo, todos tendemos a mirar la realidad atomizadamente -y así se procura que suceda desde el poder-, como si unas cosas no tuvieran relación con otras, como si todo fuera casual, como si el mal no estuviese organizado. Para ello conviene contemplar en su conjunto las distintas piezas del puzle: Injusticia social (con la síntesis del marxismo y el liberalismo), ecología idolátrica y fragmentada, anticoncepción, esterilización, aborto, “amor romántico”, divorcio, “amor libre”, técnicas de reproducción asistida, ‘pornificación’ de las relaciones personales y de la cultura, sexualidad sin verdad, usurpación deliberada de la filiación natural de los niños, manipulación hormonal/amputación y extirpación de órganos sanos/reasignación de la identidad personal, eutanasia y suicidio asistido, manipulación de embriones, “poliamor”, realidad virtual sustitutiva, etc., son sólo una parte de los escalones, programados, científica y sistemáticamente, en orden a la deconstrucción de la “identidad-misión”, querida por Dios para el ser humano: en su unidad sustancial cuerpo-espíritu, en la diferencia varón-mujer, en la llamada a la comunión con el prójimo y en la vocación a adorar y amar, sobre todas las cosas, a la Santísima Trinidad.

9. Derivación en el campo educativo y sanitario

No es éste el momento para analizar los aspectos concretos referidos a la así llamada transexualidad o la llamada «disforia de género». Lo dejamos para poder profundizarlo en otro momento. Nuestra pretensión ahora es simplemente destacar el carácter ideológico de esta ley y llamar la atención sobre su gravedad y carácter injusto.
Como era de suponer, este pensamiento ideológico y totalitario se introduce en el campo educativo y sanitario. Como ya indicamos en otro momento, el vehículo en el campo de la educación son los Estándares de Educación Sexual para Europa promovidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y que afecta a los niños desde la escuela infantil hasta el bachillerato. Es el modo institucional de introducir la ideología de género en las escuelas e institutos más allá de la voluntad de los padres. Con esta ley, además, se concede a los niños la capacidad legal de definir su orientación sexual y las consecuencias que se deriven más allá, insistimos, de la voluntad de los padres.

Lo mismo cabe decir en el campo de la sanidad, en el que se prevén varias iniciativas referidas a los niños, adolescentes, jóvenes y adultos. También concierne al personal sanitario, que deberá ser preparado de modo específico para resolver los deseos de quienes soliciten la intervención médica. A este respecto recordamos el siguiente texto del Pontificio Consejo para la Pastoral de los Agentes Sanitarios: «No se puede violar la integridad física de una persona para el tratamiento de un mal de origen psíquico o espiritual. En estas circunstancias no se presentan órganos enfermos o funcionando mal; así que su manipulación medicoquirúrgica es una alteración arbitraria de la integridad física de la persona. No es lícito sacrificar al todo, mutilándolo, modificándolo o extirpándole una parte que no se relaciona patológicamente con el todo. Es por esto que no se puede correctamente asumir el principio de totalidad como criterio de legitimación de la esterilización antiprocreativa, del aborto terapéutico y la medicina y cirugía transexual». (Carta de los Agentes Sanitarios, en español n. 66 y nota 148).

10. Derecho de los niños y de los padres

Dejamos otros aspectos referidos a la vida social, laboral, ocio, deporte, etc. Sabiendo, además, que la primera obligación es el respeto exquisito a todas las personas, cabe destacar que desde el punto de vista objetivo esta ley trastoca los derechos del niño, retuerce el concepto de naturaleza humana y deja a criterio del legislador la autoridad de los padres y su responsabilidad en la tutela de los hijos. Nunca las leyes se habían introducido de esta manera, invadiendo el derecho original y esencial de los padres a educar a sus hijos. El derecho primario a educar corresponde a los padres por haber dado la vida a sus hijos. No aplicar aquí el principio de subsidiariedad es caminar hacia un poder totalitario del Estado y de la administración que no hace justicia a la realidad de las cosas y, en este caso, al carácter soberano de la familia (Cf. Gratissimam sane – Carta a las Familias de San Juan Pablo II, 17).

11. Libertad religiosa

Un último aspecto a considerar respecto a esta ley es su intromisión en lo que afecta a la libertad de conciencia y a la libertad religiosa, bien entendidas a la luz de la Palabra de Dios. Con las sanciones de carácter administrativo y económico presentes en esta ley se da otra vuelta de tuerca para amordazar a los que piensen diferente y a los que quieran libremente expresar sus convicciones nacidas de una conciencia moral rectamente formada y de la necesidad de dar testimonio de las verdades que nacen de la fe y de la religión. El paso que se da en esta ley no es un paso en la buena dirección para la libertad religiosa, y presagia otros horizontes más oscuros. Simplemente conviene aquí recordar que una sociedad crece de manera sana cuando se respeta la libertad religiosa. Ésta es como un termómetro que verifica la salud social y el cuidado de la justicia y el bien común. La ««Ley de Identidad y Expresión de Género e Igualdad Social y No Discriminación de la Comunidad de Madrid» es una ley sustancialmente inicua que regula graves atentados contra el quinto mandamiento de la Ley de Dios, y, en su caso, los facilita respecto al sexto y noveno mandamientos. Se trata, en su esencia, de una ley injusta y, por tanto, a nadie obliga en conciencia.

12. Emergencia cívica de los católicos

En este contexto en el que nos movemos actualmente en España, y con lo que supone esta ley en la Comunidad Autónoma de Madrid, sentimos la urgencia de apelar a una «emergencia cívica de los católicos». Mirar hacia otro lado o juzgar de manera indiferente el proyecto de ingeniería social que estamos sufriendo en el ámbito personal, familiar, social y político, sería pecar de omisión. A los católicos nos avala la experiencia de que, unida a los propios errores, la fe cristiana ha dado los mejores frutos de civilización y ha contribuido a crear los ámbitos apropiados para el desarrollo del conocimiento y para la creación de los mejores espacios de justicia y de libertad.

Como en otras ocasiones, los católicos, además de nuestro testimonio, hemos de emerger y hacernos presentes en todos los ámbitos de la vida social. Para ello os animamos a profundizar en la formación humana y cristiana y, de manera especial, os urgimos al conocimiento de la Doctrina Social de la Iglesia. En nuestra preocupación pastoral está el cuidado de todas las familias, el afán de contribuir al bien común favoreciendo el liderazgo de los católicos también en el ámbito político. Con todo ello queremos seguir las huellas de Jesucristo en el amor a todas las personas, particularmente a los empobrecidos y necesitados. En nuestro carné de identidad también va incluido el amor y respeto a los que nos odian o pretenden considerarnos enemigos. Así nos lo ha enseñado el Señor y así queremos continuar sembrando nuestra tierra con las semillas del Evangelio.

Conclusión

A los afectados por esta ley, y a cuantos necesitan de la maternidad de la Iglesia, les ofrecemos el calor de nuestras parroquias, comunidades y el ejercicio de la caridad a través de Cáritas y de las distintas instituciones educativas y caritativas de nuestras diócesis. En particular os animamos, ante cualquier duda, problema o situación creada en lo que corresponde a la problemática en torno a la llamada transexualidad, o a otros aspectos que surjan en la vida familiar, a acudir a los Centros de Orientación Familiar de nuestras diócesis. Ellos son en nuestras Iglesias particulares como hospitales de campaña, según la expresión del Papa Francisco, o como auténticos espacios de solidaridad y acompañamiento.

Embarcados en la Semana Santa en la que contemplaremos el significado auténtico del amor en la Pasión de Cristo, os invitamos a vivir estos días con gran recogimiento y religiosidad. Unidos a toda la Iglesia volveremos a celebrar en la Vigilia Pascual el triunfo de la vida sobre la muerte. Con el canto del ¡Aleluya! testimoniaremos ante el mundo la victoria del Resucitado.

Unidos a la Virgen María, os deseamos a todos una ¡Feliz Pascua de Resurrección!

- Juan Antonio Reig Pla, Obispo Complutense
- Joaquín Mª López de Andújar y Cánovas del Castillo, Obispo de Getafe
- José Rico Pavés, Obispo Titular de Mentesa y Auxiliar de Getafe


21 de marzo de 2016
Lunes Santo

MISIONEROS DE LA MISERICORDIA (Carta con motivo de la Jornada Mundial de las Misiones)

Muy queridos amigos y hermanos:

La celebración de la Jornada Mundial de la Misiones es una llamada del Señor para que salgamos de una visión estrecha y cerrada de la Iglesia, que sólo se preocupa de los problemas más locales e inmediatos, y para que abramos el corazón y la mirada a la dimensión universal de la fe y al compromiso de caridad con los más pobres.

Es cierto que tenemos que ser misioneros siempre y en todas partes, como lo vamos a ser en la Gran Misión Diocesana, que tenemos proyectada para este curso, pero esto no puede hacernos perder de vista lo que solemos llamar la misión “ad gentes”, es decir, la misión en aquellos lugares donde nunca se ha oído hablar de Cristo o donde la Iglesia vive en tales condiciones de precariedad y pobreza que sin nuestra ayuda no podría sobrevivir.

La misión, nos dice el Papa, en su mensaje de este año, es “una pasión por Jesucristo y, al mismo tiempo es una pasión por su pueblo. Cuando nos detenemos ante Jesús crucificado, reconocemos todo su amor que nos dignifica y nos sostiene; y en ese mismo momento percibimos que ese amor, que nace de su corazón traspasado, se extiende a todo el Pueblo de Dios y a la humanidad entera. Así redescubrimos que Él nos quiere tomar como instrumentos para llegar cada vez más cerca de su pueblo amado y de todos aquellos que lo buscan con sincero corazón”.

Los que tenemos el gozo de conocer a Jesucristo hemos de sentir, muy dentro del corazón, que la humanidad tiene necesidad del evangelio y que la actividad misionera sigue siendo el mayor desafío que la Iglesia tiene hoy. La fe y el amor de Cristo tienen que empujarnos a todas partes para anunciar el evangelio del amor, de la fraternidad y de la justicia. Y esto se hace con la oración, con la valentía evangélica y con el testimonio de las bienaventuranzas.

El DOMUND, ha de avivar en todos el ardor misionero para ser verdadero testigos de la misericordia de Cristo en nuestra propia diócesis, participando activamente en la Gran Misión Diocesana, y para sentirnos unidos espiritualmente y materialmente a todos los misioneros del mundo promoviendo en este día una corriente fraterna y solidaria de oración y de colaboración económica con las necesidades materiales de los misioneros y de las misiones, a través de las Obras Misionales Pontificias.

Con mi afecto y bendición.

+ Joaquín María. Obispo de Getafe

Getafe, 7 de Octubre de 2015

Carta de D. Joaquín con motivo de la Iglesia Diocesana 2014

Carta pastoral del Sr. Obispo
Participar en tu parroquia es hacer una declaración de principios 

Muy queridos diocesanos:

Un año más me dirijo a vosotros para animaros a participar en la preparación del Día de la Iglesia Diocesana y que todos vivamos la jornada del mejor modo posible y lo tranmitamos a toda la sociedad manifestando ser, como dice el ppa Francisco, una Iglesia en salida: «la vida se acrecienta dándola y se debilita en el aislamiento y la comodidad. De hecho, los que más disfrutan de la vida son los que dejan la seguridad de la orilla  y se apasionan en la misión de comunicar vida a los demás». (EG10)

Nuestra Diócesis, en permanente estado de misión, y con la Gran Misión Diocesana como horizonte, va a comenzar el Año de la Caridad. La Caridad en su doble vertiente, amor a Dios y amor al prójimo, será el camino y la meta en el que profundizaremos este año. Nuestra Iglesia sigue creciendo en la vivencia del Evangelio y en la evangelización. Este año hemos abierto nuevas parroquias, colegios católicos y obras sociales; también comunidades religiosas nuevas han venido a la Diócesis.

La Iglesia Diocesana de Getafe tiene, por tanto, una gran vitalidad y podemos alegrarnos de ser una Iglesia joven con muchos niños, adolescentes y jóvenes. También son muchos los adultos y ancianos que participan de la vida de la Iglesia. ¿Cómo transmitir la fe a las jóvenes generaciones? ¿Cómo mantener y acrecentar la fe del pueblo santo de Dios? ¿Cómo acrecentar la caridad entre los necesitados?

El día de la Iglesia Diocesana nos ofrece la oportunidad de dar una respuesta: participa en tu parroquia. Con tu participación en la vida liturgica; con tu compromiso en la labor evangelizadora y caritativa; con tu ayuda y tu compromiso económico. De este modo la Diócesis de Getafe podrá cumplir su propia misión y ayudar a la sociedad con lo que sus fieles aporten voluntariamente. Necesitamos llegar a más gente. Como ha recordado recientemente el Papa emérito: La alegría exige ser comunicada. El amor exige ser comunicado. La verdad exige ser comunicada. Quien ha recibido una gran alegría, no puede guardársela sólo para sí mismo, debe transmitirla. Lo mismo vale para el don del amor, para el don del reconocimiento de la verdad que se manifiesta (…). No anunciamos a Jesucristo para que nuestra comunidad tenga el máximo de miembros posibles, y mucho menos por el poder. Hablamos de Él porque sentimos el deber de transmitir la alegría que nos ha sido donada. (Discurso del Papa emérito Benedicto XVI en la Universidad Urbaniana).

Muchas gracias a todos por vuestra dedicación y colaboración con esta porción del Pueblo de Dios que quiere ser fiel y hacer presente al Señor Resucitado en el gran sur de Madrid, y seguir dando respuesta a los grandes problemas de la sociedad: la crisis moral y de valores que hoy padecemos con las consecuencias que sufren nuestras familias. Y solo una es la respuesta: JESUCRISTO.

+ Joaquín María López de Andújar. Obispo de Getafe

 

 

Domund 2014

Querido hermanos y amigos:

La Jornada Mundial de las Misiones, que bajo el lema “Renace la alegría” celebraremos, Dios mediante, el próximo 19 de Octubre es “un momento privilegiado en el que los fieles de los diversos continentes, se comprometen con oraciones y gestos concretos de solidaridad para ayudar a las iglesias jóvenes de los territorios de misión” (Mensaje del Papa. Domund 2014)

La Gran Misión Diocesana, que estamos promoviendo, no debe encerrarnos en nuestros propios problemas, sino que debe abrir nuestra mirada a la Iglesia universal y despertar en nosotros el deseo y la preocupación por lo que llamamos la “misión ad gentes”, es decir la misión, fuera de nuestra fronteras, en aquellos lugares donde el evangelio aun no ha llegado o, si ha llegado, los cristianos de esos lugares están viviendo en tales condiciones de debilidad, de persecución y de pobreza, que no pueden sobrevivir sin nuestra ayuda.

En cualquier caso lo que ha de movernos siempre es el anhelo de anunciar y compartir con todos los hombres el gozo de descubrir en Jesucristo el amor inmenso que Dios nos tiene. Jesucristo, enviado del Padre y primer misionero del amor divino, nos llama, como a los primeros discípulos, para estar con Él y para que, siguiendo sus huellas, anunciemos a todos los hombres la Buena Nueva de la salvación.

El evangelista san Mateo, antes de relatarnos la llamada a los doce, describe la actividad de Jesús, a la que después serán asociados los apóstoles, con seis acciones: recorría las ciudades y aldeas, enseñaba en las sinagogas, proclamaba el evangelio del Reino, curaba toda enfermedad y dolencia; se compadecía de las muchedumbres y rogaba al Señor de la mies. Son seis acciones misioneras que Jesús quiere que sigamos realizando hoy en su nombre y que tienen que llegar, no sólo a nuestro entorno más inmediato, sino al mundo entero. (cf. Mt. 9,32-38)

“Recorrer las ciudades y aldeas”,  significa el dinamismo misionero que ha de animarnos a estar siempre atentos a las necesidades de nuestros hermanos, aunque vivan lejos de nosotros. “Fiel al modelo del Maestro es vital que hoy la Iglesia salga a anunciar el evangelio a todos, en todos los lugares, en todas las ocasiones, sin demoras, sin asco, sin miedo” (EG 23)

“Enseñar en las sinagogas”, nos revela que Jesús comienza su predicación donde está la gente, allí donde la gente ora y donde el pueblo expresa ante Dios sus deseos y esperanzas. Jesús nos invita a respetar a todos y a caminar con ellos a partir del lugar y la situación vital en que se encuentren. Una Iglesia misionera tiene que salir de sus fronteras para llegar donde la gente esté y ponerse en sintonía con sus alegrías y  sus penas.

“Proclamar el evangelio del Reino”, manifiesta que Jesús no sólo hablaba en los lugares donde se reunía la gente religiosa, sino que hablaba  también en la calle y hablaba con voz potente. Su modo de hablar era una proclamación, era el anuncio vigoroso de la verdad sobre Dios y sobre el hombre. Una Iglesia misionera “sabe de esperas largas y de aguante apostólico” (EG. 24).

“Curar toda enfermedad y dolencia”, nos hace comprender que el anuncio del Evangelio ha de ir siempre acompañado de las obras de misericordia tanto corporales como espirituales. Las muertes heroicas, a consecuencia del ébola, de los hermanos hospitalarios Miguel Pajares y Manuel García Viejo son un claro testimonio de la vocación misionera, que sale al encuentro de los más pobres y vulnerables, entregando la propia vida.

“Compadecer”, nos muestra los sentimientos de Jesús que se conmueve ante aquellas gentes que, como muchos hermanos nuestros de territorios de misión están “extenuados y abandonados, como ovejas que no tienen pastor” (Mt 9,36).

“Rogar al Señor de la mies” nos invita a la oración. La Jornada del Domund ha de ayudarnos  a entender la fuerza misteriosa de la intercesión. “Los grandes hombres y mujeres de Dios fueron grandes intercesores. La intercesión es como la “levadura” en el seno de la Trinidad. Es un adentrarse en el corazón del Padre y descubrir nuevas dimensiones que iluminan las situaciones concretas y las cambian” (EG. 283).

Que la Virgen María, modelo de evangelización humilde y alegre, nos acompañe y haga de la Iglesia el hogar en el que los hombres de todos los pueblos y culturas se encuentren con Jesucristo, luz del mundo, Señor y Salvador nuestro.

Con mi bendición y afecto.

+ Joaquín María. Obispo de Getafe.

Getafe, 28 de Septiembre de 2014   

Carta del Obispo ante la retirada del anteproyecto de la ley del aborto

CLAUDICACIÓN

Queridos diocesanos:

La decisión del Gobierno de retirar el anteproyecto de ley para la protección de la vida del no nacido ha supuesto una claudicación del Partido Popular que me ha llenado de tristeza. El primer compromiso para la estabilidad democrática de un país es -en la búsqueda del bien común- dar respuesta a los compromisos adquiridos con los votantes. Esto es algo fundamental. Cuando un partido no cumple lo que promete, o peor aún, cuando, después de tener un anteproyecto de ley para dar respuesta a un compromiso, lo retira por cálculos electoralistas, no hace sino sembrar decepción, desconfianza e indignación. El Gobierno quiere justificar su decisión en la necesidad de buscar consenso. Pero esto no es más que una excusa. Lo que debe hacer un Gobierno es garantizar el bien de los ciudadanos a los que sirve, aunque esto suponga un desgaste o levante críticas interesadas. Además, la ley actual, que se aprobó durante el Gobierno de D. José Luis Rodríguez Zapatero, no buscó ningún consenso. Entonces hubo un consenso menor que en la actualidad.

Pero hay algo mucho más grave todavía en este asunto. Se trata de la defensa de los principios que son básicos para la convivencia y que son anteriores a las mismas leyes. En este caso se trata de la defensa de la vida humana. Y éste es un principio básico para la convivencia. Una sociedad que no respeta este principio está abocada al fracaso.

La Ley del aborto actualmente vigente y que, con la retirada de este anteproyecto de ley va a seguir en vigor, permite e incluso considera como un derecho el aborto libre, sin supuestos de ningún tipo, hasta las catorce semanas de gestación, y permite el aborto hasta el día antes del parto “cuando se detecte en el feto una enfermedad extremadamente grave e incurable en el momento del diagnóstico”.

Estoy seguro de que hay muchos parlamentarios y gobernantes, católicos y no católicos, que sienten verdadera repugnancia ante una realidad como ésta. A ellos me atrevo a pedirles que no antepongan las decisiones de sus partidos a lo que su conciencia les dice. Les pido que sean leales a su conciencia y que, públicamente, como alguno ya lo ha hecho, levanten su voz ante esta terrible matanza de tantos seres humanos inocentes (en España, 100.000 cada año) y que promuevan una cultura de defensa de la vida y de la maternidad: una cultura que proteja y ayude a las mujeres para que vivan su embarazo con toda la protección legal, social y económica que merecen, y si alguna se encuentra en una situación difícil, que no se sienta sola y pueda encontrarse, en todo momento, acompañada y apoyada. Para una mujer, el aborto es el mayor de los fracasos, que quedará dolorosamente grabado para siempre en su corazón.

Hago mías aquí las palabras del Papa Francisco en su Exhortación Apostólica “La alegría del Evangelio” recogidas recientemente por la Conferencia Episcopal Española en su mensaje “En defensa de los más débiles”. Dice así: "entre los débiles, que la Iglesia quiere cuidar con predilección, están también los niños por nacer, que son los más indefensos e inocentes de todos, a quienes hoy se les quiere negar su dignidad humana (...) quitándoles la vida y promoviendo legislaciones para que nadie pueda impedirlo (...). No es progresista pretender resolver los problemas eliminando una vida humana".

Asimismo, como también señala el Papa, hemos de hacer más "para acompañar adecuadamente a las mujeres que se encuentran en situaciones muy duras, donde el aborto se les presenta como una rápida solución a sus profundas angustias".

Hagamos oír nuestra voz en la defensa de la vida y no consintamos con nuestro silencio que una situación tan injusta como la que vivimos se instale en nuestra sociedad por la negligencia y la claudicación de nuestros gobernantes y legisladores.

+ Joaquín María. Obispo de Getafe.
 Getafe, 30 de Septiembre de 2014