Carta de D. Joaquín María López de Andújar, Obispo de Getafe,
con motivo del Día del Seminario


A todos los fieles laicos, religiosos y sacerdotes de la Diócesis de Getafe

Muy queridos hermanos:

Getafe, 22 de Febrero 2014

Con ocasión de la solemnidad de San José, Esposo de la Virgen María, el Día del Seminario nos da todos los años la oportunidad de dar gracias al Señor perpetuar en la Iglesia su único sacerdocio y por escoger a algunos de sus discípulos para consagrarlos a su servicio en el ministerio presbiteral. Al contemplar los retos pastorales de nuestro tiempo, surge en nuestro corazón el impulso de unir a nuestra acción de gracias a Dios, la súplica de que envíe obreros a su mies, tan necesarios para poder llevar a cabo la obra de la evangelización del mundo.

En este Año de la Esperanza que estamos celebrando para prepararnos a la Gran Misión Diocesana, tenemos dos motivos especiales que nos invitan a celebrar este año el Día del Seminario con toda intensidad: el primer cincuentenario de la fundación de nuestro Seminario Menor y el vigésimo aniversario de la de nuestro Seminario Mayor. Debemos mirar esta doble circunstancia con un profundo sentido sobrenatural, parar poder así responder generosamente a lo que Dios nos dice con esta ocasión.

Nuestra diócesis está muy necesitada de sacerdotes. Las parroquias y personas que Dios nos ha confiado necesitan muchos sacerdotes, muchos más de los que somos en este momento. Sólo así podremos ofrecer a todos la atención suficiente para descubrir el Amor de Dios, para escuchar el anuncio de su Palabra, para recibir su acción redentora a través de los signos eficaces que son los sacramentos. Dios quiere hacer llegar a todos los hombres su salvación, su perdón, su consuelo, su luz… por la mediación de la Iglesia, y esta mediación es necesariamente personal. ¿Cómo podrán tantos jóvenes y niños, tantos ancianos y enfermos, tantos matrimonios y familias recibir personalmente el Amor de Jesucristo Buen Pastor, si no tienen ningún sacerdote cercano y disponible?

Si bien es cierto que la santidad y el apostolado de los laicos son algo imprescindible en la Iglesia, sin ninguna duda Dios sigue llamando a algunos jóvenes a servirle como sacerdotes. Esto es un inmenso don de la bondad divina hacia la Iglesia. Sin embargo, sucede en ocasiones que esta gracia no alcanza su fin por falta de condiciones favorables en el ambiente familiar, en la comunidad cristiana y en los ámbitos en que se desarrolla la vida de los jóvenes.

Es fundamental que nuestra diócesis ofrezca a los jóvenes las condiciones necesarias para poder escuchar esta llamada de Dios y para responder a ella con confianza y con generosidad. Es necesario que el maravilloso ideal de la santidad sacerdotal se les presente en toda su belleza y con todas sus severas exigencias como donación total de sí a Cristo y como consagración irrevocable al servicio exclusivo del Evangelio. Para ello, el testimonio de los sacerdotes es esencial, pero toda la Iglesia es responsable de la promoción y la formación de las vocaciones sacerdotales y todo cristiano debe ejercer personalmente esta responsabilidad, cada uno en el modo en que Dios se lo pida según su condición.

Deseo y pido a Dios que el Día del Seminario nos ayude a todo ello y confío a San José, el hombre justo y piadoso, los frutos de nuestros esfuerzos para que Dios bendiga a la Iglesia, y en particular a nuestra diócesis, con la vida y el ministerio de muchos sacerdotes santos.

+ Joaquín María López de Andujar y Cánovas del Castillo,

Obispo de Getafe