Getafe, 11 de noviembre de 2013

Queridos amigos y hermanos:

     El Papa Francisco, al final de su encíclica Lumen Fidei se refiere a la Virgen María comparándola con la "tierra buena" de la parábola del sembrador (Lc. 8,15). "En la parábola del sembrador, S. Lucas nos ha dejado estas palabras con las que Jesús explica el significado de la "tierra buena": "Son los que escuchan la Palabra con un corazón noble y generoso, la guardan y dan fruto con perseverancia. En el contexto del evangelio de Lucas, la mención del corazón noble y generoso, que escucha y guarda la Palabra, es un retrato implícito de la fe de la Virgen María. El misno evangelista habla de la memoria de María, que conservaba en su corazón todo lo que escuchaba y veía, de modo que la Palabra diese fruto en su vida. La Madre del Señor es el icono perfecto de la fe, "Bienaventurada tú que has creído" (LF. 58).

     María nos guía en el camino de la fe. Necesitamos su presencia, su amor y su intercesión para fortalecer nuestra fe y para convertirnos en misioneros y testigos de la fe en medio del mundo. Necesitamos su ejemplo para ser tambíen nosotros "tierra fecunda" que escucha la Palabra con un corazón noble y generoso.

     En nuestro camino hacia la Gran Misión hemos concluido el Año de la Fe y comenzamos el Año de la Esperanza y la Virgen María vuelve a aparecer ahora ante nosotros como "antorcha de luz" que alienta nuestra esperanza, aviva en nosotros el deseo de reconocer la voz de Dios y su llamada a la Misión, nos invita a seguir sus pasos, a salir de "nuestra tierra", a fiarnos de Él y a crecer en su amor.

     La Vigilia de la Inmaculada es un momento muy especial de encuentro con María. Ante ella y bajo su mirada maternal volveré a invitar a toda la Diócesis a tener un corazón misionero, capaz de mirar con misericordia a tantos hermanos nuestros que no conocen al Señor. Pero, en esta Vigilia, la llamada a la Misión se va a concretar más. Voy a invitar a todos a ir constituyendo ya equipos misioneros, que, a lo largo del año, vayan preparando e incluso, si es posible, realizando ya de forma anticipada, proyectos misioneros, en los que se anuncie con fortaleza de espíritu, como hacían los apóstoles, en los comienzos de la Iglesia, que Jesús es el Señor. Tenemos que decir claramente a los hombre de nuestro tiempo que: "Él es la piedra que desechasteis los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular; no hay salvación en ningún otro, pues bajo el cielo no se ha dado a los hombres otro nombre por el que debamos salvarnos" (Hech. 4, 11-12)

     Me daría mucha alegría poder compartir con todos vosotros, en esta Vigilia, un momento intenso de oración y alabanza a nuestro Dios, que nos ha regalado a María como Madre nuestra y la ha hecho Inmaculada desde el momento mismo de su Concepción. Y, después de la Vigilia como en años anteriores, me gustaría mucho poder quedarme, con los jóvenes que quieran, toda la noche, en oración.

Con mi bendición, un abrazo muy fuerte.
firma-de-Don-Joaquin

+ Joaquín María. Obispo de Getafe