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SANTA MARAVILLAS DE JESÚS -2005
(Domingo 3º de Adviento)

La solemnidad de Santa Maravillas de Jesús que con tanto gozo celebramos hoy en este Carmelo donde veneramos sus reliquias, lejos de desviarnos del clima litúrgico propio del Adviento nos ayuda a vivirlo con mayor intensidad. En el adviento la Iglesia, preparándose para la venida del Señor, repite una y otra vez: “¡Ven, Señor no tardes! ¡Concédenos, Señor, llegar a la fiesta de la Navidad, fiesta de gozo y salvación y poder celebrarla con alegría desbordante”. El adviento, con intensidad creciente, va despertando en nosotros el deseo de Dios, el deseo de su venida a cada uno de nosotros y al mundo en que vivimos, tan necesitado de Dios, con la certeza de que sólo en Dios descansará nuestra alma y sólo en Él encontrará el hombre la felicidad y la alegría que tanto desea.

Precisamente la nota dominante de este tercer domingo de Adviento, que hoy la Iglesia celebra, es la alegría.. El “estad siempre alegres” de la antífona de entrada se convierte como en una consigna que debe permanecer en nosotros en todo momento. Él viene en persona y nos salvará. “Fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes , decid a los cobardes de corazón: sed fuertes, no temáis” (Is. 1,6-10). “Desbordo de gozo con el Señor, y me alegro con mi Dios : porque me ha vestido un traje de gala y me ha envuelto en un manto de triunfo, como novio que se pone la corona, o novia que se adorna con sus joyas”(Is. 61, 1-11).

Santa Maravillas vivió ese gozo en el Señor. Un gozo que se fue fraguando y purificando en la cruz y en las muchas purificaciones por las que el Señor le hizo pasar. Y es que el gozo en el Señor se va alcanzando en la medida en que caminando con Él, con un amor muy intenso y con grandes deseos de hacer su voluntad, y cargando con su cruz, nos vamos configurando con Él en su muerte para participar con Él en su gloria.

La lectura primera del Cantar de los cantares expresa muy bien el gran deseo de amor a Dios que llenó la vida de Santa Maravillas: “”Grábame como un sello en tu brozo, como un sello en tu corazón, porque es fuerte el amor como la muerte, es cruel la pasión como el abismo” (Cant. 8,6-7). A los pies del Señor, como María de Betania, la santa se iba llenado de la Palabra de Dios y se iba dejando guiar por el Espíritu en un amor apasionado a Jesucristo para hacer siempre y en todo su voluntad y para arrastrar con su oración y con la inmolación de su vida a muchas almas hacia Dios

Releyendo algunos textos de Santa Maravillas me he encontrado con uno en el que habla de un luz especial de Dios que recibió meditando las palabras de la Sagrada Escritura: “Mis delicias son estar con los hijos de los hombres”. “ Estas palabras, que me impresionaron fuertemente, entendí no eran en este caso para mi, sino como una especie de petición que el Señor me hacía para que me ofreciera toda entera por darle estas almas que Él tanto desea. Vi claramente, no se cómo, la fecundidad para atraer las almas a Dios de un alma que se santifica, y tan hondamente me conmovió todo esto, que con toda el alma me ofrecí al Señor, a pesar de mi pobreza, a todos los sufrimientos de cuerpo y de alma, con este fin”

Querida comunidad de M.M. Carmelitas y queridos hermanos, dejémonos también nosotros arrastrar por este deseo evangelizador que brota del encuentro íntimo con el Señor para ser entre nuestros hermanos auténticos misioneros de la esperanza cristiana y del amor divino. En el adviento no sólo hemos de desear que el gozo de la salvación que viene de Cristo inunde nuestras vidas, sino que hemos de ofrecernos a Dios para ser cauce e instrumento de su salvación para mucha gente que vive en las tinieblas del pecado o no conoce todavía al Señor. “Vi claramente la fecundidad para atraer almas a Dios de un alma que se santifica”. Santificarse es reconocer uno su propia nada para dejarse llenar por Dios para que la luz de Dios resplandezca en nuestras obras. Cuanto en nuestras obras haya menos de nosotros, menos de nuestras vanidades y flaquezas, mas llenos estaremos de la luz divina y más acercaremos a los hombres a Dios.

La carta a los Colosenses nos describe el modo de vivir de aquellos que ha sido seducidos por el Señor y no tienen otro deseo sino el de amarle y servirle de corazón: “Como elegidos de Dios, santos y amados, vestíos de misericordia entrañable, bondad, humildad, dulzura y comprensión” (Col 3,12). Quien ha sido alcanzado y transfigurado por el amor de Cristo es una criatura nueva, va adquiriendo un conocimiento cada vez más profundo y vital de las realidades divinas y se va convirtiendo en una imagen cada vez más perfecta de Dios.

Las virtudes que enumera el apóstol y que son manifestación de la caridad que lo vivifica todo nos muestran el camino de la perfección cristiana. La misericordia entrañable, la bondad, la humildad, la dulzura y la comprensión constituían el modo de ser habitual de santa Maravillas, aun en medio de las mayores pruebas espirituales con las que el Señor la fue purificando. Especialmente la humildad es quizás la virtud que con mayor insistencia aparece en sus escritos. Ella sabía muy bien, guiada por su gran maestra Santa Teresa, que ser humilde es vivir en la verdad. “La humillación es una necesidad de mi alma que necesita vivir en la verdad” (c.28). Ser humilde y sencilla sintiéndose “nada y mucho peor que nada”
es lo que mejor define a esta gran santa de nuestros días, elegida por Dios, para salvar el Carmelo. La Madre confiesa que quiere ser indiferente a los juicios humanos y evitar que brote en ella toda satisfacción vana. El pensar que Jesús, su Señor y Maestro, fue tenido por loco mataba en ella cualquier atisbo o movimiento de complacencia cuando alguien la halagaba. Nunca solía disculparse de las cosas que contra ella se dijera y, siguiendo la exhortación de Pablo a los Colosenses, tenía un modo de tratar a los demás lleno de bondad, dulzura y comprensión.

El ejemplo de los santos y de una manera muy particular de una santa tan familiar y tan querida para todos nosotros y para nuestra diócesis de Getafe, es una llamada fuerte a la santidad. Nuestra vocación es la santidad y si no orientamos nuestra vida a santidad estamos perdiendo el tiempo Sólo buscando y deseando la santidad, apoyados no en nuestras debilidades y miserias, sino en la gracia divina, encontraremos paz y felicidad, tanto en los momentos fáciles como en los difíciles, tanto en los momentos de luz como en los de oscuridad. Porque caminar hacia la santidad es vivir siempre cimentados en la gran verdad que llena nuestra vidas y que lleno la vida de Santa Maravillas, y que no es otra que la verdad de ser amados infinitamente por Dios que ha entregado a su Hijo como víctima de propiciación por nuestros pecados.

Como diremos después en el prefacio hoy es un día de fiesta y de acción de gracias al Señor “porque en la orden de la Bienaventurada Virgen del Monte Carmelo ha querido suscitar para edificación de la Iglesia el ejemplo de fidelidad de santa Maravillas de Jesús. Ella con su vida escondida con Cristo .siguiendo fervorosamente los consejos evangélicos deseó imitar la vida oculta de Nazaret; y ardiendo en caridad divina se ofreció por la salvación del mundo”

Y le damos gracias a Dios unidos a María nuestra Madre, reina de todos los santos, pidiendo su intercesión poderosa para que, siguiendo a su Hijo Jesucristo, Maestro divino y modelo de toda perfección, caminemos hacia la plenitud de la vida cristiana siendo en todo obedientes a la voluntad del Padre y dando frutos abundantes de amor a Dios y a los hombres. Amén