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Carta a los Jóvenes
de la Diócesis de Getafe
con motivo de la XXVI Jornada Mundial de la Juventud en Madrid
y la acogida de la Cruz

Mis queridos jóvenes:

La Diócesis de Getafe ya se está preparando con entusiasmo para la celebración de la XXVI Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) que tendrá lugar en el mes de agosto de 2011 en Madrid. Como es sabido, nuestra pastoral juvenil diocesana no habría alcanzado la vitalidad y el impulso que ahora experimenta de no ser por su participación en estas Jornadas. Así, viene a mi memoria nuestra presencia en el Encuentro Europeo de Jóvenes de Loreto (1995), las JMJ de París (1997), Roma (2000), Toronto (2002), Colonia (2005) y Sydney (2008), además del encuentro Nacional de Jóvenes en Cuatro Vientos (Madrid, 2003) que tantos frutos sigue dando.

En estas Jornadas -como señalaba su inspirador, el Papa Juan Pablo II (1)-, Jesucristo es colocado en el centro de la fe y la vida de cada joven, se produce un “momento de pausa” en la constante peregrinación de la fe y se fortalece nuestra esperanza mediante un intercambio internacional de experiencias que, lejos de interrumpir la pastoral ordinaria, la fortalecen, y en lugar de ser un mero acto festivo, puntual y aislado, se configuran en su globalidad como una forma vasta de catequesis, en el marco de un verdadero testimonio de comunión eclesial en torno al Sucesor de Pedro.

En esta ocasión el evento adquiere una relevancia mayor para nosotros, por el hecho de haber sido elegida la Diócesis de Getafe como Subsede de la próxima Jornada Mundial de la Juventud.

El día 10 de abril de 2010 tendrá lugar en el primer templo de la Diócesis, la Santa Iglesia Catedral, la Acogida Diocesana de la Cruz de las JMJ y el Icono de la Virgen. El acto festivo se prolongará con una vigilia de oración. Nuestra Diócesis ha de estar muy agradecida por la posibilidad de ver entrar la Cruz en su territorio en plena Semana Santa y poder adorarla en los arciprestazgos durante la Pascua. Esta enorme Cruz, singular y sencilla, nos remitirá a la Cruz gloriosa y vacía de Jesús resucitado. El día de su acogida diocesana no será de una importancia litúrgica menor, pues la recibiremos en la víspera del Domingo de la Misericordia, fecha que nos habla del inmenso amor de Dios que hasta ha derramado su sangre por nosotros en la Cruz. La ocasión resulta aún más conmovedora si pensamos que fue la noche de aquél domingo cuando murió Juan Pablo II, el Pontífice que inició la costumbre de la peregrinación de esta Cruz y que tanta devoción profesaba a esta fiesta litúrgica ya desde su Polonia natal.

Espero que sean muchos los jóvenes que en esta festividad de la Misericordia se pongan cara a cara frente al corazón traspasado de Jesús y tengan ”la valentía de pronunciar la palabra “misericordia” (2), pues “de manera particular Dios revela asimismo su misericordia, cuando invita al hombre a la ‘misericordia’ hacia su Hijo, hacia el Crucificado” (3).

Acoger la Cruz no es sólo una actitud simbólica sino una disposición del corazón. Acojamos la Cruz y avancemos con ella por su camino y así encontraremos nuestro camino. Cuando tocamos la Cruz, más aún, cuando la llevamos, tocamos el misterio de Dios, el misterio de Jesucristo: el misterio de un Dios que, como dice el evangelista S. Juan “tanto amó al mundo que entregó a su Hijo único para que todo el que crea en Él no perezca sino que tenga vida eterna” (4). En la Cruz Cristo sufrió por nosotros, nos dio su vida, nos amó hasta el extremo, nos sacó del oscuro abismo del pecado, cargó con nuestras culpas y, de enemigos, nos transformó en amigos.

Toquemos el misterio maravilloso del amor de Dios, la única verdad realmente redentora. Hagamos nuestra la ley fundamental, la norma constitutiva de nuestra vida, es decir, el hecho que sin el “sí” a la Cruz, sin caminar día tras día en comunión con Cristo, no se puede lograr la vida. Cuanto más renunciemos a algo por amor de esta gran verdad tanto más grande y rica se hace la vida. Quien quiere guardar su vida para sí mismo, la pierde. Quien da su vida –cotidianamente, en los pequeños gestos que forman parte de la gran decisión -, la encuentra. Esta es la verdad exigente, pero también profundamente bella y liberadora, en la que queremos entrar paso a paso durante el camino de la Cruz por nuestra Diócesis (5).

Pero, ¿qué supone para la Diócesis de Getafe ser Subsede de la JMJ 2011?

En primer lugar, una responsabilidad de primer orden por su significado misionero. La Iglesia nos brinda una oportunidad para evangelizar a los jóvenes que no podemos en ningún caso desperdiciar. Hemos de relanzar el ardor misionero que vivimos entre 2006 y 2008 durante la Misión Joven, y, con la gracia de Dios, hemos de superarlo, sacando el mayor provecho de lo que es hoy considerado por la Iglesia Católica como “el mayor acontecimiento evangelizador que tiene la Iglesia en nuestro tiempo” (6).

Pido desde ahora, no sólo a los sacerdotes y a los responsables de la pastoral juvenil sino a toda la Diócesis -a los adultos, a las familias, a las demás Delegaciones e instituciones y, singularmente, a los monasterios-, que trabajen intensamente por esta prioridad pastoral, con el fin de que el mayor número de jóvenes del Sur de Madrid, que se nos ha encomendado, pueda encontrarse con la belleza del amor de Cristo.

Sin embargo, mi petición va dirigida especialmente a vosotros, jóvenes, como primeros evangelizadores de vuestros coetáneos (7). A los que ya participáis en la vida de las parroquias, Dios os ha elegido para que inscribáis con vosotros a muchos amigos y compañeros vuestros: “Y ¿por qué os ha elegido? ¿Por qué os envía? Porque en nuestra Diócesis hay una gran multitud de jóvenes que anhelan con toda su alma una vida más digna, más feliz; una vida que les llene más. No os fijéis sólo en lo exterior, en lo que digan o dejen de decir sobre la Iglesia. Hay bastante ignorancia y bastantes tópicos sobre lo que es la Iglesia y sobre su mensaje. No entréis en discusiones de cosas abstractas. Fijaos en lo que hay en su interior. Fijaos en sus búsquedas, en sus inquietudes y, sobre todo, en sus profundos deseos de amar y de ser amados; fijaos en el vacío de valores en el que, con mucha frecuencia, se mueven sus vidas, y en su gran anhelo, muchas veces no expresado, de una vida que les llene más. En el corazón de todo joven hay una gran riqueza interior y una gran capacidad de generosidad. Pero esa gran capacidad de cosas grandes está, en muchos casos, sofocada y anulada por un modo de vivir muy superficial centrado sólo en el consumo, en el dinero, y en un afán desmedido de querer disfrutar mucho de las cosas y de los otros, de manera inmediata y sin ningún esfuerzo, y con unas grandes dosis de egoísmo, pensando sólo en su propio gusto y bienestar. Una vida así entendida sólo produce vacío interior y malestar. Vosotros sois enviados por el Señor, no para proclamar verdades abstractas. El evangelio no es una teoría ni una ideología. El Evangelio es vida” (8). 

En segundo lugar, la JMJ de Madrid supone para nosotros un deber de hospitalidad que es una auténtica obra de misericordia. Lo definiría también como un “deber de gratitud”. Muchos de vosotros, en numerosas peregrinaciones durante los últimos años, habéis sido alojados como peregrinos en muchos países del mundo y en una larga lista de municipios de toda España. Ahora, es el momento de ofrecer nuestras parroquias, colegios, familias, polideportivos y otros locales para acoger, con el mismo cariño con que os han recibido a vosotros, a los jóvenes que vendrán de todos los extremos del planeta.

Hemos de abrir las puertas de nuestras casas y del corazón como se las abriríamos al propio Cristo. “En verdad os digo que cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis” (9). Esta acogida supone compartir nuestra fe, el cariño, un techo, el alimento necesario y, además, preparar las catequesis y la liturgia que los obispos extranjeros ofrecerán aquí esos días. La Historia de España es el devenir temporal de una nación misionera que ha sabido establecer lazos universales con todos los continentes. El Corazón de Jesús, desde el centro de nuestra Diócesis, nos invita ahora a vivir esta expansión del amor como España siempre ha realizado.

La ocasión también va a implicar un fortalecimiento de los vínculos eclesiales de fraternidad que nos unen con la Archidiócesis de Madrid, Sede de la JMJ, y con la Diócesis de Alcalá de Henares, también Subsede, con las que formamos una misma Provincia Eclesiástica. La ilusión y el trabajo en común del trienio de la Misión Joven ya están dando frutos de comunión en la preparación de la JMJ.

Confío en que, durante estos dos años que se avecinan, volváis la mirada frecuente al Corazón de Jesús, fuente de nuestro ardor apostólico. También a su Madre, bajo la advocación de Nuestra Señora de los Ángeles, Patrona de la Diócesis, en cuyo año jubilar vamos a vivir este acontecimiento de la JMJ 2011. Ella es madre de todos los hombres y es la primera que participa con agrado de esta actividad que reúne a sus hijos juntándoles desde todas las naciones del mundo en un expresivo gesto de unidad.

Con todo el afecto y la bendición de vuestro Obispo,
+Joaquín Mª López de Andújar y Cánovas del Castillo
Obispo de Getafe
Getafe, 1 de noviembre de 2009
Solemnidad de Todos los Santos


1 Cf. JUAN PABLO II, Carta con motivo del Seminario de Estudio sobre las Jornadas Mundiales de la Juventud, 8 de mayo de 1996.
2 JUAN PABLO II, Dives in misericordia, Nª 14
3 JUAN PABLO II, Dives in misericordia, Nª 8
4 Jn 3,16
5 Cf. BENEDICTO XVI, Homilía en el Domingo de Ramos, 5 de abril de 2009
6 RYLKO, S, Alocución después de la Misa del Domingo en la JMJ de Sydney, 20 de julio de 2008
7 Cf. CONCILIO VATICANO II, Apostolicam actuositatem, nº 12
8 OBISPO DE GETAFE, Retiro a los jóvenes, 12 de marzo de 2006.
9 Mt 25, 40