Carta con motivo del Día del Seminario 2013

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Queridos hermanos y amigos:

El próximo domingo día 17 de Marzo, el más cercano a la fiesta de S. José, celebraremos el Día del Seminario.

Os invito en este día a mirar con mucho cariño nuestros dos Seminarios, el de Rozas de Puerto Real y el del Cerro de los Ángeles, donde se están formando los futuros sacerdotes de la Diócesis. Hemos de sentir nuestros Seminarios, Mayor y Menor, como algo muy querido, que debemos ir sacando adelante entre todos, también económicamente. Especialmente os invito a renovar y fortalecer vuestra oración por las vocaciones sacerdotales y a estar muy atentos a todos aquéllos que en vuestras comunidades parroquiales, asociaciones, colegios o movimientos, manifiesten signos de una llamada del Señor al sacerdocio. Es muy importante que, entre todos, seamos capaces de crear un clima favorable, una espiritualidad vocacional, para que los niños o jóvenes que sientan esta llamada se vean acompañados en su crecimiento espiritual para llegar a ser capaces de responder con un “sí” generoso a lo que Dios quiere de ellos.

Nuestra diócesis es muy grande, tiene muchas necesidades pastorales y, como todos podéis comprobar, necesita más sacerdotes, por eso, a la vez que os animo a pedir insistentemente a Dios que “mande obreros a su mies”, también os sugiero que reflexionéis sobre cuál es la razón de esta insuficiencia de sacerdotes. El Papa Pablo VI decía: “El problema del número insuficiente de sacerdotes afecta de cerca a todos los fieles, no sólo porque de él depende el futuro religioso de nuestra sociedad, sino también porque este problema es el índice justo e inexorable de la vitalidad de la fe y del amor de cada comunidad parroquial y diocesana y testimonio de la salud moral de las familias cristianas” (Pablo VI, Radiomensaje, 11 de abril de 1964).

En este punto de la vitalidad cristiana tenemos que insistir. Es verdad que hoy se hace difícil el camino de la fe y que, en muchos, la fe se debilita. Pero también es verdad, y esto es un gran motivo de esperanza, que hay mucha vitalidad cristiana en el seno de nuestra Iglesia. Yo gozo, en las Visitas Pastorales y en los numerosos encuentros que tengo con vosotros, sintiendo el calor de vuestra fe. Son muchas las familias y los jóvenes que, en medio de las dificultades del momento presente, animados por la gracia divina y sostenidos por la oración, los sacramentos y la caridad, manifiestan una fe viva y confesante y dan frutos admirables de santidad y de fecundidad apostólica.

A todos vosotros, que lleváis a Cristo en vuestro corazón, os animo encarecidamente, en este Día del Seminario, a que seáis siempre fieles a la llamada de Dios y a vencer los miedos y las desconfianzas que impiden dar una respuesta valiente al Señor.

Animo a las familias cristianas a favorecer e impulsar la fidelidad a la voluntad de Dios de vuestros hijos. Tener un hijo sacerdote es el mayor regalo que Dios puede hacer a una familia. Él termina convirtiéndose en el guía espiritual de toda la familia, y la va acompañando en los momentos más importantes de la vida, alegres y tristes, llevándoles el amor y la esperanza del Señor.

Animo también a los catequistas y educadores a ofrecer a los niños y a los jóvenes un camino de crecimiento en la fe que les haga capaces de acoger con gozo la llamada de Dios. Las vocaciones surgen dentro de las familias y las comunidades cristianas que viven un intenso clima de fe, un testimonio generoso de adhesión al evangelio y una pasión misionera que, alimentada por la participación en los sacramentos y por una fervorosa vida de oración, induce al don total de sí mismo por el Reino de Dios.

Y, especialmente animo a los sacerdotes a ser los primeros en alentar y cuidar las vocaciones sacerdotales. Ellos, con el testimonio gozoso de su fe, su celo apostólico y su amor a la Iglesia, que se hace visible en el amor a su Diócesis y a su Seminario, están llamados a transmitir a los jóvenes el vivo deseo de responder generosamente y sin demora a Cristo, que les llama a seguirlo de cerca. Es fundamental que los jóvenes descubran en sus sacerdotes la fecundidad de una tarea entusiasmante que llena sus vidas de plenitud y que, en medio de tantas propuestas superficiales y efímeras, sientan la atracción hacia los grandes valores, las altas metas, las opciones radicales, para un servicio a los demás siguiendo a Jesucristo, Buen Pastor, que da la vida por sus ovejas.

Queridos jóvenes, guiados por vuestros sacerdotes y siguiendo su ejemplo, no tengáis miedo de seguir a Jesús y de recorrer con intrepidez los exigentes senderos de la caridad y del compromiso generoso. Así seréis felices de servir, seréis testigos del gozo que el mundo no puede dar, seréis llamas vivas de un amor infinito y eterno y aprenderéis a dar “razón de vuestra esperanza” (I Pe 3,15) (Cfr. Benedicto XVI, Mensaje para la Jornada de Oración por las Vocaciones, 2013)

Pidamos a la Virgen María que mire con bondad a la Iglesia de Cristo que camina en esta Diócesis de Getafe y nos alcance de su Divino Hijo muchos sacerdotes santos que hagan visible entre los hombres el amor del Corazón de Cristo.

Con mi bendición y afecto.

+ Joaquín María. Obispo de Getafe.
18 de Febrero de 2013

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En la visita ad limina

La última Visita Ad Limina

Según una costumbre multisecular, los obispos diocesanos acuden cada cinco años a Roma para encontrarse personalmente con el Papa, ponerle en conocimiento del estado de las Iglesias particulares que presiden y venerar los sepulcros de los ápostoles Pedro y Pablo. Esto es lo que se conoce con el nombre de Visita Ad Limina.

Nuestro Obispo D. Francisco estuvo con el Santo Padre en Roma desde el día 10 hasta el 16 de noviembre con el fin de ponderle al corriente de la marcha de la recientemente creada Diócesis de Getafe.

En la carta que reproducimos a continuación D. Francisco nos relata cómo fue su encuentro.

Carta con motivo de su Visita Ad Límina

Queridos diocesanos:

La visita Ad Limina Apostolorum tiene un valor excepcional para manifestar la misión evangelizadora de la Iglesia, por la profesión de la fe, en comunión íntima con el sucesor de Pedro y los Obispos, que hemos actualizado en la celebración con el Santo Padre en una capilla privada, en ambiente de oración prolongado y en las celebraciones en las grandes Basílicas de los apóstoles que llamamos columnas de la Iglesia, San Pedro y San Pablo.

Uno de los momentos más importantes dentro del apretado programa que tiene la visita es la audiencia privada con el Santo Padre. Hemos podido comprobar que mantiene una lucidez extraordinaria y un inequívoco sentido del humor, que provoca inmediatamente la sensación de estar "como en casa". Así lo hemos sentido sobre todo en la sobremesa de la comida fraterna que, en grupos reducidos, tuvimos con él.

En la audiencia privada se interesó por el desarrollo de la diócesis, esta diócesis "de mucha gente"-como EL mismo expresó- y de tan marcado ambiente suburbano, destacando el crecimiento de las vocaciones sacerdotales en toda la provincia eclesiástica de Madrid y la puesta en marcha de los seminarios de las dos diócesis de reciente creación -Alcalá y Getafe- así como la creación de la Facultad de Teología San Dámaso como respuesta a la necesidad de preparar sacerdotes y laicos, "para dar razón de nuestra esperanza".

Mostró interés también por el continuo crecimiento de la diócesis -por el número de parroquias existentes- y la necesidad de ir creando otras nuevas y dividiendo las que se hacen inabarcables por el excesivo número de feligreses. Es imprescindible que el Evangelio ilumine la vida de los hombres con el testimonio de los creyentes, coherente con la fe que profesan.

El Santo Padre tenía conocimiento de todo esto y de la puesta en marcha de la evangelización a través de la creación de las distintas delegaciones y del Plan Diocesano de Pastoral, gracias al completo informe sobre la diócesis enviado con antelación.

El os envía a todos un saludo cordial y la bendición a los habitantes de esta diócesis y un "abrazo" para los sacerdotes.

En las reuniones con todos los dicasterios, que fueron intensas, afloraron todos los problemas que tiene la sociedad actual en España y en el mundo, y que necesariamente deben ser asumidas e iluminadas por la Iglesia. Ha sido una constante el unir la nueva evangelización a la divulgación y asimilación del Nuevo Catecismo de la Iglesia de cuya edición vaticana el Santo Padre nos hizo un obsequio a todos los obispos.

El paso por las Congregaciones es una mirada amplia al mundo y nos hace sentir vivamente la Iglesia universal. Este sentimiento se acentuó, como es normal, en la Congregación para la evangelización de los pueblos, como urgencia de concretar el impulso misionero desde la iglesia española tan claramente pionera en las misiones y no sólo por su aportación material sino principalmente por sus colaboraciones con agentes de pastoral. La gran riqueza de la presencia en nuestra diócesis de comunidades religiosas tanto de vida contemplativa como activa es signo de esperanza cierta.

Sobre el problema de la pastoral de los jóvenes era manifiesto el éxito de la peregrinación a París, de cuyos resultados se están haciendo estudios sociológicos que contribuirán a la preparación del proyecto para el año 2000.

Un motivo de profunda santificación es el reconocimiento de una iglesia que en todos sus miembros se siente misionera , capaz de infundir esperanza a toda la desesperanza que aparece en tan variadas formas en todos los lugares de la tierra.

Os recomiendo la lectura sosegada del discurso que nos dirigió Juan Pablo II a los obispos al termino de la "visita ad limina".

La Virgen María, mujer dócil al Espíritu

La Virgen María, mujer dócil al Espíritu.

Estimados hermanos en Cristo.

Hemos acudido en esta tarde a conocer y experimentar la plenitud del misterio de Cristo que ha sido unido a la Virgen María.

Al gozo de Cristo, los cristianos en este año unimos un motivo de particular alegría; la Virgen María, la Madre del Redentor, patrona no sólo de la ciudad de Getafe y de su partido judicial desde 1955, en este año ha sido proclamada por el santo padre, el papa Juan Pablo II patrona de la Diócesis de Getafe, que fue constituída en 1991 y que abarca todas las poblaciones del sur de la Provincia de Madrid. El rescrito del al Congragación del culto divino, con fecha del 24 de febrero de 1998 , nos presenta el título bajo el cual ha de ser invocada la Beata Virgen María: "Nuestra Señora de los Angeles" Patronam apud Deum Dioecesis Xetafensis (patrona ante Dios de la Diócesis de Getafe).

Remiténdono a la leyenda se nos dice que la imagen de María en estas tierras fue peregrina a Parla y a la ciudad de Getafe, pero volvía inexplicablemente, de nuevo, a lo alto del Cerro. Es esta imagen "secuestrada" milagrosamente la que pone en la correcta dirección nuestros ojos y nuestro espíritu; no invita a hacer llegar la mirada a lo alto junto a los ángeles, recordamos hoy. La Virgen de los Angeles ejerce su patronazgo ante Dios, (apud Deum) nos dice el documento romano, allí donde Cristo reina, allí donde la imagen y los velos desaparecen, donde está en la gloria del Padre, allí donde la fe y la esperanza desaparecen, allí donde solo queda el Amor o la comunicación gozosa de la Trinidad.

Un hecho ejemplar puede corrobarar este "secuestro" a la que la imagen es sometida. Los signos son como una flecha que apunta a otro lugar y nuestra mirada ha de ser dirigida hacia aquel otro término que lo signos indican o la imagen representa. Allá por el año 1793 a través del oidor del Arzobispo de Toledo, se indicó a los mayordomos, que se abstuvieran de colocar la imagen debajo de una especie de tienda de campaña, por estar reñido con la seriedad del culto litúrgico. Se indicaban fuese colocada en un dosel.

Para explicar este hecho quisiera recurrir a los Hechos de los Apóstoles (7, 49-53) el primer martir, Esteban, dice a sus ejecutores que la Tienda del Encuentro ya no es necesaria, nigún templo o lugar puede ser llenado con la gloria de Dios, tampoco es necesario que el hombre haga sacrificios indignos ni haga de la salvación un negocio; sólo es necesaria la visión de Cristo, en la gloria del Padre, este es motivo pleno de alegría y de fiesta.

La Escritura dice, -el cielo es mi trono, y la tierra estrado de mis pies; ... vosotros hombres testaduros ... os habéis resistido al Espíritu Santo ... Al oir esto -dice-, se recomían de rabia en su corazón y rechinaban los dientes contra él. Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, mirando fijamente al cielo, vio la gloria de Dios y a Jesús de pie a la derecha de Dios, y exclamó: Veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre de pie a la derecha de Dios.

El culto a la Virgen María está unido a la imagen que venera la Iglesia de Getafe, bajo la advocación de la Virgen de la Ángeles. Según las crónicas escritas hacia el año 1610, fue mandada esculpir por el párroco de la Magdalena, actual catedral de la dióceis, D.Eugenio Ximénez. Sin embargo la venerable tradición popular nos reafirma que fue hallada en lo alto del Cerro por unos pastores, al modo de aquellas imágenes que no fueron hechas por mano humana. Esta imagen de la tierra, en su dosel, es estrado de los pies de la gloria de Dios; nos invita a transcender nuestra mirada, a mirar a lo alto, "el trono de Dios".

La Declaración del concilio oriental de Nicea II, en el año 787, dice "Cuanto más se mire a las imágenes, aquellos que las contemplen se verán impulsados, cada vez más, a recordar los modelos originales, a dirigirse hacia ellos, y a venerarlos con respeto". Hoy también, para el pueblo cristiano que contempla a la Virgen María en su escabel o templete sabe, cuando la mira, que es la hermosa Virgen del Cerro o de lo alto, la Virgen de los Ángeles, el modelo del origen, la que está junto a su Hijo, el icono de la gloria de Dios.

La devoción de estas gentes, del sur en la provicia de Madrid, que miran a la Virgen María con devoción están invitadas constantemente a elevar sus pensamientos y sus sentimientos al Hijo de las entrañas de la Virgen María. "Hermanos, el Señor "ilumine los ojos de vuestro corazón para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál es la riqueza de gloria que da en herencia a los santos" (Ef . 1,18),

Sin embargo ¿qué significa ver la gloria de Dios? ¿qué tenemos que hacer?. La Virgen María se pregunta ¿Cómo sera esto?; María Magdalena andaba inquieta pues no sabía dónde habían puesto a su Señor. Los Apóstoles soñaban que Jesús iba a restaurar la soberanía de Israel y, sin embargo, lo vieron levantarse hasta que una nube se lo quitó de la vista. San Esteban mientras veía la gloria de Dios estaba dando testimonio de Cristo, estaba entregando su vida bajo un muro de piedras arrojadizas. Muchos de nosotros estaríamos tentados a esperar todo de Dios, inmóviles, como sí no tuvieramos que hacer otra cosa, dejando que el curso de los acontecimientos introduzcan hechos en los cuales nada tendríamos qué hacer.

María es Reina de los Angeles, está por encima de todo principado u potestad; cómo dice la oración, celebramos "la inmensa misericordia de tu Hijo". La Virgen María está junto a su Hijo en la gloria, nos pide "ser testigos de esto", de la visión que colma nuestras vidas. Como a la Virgen María, el Señor, solicita nuestra colaboración imprescindible. María, a la que hoy alabamos, está llena de gracia y del Espíritu santificador por ello es el modelo que hace crecer el Evangelio en la propia vida y en nuestros ambientes.

En este año estamos invitados por Juan Pablo II, en preparación del tercer milenio de nuestra redención a ser hombres y mujeres que tengan la luz de la fe, que sean dóciles al Espíritu como la Virgen María ante los nuevos tiempos con una esperanza operativa; dice el papa en la Tertio Millenio Adveniente

TM 48. María, que concibió al Verbo encarnado por obra del Espíritu Santo y se dejó guiar después en toda su existencia por su acción interior, será contemplada e imitada a lo largo de este año sobre todo como la mujer dócil a la voz del Espíritu, mujer del silencio y de la escucha, mujer de esperanza, que supo acoger como Abrahán la voluntad de Dios &laqno;esperando contra toda esperanza» (Rom 4,18). Ella ha llevado a su plena expresión el anhelo de los pobres de Yavé, y resplandece como modelo para quienes se fían con todo el corazón de las promesas de Dios.
 
María es la mujer, a la que no se le ahorran sufrimientos ante el secuestro de la imagen o del cuerpo de su Hijo, sin embargo inspirada por el Espíritu guardaba "todas estas cosas en su corazón". Su vida fue un auténtico peregrinaje de la fe.

Ireneo de Lyon nos dice que "la gloria de Dios es el hombre viviente". Cuando la piedad se hace íntima en el ser humano, es entonces cuando encuentra su propia dignidad, su propia significación a la luz de la gloria de Dios en medio de los acontecimientos y en relación con sus hermanos. Cuando una persona sabe acoger la gloria de Dios en su vida sabe ascender y superar los niveles de atonía espiritual y de falta de visión a los cuales nuestro tiempo nos tiene acostumbrados.

La fe, tiene que ver con nuestra vida, con nuestro mundo, con la vida de cada día. Desde la docilidad al Espíritu la fe es iluminadora, nos hace introducir la gloria de Dios en los acontecimientos que muchos días parece que sobrepasan en su absurdidad y enfrentamiento. Si somos dóciles al Espíritu, como María, encontraremos aquellas perspectivas de altura por las cuales nuestra realidad y nuestro tiempo podrán ser reconvertidos en una nueva era. Nuestros hermanos, en esta dióceis, esperan de nosotros que estemos cargados de la experiencia inigualable del Dios de Jesús, del gozo íntimo y del testimonio evangélico. "La gloria de Dios es que el hombre viva"

Concluimos estas palabras con una oración de alabanza a la Virgen María, a la que pedimos unais vuestros corazones. Está entresacada del Ave Verum.

Dios te salve, Reina del cielo, llena de la divina gracia. Oh María. Dios te salve, Puerta del cielo a quien los ángeles alaban. Oh María. Dios te salve, tálamo de Dios, mirra, incienso y bálsamo. O María. Dios te salve, Esposa de la sabiduría, que nos restauras a la gracia. Oh María. Dios te salve, fuente de la santidad, origen de la pureza, morada de la honestidad. Oh María. Blanca flor de lirio, colócanos a la diestra de tu bondadoso Hijo. Oh María.

La Virgen María ante el tercer Milenio

Homilia

La Virgen María ante el tercer milenio

Comentario al Magnificat Lc 1, 39-55

Estimados hermanos en Cristo.

En este día solemne dedicado a la Virgen María, Ntra. Sra de los Angeles; nos unimos a la Iglesia que peregrina como Pueblo de Dios en estas tierras. La Iglesia, en esta determinada época histórica, se prepara al tiempo oportuno que significa los dos mil años de la Redención. Este tiempo nuevo al que estamos invitados es la hora de María, es el tiempo de un nuevo Pentecostés que ella preside con su oración y patrocinio.

El número 2000 podría fascinarnos, la imaginación es tentada y mucho nos tememos que la conmemoración del final de un milenio será protagonizado por los agoreros de catástrofes y por los brillos comerciales de productos superfluos. El fin de todo un milenio, pese a los grandes cambios técnicos y de bienestar para una parte de la población humana, no deja de ofrecernos un tono triste meditativo ante la secuela de víctimas, de desigualdades. Este final de milenio es una hora oportuna en la cual se nos llama a la corresponsabilidad (TM36) de los cristianos, a pedir perdón a los hombres por las divisiones que sólo los grandes espíritus, como la Virgen María, verdaderamente libres y llenos de Dios logran colmar (TM34) y por otra parte establece para nosotros aquel ir a la fuente de Dios que apaga la sed del hombre.

La demarcación y el cómputo del tiempo en las sociedades humanas no deja de ser artificial. Aquella referencia a las elipsis de los planetas, a los ciclos estacionales con los cuales se determinan los calendarios son sólo en marco donde el ser humano fija sus fechas más significativas. En la próxima celebración de un milenio que entra, según el calendario gregoriano, estamos invitados a considerar los 2000 años de la Redención o de la Encarnación de nuestro Señor Jesucristo en la Virgen María; esta es la novedad del tiempo, no vacío y significativo; Dios se ha hecho presente de una manera impensada y llena de un don al que por si solo la humanidad no puede acceder. Dios mismo, haciéndose carne, sale al encuentro de las inquietudes del corazón del hombre. Sólo cuando los humanos, atraídos por la luz del Espíritu, se abren a la presencia de Dios en el tiempo la historia puede ser cambiada.

Hemos escuchado proclamar en el evangelio el cántico nuevo de la Virgen María "porque ha mirado la humildad de su sierva; desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones". La devoción que los cristianos de esta diócesis de Getafe profesan por la Virgen de los Angeles es una demostración continua de la presencia activa del Espíritu de Dios que levanta profetas y amigos de Dios en el pueblo y señalan los acontecimientos que son dignos del hombre. La advocación humilde a la Virgen de los Angeles nos recuerda aquella desconocida del Evangelio que se acercó a Jesús solicitando la salud: "Jesús le dijo: -Alguien me ha tocado, porque he sentido que una fuerza ha salido de mí. La mujer al verse descubierta, se acercó toda temblorosa y, echándose a sus pies, contó delante de todos por qué lo había tocado y cómo había quedado curada en el acto. El le dijo: -Hija, tu fe te ha salvado, vete en paz." (Lc. 8,46-48). Como dice Redemptoris Mater (nº20) de Juan Pablo II "se puede decir que aquella mujer anónima ha sido la primera en confirmar inconscientemente aquel versículo profético del Magnificat de María y dar comienzo al Magníficat de los siglos"

Ante la actual frialdad relacional en esta sociedad humana de hombres y mujeres, que parecen sin rostro, que cumplen determinadas funciones muchas veces alejadas de actitudes dignas y éticas que caracterizan al ser humano; es el canto de alegría de María, en el Evangelio, el que nos da el indicativo de la importancia del "futuro de Dios" preparado con su Encarnación. En su canto María nos dice de una esperanza que reposa en el Dios misericordioso, en el Dios de la otra-justicia frente a la desigualdad humana, "Dependiendo totalmente de Dios y plenamente orientada hacia El por el empuje de su fe, María, al lado de su Hijo, es la imagen más perfecta de la libertad y de la liberación de la humanidad y del cosmos. La Iglesia debe mirar hacia ella, Madre y Modelo, para comprender en su integridad el sentido de su misión " (RM 37).

María es esa mujer del pueblo desconocida para las crónicas oficiales y de los poderes, pertenece a aquel resto del Pueblo de Israel, entre los humildes de la tierra, que había permanecido fiel a la promesa "como lo había prometido a nuestros antepasados a favor de Abrahán" (Lc. 1,55). María es la mujer alegre: -"proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi salvador". Este canto nuevo nos dice de su disponibilidad al servicio; viaja a la montaña para ayudar a su prima Isabel que va a dar a luz , se brinda a aquellos anónimos novios de la vecina Caná de Galilea, emerge de su silencio junto al Hijo martirizado. Es la mujer fuerte que conoció la pobreza y el sufrimiento, la huida y el exilio. Por ello la Virgen María canta la acción de Dios "que dispersa al soberbio, derriba del trono a los poderosos y a los ricos despide sin nada" (cf. Lc.1,52-54).

Ante el tercer milenio, nos preparamos, por ello, a un año jubilar que ha de ser como una "profecía del futuro" (TM 13) en el restablecimiento de la justicia social (TM13). Si hemos de mirar adelante no podemos dirigir nuestro corazón como lo dirigimos nuestra a la Virgen María sino pidiendo que la reconciliación gane nuestro corazón, que las esclavitudes y dependencias a las que se ve sometido el hombre de la calle han de ser disueltas y la tierra ha de volver a los que no tienen parte en ninguna herencia (cf. TM 12). El Papa Juan Pablo II ha propuesto en este fin del milenio un gesto oportuno, en el que los países ricos condonen la deuda crónica a los países colonizados del tercer mundo.

Nada se opone, sino que todo confluye en la fe al amor por los indefensos de la tierra. Por ello la Virgen María ha ganado el corazón de los fieles. Esta ciudadanía ha invocado con esperanza el patrocinio de la Virgen de los Angeles según consta desde 1612 a la Virgen María en la enfermedad, las plagas, o la sequía.

Según la tradición la Beata Virgen María: "Nuestra Señora de los Angeles" está unida al Cerro junto al camino que de Madrid se dirige al Sur de la península. Muchos viajeros desviaban su camino para subir en breve al Cerro para orar y acercarse a alguien tan familiar como la Virgen María; allí encontraban la luz del Evangelio que dirigía sus pasos, junto a María".

Las ciudades del sur de esta provicia, en su reciente historia, han acogido a un pueblo viajero que ha decidido quedarse aquí, buscando hermandad y subsistencia. Muchos han reconocido en esta imagen, que hoy veneramos, la devoción de sus padres y de su tierra, han reencontrando en ella su identidad. Como dice el cántico de María: "Dios hace proezas con su brazo, enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes". De la misma manera que la Virgen de los Angeles aglutina a las gentes que vienen de lejos, tendamos nuestra mano de fraternidad, y preparemos ese futuro de Dios y de alegría haciendo de esta tierra un lugar de aceptación, de acogida donde haya un pedazo de pan y trabajo para todos, donde niños y jóvenes encuentren una identidad gracias al calor de un hogar. La fe que hace de María una mujer fuerte y viajera en el servicio así nos lo pide.

Oh Virgen, Madre de Dios llena de gracia: El emmanuel que llevaste es el fruto de tu vientre. Tu pecho materno alimentó a todos los hombres. Estás por encima de toda alabanza y de toda gloria. Salve, Madre de Dios, alegría de los ángeles. Superas en plenitud de gracia las promesas de los profetas. El Señor está contigo, tú diste el día al Salvador del mundo. (Liturgia Oriental)

Decreto

OBISPADO DE GETAFE

FRANCISCO-JOSÉ PÉREZ Y FERNÁNDEZ-GOLFÍN

Por la Gracia de Dios y de la Sante Sede Apostólica

PRIMER OBISPO DE GETAFE

Erigida la Diócesis de Getafe el doce de octubre de mil novecientos noventa y uno, se iniciaron las consultas al Clero y a los fieles para constituir Patronos de la nueva Diócesis.

Durante este tiempo se han obtenido peticiones de numerosos Consejos pastorales parroquiales, autoridades civiles y muchos fieles postulando que Nuestra Señora de los Angeles sea nombrada Patrona de la Diócesis de Getafe. El Colegio de Consultores, el Consejo Presbiteral y el Consejo de Arciprestes expresando el sentir del clero, han dado su parecer favorable.

Por tanto, haciendo nuestros los deseos de los fieles y clero diocesano por las presentes nombramos a NUESTRA SEÑORA DE LOS ANGELES, Patrona de la Diócesis de Getafe.

La Fiesta litúrgica se celebrará el dos de agosto con el rango establecido por las normas de la Congregación para el culto Divino.

Dado en Getafe a treinta de noviembre de mil novecientos noventa y siete, Primer Domingo de Adviento,

+ Francisco - José Pérez y Fernández - Golfín

Por mandato de S.E.Rvma.